miércoles, diciembre 19, 2007

3 años, 2 meses y 15 días

Hablo de y de vosotros cuando estoy entre españoles. Hago la excepción de hablar de “vos” con mi amigo Juan y con Caro, argentinos. Hablar de “usted” quedó relegado a la gente mayor y a los momentos cuando me enojo. Es más fácil que explicar mi forma de hablar. Doy dos besos, a quien sea, incluso a un par de ticas (costarricenses) reclutadas en mi vida recientemente. Hago mejor la tortilla de patatas que Fernando, y puestos en el asunto, le digo “patatas” a las anteriormente llamadas “papas”. Igualmente digo “calcetines”, “móvil” y “aparcar”. Entono diferente, pero sólo lo noto cuando hablo con alguien de mi país. Digo “hosti” u “hostia” cuando algo se me cae o se me olvida algo. A veces me olvido de las palabras en castellano, pero sé perfectamente cuál es la que busco en catalán. Tomo café después de comer, siempre, un cortado (café corto espresso-poca leche). No multiplico para saber cuánto pago por las cosas en equivalencia de Costa Rica. Ya casi ni me quejo del frío, sobre todo porque para arriba de 10 grados me parece una temperatura genial en invierno. Voy a todas partes en metro, casi nunca tengo que mirar qué línea tomar o qué enlace hacer. Espero la Navidad con ansias para ponerme hasta las orejas de comer jamón serrano. Al jamón serrano no suelo llamarlo jamón serrano, le digo “jamón” o, en su defecto, “jamón del país”, porque la aclaración sólo es necesaria cuando se trata de jamón "dulce". Pido bocadillo, no sándwich. En la mayoría de los casos, soy incapaz de saber si la palabra que uso es de aquí o de allá. Le digo mi casa a Barcelona, mi casa a mi piso y la casa de mis papás a la de Costa Rica. Cuando pienso en Ticolandia me suena a visita de verano, el verano es el de aquí, en agosto.

Es oficial, mi vida es la alegoría de la mezcla.

Es evidente… ya han pasado más de tres años.

domingo, diciembre 16, 2007

Shhh… es secreto.

A qué no adivinan quiénes vienen el próximo fin de semana, se quedan Navidad y Año y Nuevo y me van a iluminar las fiestas… por fin por fin por fin voy a volver a pasar estas fechas con ellos, después de 3 años de ausencia.

¿De quiénes hablo?

:-D ¡Estoy tan contenta!

Y como si eso fuera poco, a finales de enero tengo otra visita emocionante y divertida.

¡Ehhhh!

jueves, diciembre 13, 2007

Denise en minifalda

Superflicka publicó hoy un post. Cuando lo leí me sentí como en un Gran Hermano Universal, porque decía que una de las búsquedas por las que llega la gente a su blog es:

"Denise en minifalda"

Misterios de la vida el por qué, pero aún más curioso que justo hoy JUSTO HOY me puse una minifalda. Casi nunca lo hago, menos en invierno y por eso me sorprendí, porque me pareció una casualidad de lo más divertida.

He aquí la prueba. Que conste que estoy payaseando porque la foto me la sacó Fernando expresamente para dejar constancia sobre el hecho este tan trascendente... y sobre todo por los curiosos que quieran ver a una denise en mini, gratis, sólo por hoy:





lunes, diciembre 10, 2007

Adiós, Fer.



Mi querido Fer… Hice el Máster en La Coruña con él y nos hicimos muy amigos. Confieso que entre mi mudanza a Barcelona y sus ocupaciones, dejamos pasar meses sin hablarnos, nos vimos poco, pero al menos yo siempre tuve la sensación de ser afortunada de tenerlo en mi vida.

Ayer por la noche me llamó. “Estoy en Barcelona”, me dijo. Luego quedamos en vernos una hora que es lo que podíamos coordinar antes de que cogiera su avión a Marruecos. Se va de paseo, vuelve en una semana, recoge sus bártulos y se va. La Colombia natal lo espera.

Acompañados por un café con leche me confesó que no acaba de aclararse, a ratos quiere irse ya, a ratos desearía quedarse más tiempo. Ya son tres años de vida de este lado y, como a mí, le da un poco de miedito el shock del regreso.

Después de la brevísima cita, nos dimos un abrazo. Le desee lo mejor de lo mejor. Luego tuvimos que hacer bromas, era evidente que era reírnos o llorar y las lágrimas ya se estaban asomando, así que fingí darle una patadita en el culo y le dije “largateeee”.



Y se fue.


No sé si lo vuelvo a ver. Mi esperanza es que sí, pero no sé cuándo mis finanzas me van a permitir hacer viajes que no sean nada más a Costa Rica o a Tenerife. Mis papás y mis suegros siempre salen ganando, pero hay que pagar por verlos. Con mucha suerte lo veré, calculo, otras seis u ocho veces. Talvez diez o doce, poco probable que sea más. Es duro asumirlo. Seis, ocho, diez, doce… la cuestión es que jamás volveremos a compartir lo liviano y lo profundo. Al menos no en vivo. Al menos no a diario, no en el mismo país.

Yo, con el corazón encogido a más no poder me di cuenta de que me toca, me seguirá tocando.

Algún día me iré de aquí, o no, en cuyo caso, muchos días me seguiré despidiendo de gente que quiero, y que como Fer, no sé si volveré a ver. Duele asumirlo, mucho.

Adiós, Fer.

jueves, diciembre 06, 2007

A estas alturas del siglo XXI

Fernan y yo tenemos una cuenta bancaria común. Funciona de la siguiente forma: ahí entra todo el dinero que tiene que entrar, nos cobran todo lo que nos tienen que cobrar y cada uno saca lo que necesita.

Sin embargo, tanto de la cuenta corriente como de la de crédito, él es el titular y yo soy una especie de apéndice.

Cuando llegan las notificaciones del banco, vienen a su nombre. Siempre. Yo las miro porque tenemos claro que es también mi cuenta, pero para efectos del banco es la de él. Tanto que por internet yo no puedo mirar en qué se ha gastado el dinero y él puede escudriñar en mis datos. Yo no puedo pedir fraccionar pagos, ni hacer transferencias de la cuenta de crédito a la normal.

De ahí que esta mañana, Fernan entrara con un sobre en la mano del banco, con mi nombre afuera y me dijera "qué raro, ¿no?". Yo, muy ufana y orgullosa le respondí "ya se dieron cuenta de que yo también soy clienta, ¿qué pasa, no me pueden llegar cartas del banco?".



Abrí el sobre.



Y adentro...



¡¡¡¡Una oferta para comprar
una vajilla a pagos!!!!!


Me dio rabia, la verdad. Mucha. Manda huevo. No puedo ver la totalidad de la cuenta por internet pero sí puedo decidir comprar una vajilla de casi 2 mil euros, porque soy mujer y para gastar sí servimos.

En fin. No me cambio de banco porque sería como la 5ta vez desde que llegué a España. Pero rabia me da.

lunes, diciembre 03, 2007

Eureka... ¿aló?


Si no es una cosa de ver series raras... eso lo tengo asumido. Mis misterios empezaron hace años con Scooby Doo, aumentaron con Misterios sin Resolver y culminaron con las ochenta veces que vi cada episodio de Dimensión Desconocida. Aunque ahora no me acuerdo de ninguno, sólo del miedillo que pasaba con solo la musiquita turi ruri turi ruri turi ruri... dimensión... desconocida.

Pero... pero... pero... Eureka es demasiado. La premisa es buena: un pueblo donde, tras la II Guerra Mundial, están reunidos los genios más genios del mundo. Un agente federal va a dar ahí... y se arma un pequeño lío entre su presencia y un fallido experimento.

Insisto, la idea me parecía genial, pero aquí estoy a punto de dormirme mientras veo el piloto de una de las series más freakies que ha parido productora. Y lo PEOR es que es freaky-hueca, que si fuera hiper rara, profunda y enredada pues bueno, pero no. Y yo que pensé que habíamos encontrado un entretenimiento decente mientras llega la próxima temporada de Lost... o como mínimo de House. Maldita huelga de guionistas... ¡me aburrooooo!

En fin.

Bostezo. Bostezo super dotado... BOSTEZAZO.

sábado, diciembre 01, 2007

...

A las tres de la tarde sonó el timbre de casa, yo estaba en la terraza. Fernan me grita desde el pasillo del frente que llame a la ambulancia. Cuando me acerco a la puerta veo al viejito del frente tirado en el suelo de la entrada de su casa. Su esposa gimiendo de un lado para otro, dice que iba a salir, abrió la puerta y cayó al suelo.

Llamo, demasiado nerviosa, no logro comunicarme con el número de emergencias. Toco el timbre de otros vecinos porque noto que no podré ponerme en tesitura traquila, mientras veo a Fernando intentar encontrarle el pulso al señor, me quito los zapatos y paso por encima de él a calmar a la señora. Finalmente logramos llamar a la ambulancia (las vecinas, yo no puedo, soy un saco de nervios bien disimulados pero inutilizantes).

Cuando salgo de casa de la señora lo observo. Tiene los ojos abiertos, la boca abierta y empieza a ponerse… no sé… azul, lila, qué sé yo. Me lo temo sin querer pensarlo en serio, pero no tiene pinta de estar inconsciente (los desmayados como mi única referencia, suelen cerrar los ojos y estar más bien flácidos en su expresión). Me lo temo y padezco los gimoteos de la señora que dice “está helado, ay Dios mío, está helado” mientras le acaricia la mano y el brazo. Un par de minutos después alguien dice que ha movido los dedos un poco. Ahuyento mi hipótesis y me aferro a esa, acaba de mover los dedos.

Cuando la ambulancia llega (los 8 minutos más largos de mi vida) una chica llena de paz le habla, le dice “hola guapo”
mientras le corta la ropa y su compañero le hace masaje sobre el corazón, uno, dos, tres, cuatro, oxígeno; uno, dos, tres, cuatro, oxígeno. La miro con cuidado y noto que ella –con sólo una revisión ocular –sabe que hay poco que hacer.

Llegaron a ser seis, un técnico, la enfermera y el enfermero y tres doctores que llegaron después. También llegó la hija del señor, que se deshizo en las gradas y el nieto, uno de ellos, intentando mantener el tipo. Yo, junto con Fernan, en el canto de la puerta sin saber qué hacer. La señora, ahora muy tranquila, cuenta mil veces lo que pasó antes de que se cayera el señor, nos da la gracias, repite la historia. Unos siete minutos después el jefe de los médicos explica que podrían seguir tres horas intentándolo, pero que ese era un corazón que ya había decidido no latir más.

He hablado tantas veces de la muerte, a veces digo que lloramos por egoísmo, o por imaginarnos la vida sin esa persona. Pero no. Hoy tengo otra hipótesis… es la impresión tan bestial de que hay un cuerpo hueco al frente. Es la primera vez que veo alguien muerto, así, en el momento mismo de morirse. Ese mismo señor que todas las noches oía tosiendo y quejándose con un tímido “ay”.

Y la imagen que intento obviar, del momento en que esa boca abierta y esos ojos vacíos sean unos amados. Lloré, me calmé, pero estoy desolada, tengo miedo. Mucho. Ante lo inevitable, el deceso jurado e imposible de eludir. Desolada y aterrorizada. No quiero no quiero no quiero no quiero que me pase a mí, y no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Desolada y con miedo, pensando en el día que me toque cerrarle los ojos a alguien que amo. Desolada. Asustada. Talvez más lo segundo que lo primero. Tan natural... y tan impactante.

miércoles, noviembre 28, 2007

La Zona, historia de paranoia


Acabo de ver la película “La Zona”, ópera prima de Rodrigo Plá. Me gustó muchísimo. No compraría el DVD (que es mi medida de películas de ver y ver y ver, aunque nunca llegue a comprarlas), pero valió la pena. Y eso que fui porque tengo que analizarla para un curso, al final tendré que darle las gracias al profesor.

El planteamiento es sencillo: en México DF hay un residencial de lujo amurallado, con alta seguridad y residentes de "primera". Fuera de esos muros, miles y miles de casas a medio hacer, chabolas, tugurios, gente necesitada. Una noche, tres ladrones logran entrar a La Zona. No cuento más.

Me puse a pensar si una historia como ésta tiene algún impacto en países europeos. Al menos aquí, si no es por las noticias esporádicas de robos a casas de lujo, la gente vive bastante tranquila. No ha llegado la paranoia de poner rejas, portones, guardas con ametralladoras y demás que sí hay en Latinoamérica. Lo más triste, pienso yo, es que la mitad del asunto es miedo infundado.

Pero es tan real que me ericé, y es que para los ticos, aquello era como ver Bosques de Lindora en medio de Los Cuadros. Espeluznante la esquizofrenia social, esa de me tapo los ojos y se acabó.

No tiro piedras a quienes viven así, porque seguramente si yo tuviera tanto dinero me buscaría un residencial al menos con un guarda y bajo ningún concepto tendría una casa sin rejas. Todos estamos contagiados. Triste.

Imagen: fotograma de la peli sacado de aquí

Y PS/ ya tengo cuenta de paypal y demás facilidades para comprar broches (si lo piensan detenidamente, es buenísima opción para regalos de Navidad y por ser bloggers hago precios especiales y amorosos ;-))

Alta Fidelidad de Nick Hornby

Lo que digo yo

Se trata de uno de esos libros que están bien, escritos bien, divertidos, fáciles de leer, cuentan una historia más o menos bien armada y producen cierta satisfacción, pero que el mundo no se detendría si no los leés. Visto así, podría arrepentirme por lo que gasté en él, no era barato y no quise esperar a ver si aparece en edición de bolsillo algún día, pero prefiero reforzar lo de “esos libros que están bien…”. He leído peores, de hecho no es malo, es entretenido, simplemente se suma al montón sin mucha pena ni gloria, desde mi punto de vista. En todo caso, si algún día en edición de bolsillo sale otro del mismo autor sí lo leería, eso si no hay mucho más disponible.

Lo que dice la contraportada

Rob Fleming está a punto de cumplir treinta y seis años y tiene una tienda de discos antiguos en el norte de Londres donde sólo vende vinilos. Su negocio, destinado a un público de serios coleccionistas de frivolidades, está siempre al borde de la bancarrota. Y Laura, su última novia, le ha dejado. ¿Será porque Rob parece empeñado en prolongar su adolescencia hasta la decrepitud o, como piensa él, porque su colección de discos y la de Laura eran incompatibles? Para consolarse, Rob se refugia en la compañía de Barry y Dick, sus cómplices en la tienda, y juntos hacen innumerables listas de los top del pop: las cinco mejores películas, los cinco mejores episodios de «Cheers»... Y también comienza a salir con Marie, una cantante americana. Pero de pronto reaparece Laura. Y aunque Rob creyera al principio que esa ruptura no estaba entre las más cruentas de su vida, muy pronto comenzará a hacerse preguntas arduas sobre la familia, la monogamia, el amor y la madurez. ¿Será que por fin va a descubrir que también hay vida, y música, después de la adolescencia?

martes, noviembre 27, 2007

Anotaciones literarias

1. Por las preguntas sobre mi papá del post anterior ando con el pecho henchido, jeje, como si fuera yo. En dos días le he enseñado su nueva novela a Raimundo y medio mundo, he dicho decenas de veces lo genial que es y he nombrado un par de sus premios cada vez que puedo. No hay que darme mucha pelota que lo tengo un poco subido en el pedestal, es que me parece de las personas más inteligentes de este mundo, más estudiadas y cultas y más humanas. Sueno a chiquita de cinco años, pero es que mi papá es lo más, es un crack, la hostia, el non plus ultra, doña to’a y papichori (jajajaja, la de tiempo que tenía sin decir “doña to’a y papichori”, me pregunto si será dicho de mi casa o general de Tiquicia)

2. ¿Alguien se sabe algún cuento divertido, más o menos para niños, que pueda contar en mis clases de voz? Es que lo único que se me ocurre es lo típico de Cenicienta, Los Tres Cerditos y demás… Y otro que me gusta mucho que se llama Where the wild things are tiene poca gracia sin las ilustraciones. De hecho son taaan bonitas que da cosa contarlo sin ellas (ya se ve en la de arriba por dónde van)

3. ¿Por qué la gente forra los libros? He visto forrados con papel de regalo, con páginas de revistas, hojas de periódico. Hoy vi uno que ya era la alegoría a las cosas raras… una chica en el metro con el libro forrado… ¡con la bolsa plástica en que se lo dieron cuando lo compró en FNAC! Si alguien sabe el por qué de esto o –directamente- forra los libros, se le ruega contestar la incógnita. Porque digo yo ¿taaaan malo es el libro en cuestión que da vergüenza ir por ahí mostrándolo? O ¿es puro egoísmo en plan “este libro tan genial no lo comparto con nadie”? Y el cuento de "para protegerlo" me suena raro... ¡existe el plástico adhesivo TRANSPARENTE! No lo entiendo, de verdad. Y además, reinvindico mi derecho a chismear-cotillear-marujear lo que los demás leen ¡sólo eso me faltaba, el secretismo literario, viajar en metro con la duda, nunca llegar a evacuarla! ¡Misericordia, forradores del mundo!

miércoles, noviembre 21, 2007

Ya huele a tamales

En Costa Rica hay un plato típico de Navidad que se llama “tamal”. Cada vez que se acerca la época navideña, las cocinas empiezan a oler a ese platillo tan nuestro. Yo, con esta Navidad, voy a cumplir cuatro navidades sin tamalitos. O talvez no, pero eso es un detalle que todavía no comento.

La cosa es que, a fuerza de costumbre, he reemplazado ese olor por otros, como el del jamón recién cortado, el aquavit y el salmón. Confieso que me apasionan estas comidas, pero sigo añorando los tamales de mi madre con una taza de café.

Me gusta la Navidad, aunque aquí ha sido bastante tristecilla por no estar con mis papás, siempre hay un momento en que me pongo llorona, o reflexiva, incluso creo que da la impresión de que la paso mal; no es eso, es que esta fecha en concreto siempre fue de estar juntos, hasta que me vine para España.

Y, aunque me guste como concepto, me pone muy nerviosa y estresada el rollo de regalar. Sé que lo que vale es la intención y bla bla bla, pero eso sólo cuenta con Fernando. Agh. Ahora que lo pienso… queda menos de un mes y ni me había parado a pensar qué regalarle.

En casa de su familia hacen intercambio de regalos y sufro de pensar que, según quién me toque, mis días de Navidad serán un estrés absoluto.

Supongo que sin carreras, regalos de última hora, gastadera de dinero, multitudes agolpadas en las tiendas y este frío, no tendría sentido la festividad.

martes, noviembre 13, 2007

La blogosfera y sus vericuetos

Alguna vez fui link en un blog. Alguna vez dije algo en contra del pensamiento de la persona detrás de la pantalla. De inmediato desaparecí de sus links. Como si el mundo se redujera a un pensamiento… entendí que no quería ni siquiera que siguera leyéndole, porque el "corte" fue contundente y evidente. Lo peor es que es una persona con la que me gustaba tener intercambio de ideas. Pero bueno, le parecí agresiva, seguro y ya tá. Básicamente me dijo que no hablara de lo que no sabía y desaparecí. Yo la sigo leyendo, por el google reader aunque guarde silencio y silencio.

Alguna vez visité blogs por compromiso. Lo confieso. Muy al principio no sabía dónde encontrar gente afín y tiraba la cuerda. Ahora no lo hago, leo los que me gustan, comento en los que me gustan, incluso cuando no sea recíproco. Me siento más sincera aunque alguna vez, si alguien me deja un comentario y no tengo ganas de seguirle visitando, siento que mi sinceridad es medio mala. Y secretamente, si visito a alguien siempre porque me parece interesante y esa persona jamás me visita, me da un poco de tristeza pasajera no despertar su interés.

A veces, aunque poco, me siento cohibida de escribir algunas cosas. Es el precio de decir el nombre, de ser identificable y –encima- de procurarse visitas de gente conocida. Me gusta el comentario de quien me conoce y el del desconocido, pero a veces me doy cuenta de que me aplico la censura, sobre todo si el tema puede afectar a 3eros a pesar de que no diga sus nombres. Claro que pensar en hacer un blog “secreto” me suena más raro en mi caso, me sentiría extrañísima.


Nota al pie de párrafo: no entiendo cómo hace la gente que tiene muuuchos comentarios, no sé... es que eso requiere de un "mantenimiento" muy grande. Hablo de más de 80 comentarios, yo creo que me daría el agobio...



Alguna vez pensé en dejar de escribir, hay rachas de ideas secas, momentos donde quieres hacer más cosas que pensar “tengo que escribir un post sobre esto” o estar leyendo y leyendo por una necesidad que no puedo definir. De vez en cuando me digo que me volví loca, esto de seguir tantos blogs no puede ser normal.

Algunas veces me siento super cercana con los bloggers, como amigos de toda la vida, o amigos recientes, pero cerca. Estoy tan pendiente de sus vidas que si no hay noticias en un tiempo me preocupo, me hago historias, soy un caso. Algunas veces me preocupo de mí misma porque de vez en cuando llego tarde a clases por quedarme leyendo blogs. Es lo que tiene ser adicta.


jueves, noviembre 08, 2007

De raza, racismo, chistes y demás

No me gustan los chistes racistas, creo que perpetúan los estereotipos más abyectos de este mundo. Pero, extrañamente, cuando entro en confianza con la gente, me gusta pasarme con comentarios o hacer bromas que en otro contexto podrían ser malinterpretados.

Pongo un ejemplo. En clases de música estábamos viendo cosas básicas como las blancas, las negras, las corcheas, etc. Al final de una de las lecciones, Albi se me acerca y me dice “Denise, haz un silencio de negra”. Después de reírme, yo que soy un poco payasa, hice un gesto contundente de “silencio” y me quedé callada. A partir de esto, la clase de música a veces es un carnaval por las connotaciones que tiene en relación conmigo.

Otras veces me paso. Ayer dije, por ejemplo, que me haría una camiseta con un cartel que dijera “Fuera inmigrantes” e iría así por toda Barcelona, sólo para ver la reacción de la gente al verme (con esta pinta de caribeña que no me la quita ni Dios Padre) con semejante consigna en el pecho. Me gusta la provocación, porque ahí es dónde se ve la personalidad de la gente.

Un excompañero de la Universidad en Costa Rica contó una vez un chiste racista conmigo al lado, sin darse cuenta de que estaba ahí. Cuando me vio, no sabía dónde meterse… el resultado positivo es que le dije lo que me parecía sobre el tema, dejó de ser una cuestión importante en su cabeza y aprendió que podía hacerme bromas si quería, o decirme “negra” (antes no lo hacía, estaba el impedimento de lo que era “políticamente correcto”) y pasamos página. Dudo que haya vuelto a contar chistes de esos porque su imagen de la "negritud" quedó inmediatamente humanizada.

Creo que la risa es la mejor forma de que las cosas feas no te hagan mella, o de que aquellos cercanos saquen los temas escabrosos de la zona del tabú. Hablo de cosas en este nivel, no de agresiones (quiero decir que no me río viendo a un neonazi pateando gente). No lo apoyaría como movimiento “colectivo” porque el que deje de ser excepcional le da un tinte de validez que no es el que busco, pero creo que a nivel pequeño crea un buen efecto. Al menos a mí me ha funcionado, me doy cuenta de que la gente, en el momento en que aquello es un tema normal, del que se bromea y habla con naturalidad, logran olvidarse de “cómo” me veo. Y sobra decir que hago bromas sobre cualquier otro rasgo de personalidad o físico de alguien si es del caso, pero con cariño y nunca pasados de tono si se trata de otra persona.

Valoro la gente que se ríe conmigo, que no se escandaliza y que, después, tiene la inteligencia de asumirlo como es.

domingo, noviembre 04, 2007

Bichos en fieltro

Algún día, Celestina-que-no-cocina habló de broches de fieltro. La idea me pareció muy hermosa, así que tras hacer un regalito para la Celes, me quedé con la inquietud. ¿Y si me ponía en serio?

Así que me puse. Esta semana, los dos días que salgo temprano, haré ronda por las tienditas de cosas de estas en el Gótico, talvez alguien caiga y me compre un par, talvez venda unos cuantos en el Institut durante la semana... ¡nada pierdo intentándolo, en todo caso!

Estoy a la espera de la confirmación de mi cuenta de Paypal (serán 5-7 días) y taráaan... negocio montado. Espero vender suficientes y sacar de ahí los dineroosss suciosss para el café de cada día y las cervezas de los jueves. Si después alcanza para otras cosas pues genial.

Presentando en sociedad a algunos de mis pequeñuelos:

Sr. Crabby, Mister B y el "Mounstruito" enamorado



al resto los pueden ver en:



jueves, noviembre 01, 2007

Metafísica de los tubos, Amèlie Nothomb


Lo que digo yo:
Una vez más, ya casi sin sorpresa, me veo gozando frente a un libro de Nothomb. Este es genial, me encanta la visión de mundo que plantea, la forma de meterte en la mente de la niña, los pequeños pincelazos sobre la vida de una pequeñita extranjera en Japón, los errores de concepción de la infancia que tienen (o tenemos) los adultos… En fin, no puedo decir más porque simplemente estoy encantada, quiero más quiero más quiero más. Personalmente pienso que Amèlie Nothomb es una geniecilla brillante y divertida.
Quiero más.

Lo que dice la contraportada:
Esta novela narra los primeros años de la vida de una niña obsesionada por el agua que, disconforme con su entorno, adopta la inerte forma de tubo como condición existencial. Con la crueldad, realismo y humor a que nos tiene acostumbrados, la autora rememora episodios de su infancia japonesa en un relato que, como su aplaudida novela Estupor y temblores, posee una gran carga autobiográfica y vuelve a deslumbrarnos con fogonazos de humor descarnado e impactante.

Algo que dice la autora:
“La mirada es una elección. El que mira decide fijarse en algo en concreto y, por consiguiente, a la fuerza elige excluir su atención del resto de su campo visual. Ésa es la razón por la cual la mirada, que constituye la esencia de la vida, es, en primera instancia, un rechazo.”

Complete plays, de Sarah Kane


Horrorizada, a la vez que fascinada, me leí las cinco obras de teatro y el guión de cortometraje que dejó Sarah Kane, antes de suicidarse a finales de los noventa. Mucha gente se pregunta si el éxito que ha tenido tras su muerte se debe, precisamente, a la forma tan triste de morir (tras un primer intento de suicidio con pastillas, logró su cometido a la segunda: colgarse con los cordones de sus zapatos). Pero, al pensar esto, se deja de lado que antes de morir, ya era exitosa. O al menos reconocida en un Londres espantado de la crueldad de esa muchacha delgada, de cabello corto e ideas tan extremas. Algún crítico dijo, de su primera obra, que era un puñado de mierda... como venganza, o lección, la Kane lo incluyó en su siguiente obra... y claro está, no lo dejó muy bien parado.

Sin intentar hacer una masa donde hay particularidades diría que Blasted, Phaedra’s Love, Cleansed, Crave (traducido a veces como Ansia) y 4.48 Psychosis tienen como denominador común la crudeza. Es como si Beckett se hubiera quedado sin palabras –como lo hizo- y se hubiera convertido al teatro pánico, como si Artaud hubiera engendrado una hija despojada de toda esperanza en el mundo, en la gente, en ella misma. Y aún peor. A la Kane le encanta la sangre, lo brutal, el sexo como forma de violencia, la muerte, la tristeza, la desesperación. Pone en escena todo eso que a lo mejor no es habitual ver, pero que es un espejo de toda la roña escondida en la sociedad.

Aplaudo sus letras, la tipa no se dejó nada dentro, aunque estoy convencida que algunas de estas obras no verán jamás la luz del escenario… al menos en países como Costa Rica un sacerdote de rodillas frente a una bragueta abierta sería un serio problema. No sólo porque es evidente que puede herir susceptibilidades, si no porque a veces preferimos que nos mientan.

En cuanto al corto, llamado Skin, es cuestión de verlo:
Skin, 1era parte
Skin, 2da parte

domingo, octubre 28, 2007

Domingo de Herodes


Starbucks me gusta. Es un buen lugar para sentarse horas y horas con un café, el ordenador o un libro. Nadie te trae la cuenta como forma disimulada de echarte, ni se te mira mal si gastas poco y te quedas mucho. Pero: tiene un gran pero. Los domingos por la tarde parece la sala de fiestas Tricolín. Para quienes no sabe de la referencia, explico: Tricolín era una sala de fiestas que quedaba en Moravia (San José, Costa Rica) en la que se hacían actividades para niños, fiestas de fin de curso, cumpleaños, etc. Así, hoy vimos desfilar a tantos chiquitos malcriados que mi amor por los peques se vio en peligro de extinción.

El problema, en realidad, no son los chiquitos si no los papás. Es evidente que los llevan ahí porque así pueden hacerse los locos mientras los enanos corren, gritan, se asoman a las pantallas ajenas… es como el campo de juegos donde ellos de paso pueden saborear un café.

Pero hay cosas que no perdono. Ejemplo: dos carajitas de unos diez años hablando a un volumen altísimo, actuando como si tuvieran tres años, tirando una bola por ahí (incluyendo a Fernando que pasó cerca… bola para él) y riéndose de sus estupideces a un volumen demasiado alto para ser natural. Una chica –creo que era italiana porque la verdad que para entonces ya había puesto mi música a todo volumen y los auriculares poco dejaban oír- se hartó y se acercó a pedirles que bajaran el volumen. La madre de las criaturitas se limitó a decirles “se los estoy diciendo”. Una de ellas, herida en su ego de soy-el-centro-del-mundo-a-ver-si-te-enteras empezó a burlarse de la chica que fue a callarlas. Entre remedar como hablaba y decir “es más fea que la novia de Frankestein” se solazó un rato. La madre no le dijo nada.

Aunque la comparación sea -digamos- grosera, me acordé de un programa que me gusta mucho, que se llama “Dog whisperer” o algo así, lo dan en la Cuatro. El tipo –domador de perros, básicamente- explica que si el perro se da cuenta de que puede mandar, lo hace: se autodenomina jefe de la manada y a partir de ahí los límites los pone él, no el dueño.

A veces me da la impresión de que algunos papás, hartos del trajín de tener hijos, los dejan ser jefes de manada. Luego se quejan de que hacen lo que les da la gana… Hablo sin conocimiento de causa, lo admito, pero creo que el que haya pequeños encantadores (alguna vez he terminado enseñándole fotos de la computadora a algún enano en Starbucks, o jugando con otro...) prueba que hay papás que no hacen bien su trabajo.

No digo que haya que castrar a nadie, ni tenerlos bajo régimen militar, pero un mínimo de normas de conducta no les vendría mal a muchos… Los niños inteligentes y bien criados suelen saber cómo comportarse en cada ocasión, aunque a veces se les vaya la pinza y se porten mal. Eso es normal, pero cuando esa conducta errática es la común... algo no funciona.

Y sobre todo, me guardo en el disco duro la siguiente orden “no irás a Starbucks un domingo en la tarde nunca más”. Es casi tan anticonceptivo como el supermercado el sábado en la tarde…

Ilustración de Iskra (photostock)

viernes, octubre 26, 2007

Knock out en dos rounds

Vivan los servicios en este país. Es como meterse con Tyson… muerda o no la oreja, hay un peligro tangible de caer fulminado con uno de sus golpes.

Primer Round:
Chica en bikini y Cling-cling-cling

Hace tres semanas que los de ONO nos tienen como pelota de tennis, de un lado a otro, con pasar la línea telefónica. Nos han dicho CUATRO veces que viene el técnico “entre 4 y 7” y héte tú que esperamos entre 4 y 7 y el técnico nunca aparece. Y ya ni hablemos del rollo de llamar a la central y oír cosas como “a mí me aparece aquí que ya tiene el teléfono instalado”. Sí, es verdad, lo tenemos conectado guapa, pero como no tenemos a quien llamar un viernes por la noche, la llamamos a usted, disculpe que estemos enamorados de su voz... Y luego la mentira más grande que ha parido empresa: “nosotros los llamamos en un rato/el lunes/mañana”. ¿Por qué carajos no dicen “vuelva a llamar”, que es lo que al final pasa?

Quienes crean que los servicios mejoran cuando hay competencia pues… bájense de la nube y, para muestra, este país. Hay al menos cinco compañías de teléfono-internet y TODAS son una mierda. Lo digo con conocimiento de causa. Hay al menos cuatro compañías de móviles… y TODAS son una mierda. El servicio puede ser más o menos bueno, pero son usureros profesionales.


Segundo Round:
Chica en bikini y cling-cling-cling

Cuando entramos a este piso, lo hicimos bajo el supuesto de que los servicios estaban dados de alta, y que era cuestión de ponerlos a nuestro nombre. De hecho, otras opciones fueron descartadas por ese detalle. No teníamos que pagar el alta de los servicios. Eso nos dijo el de la inmobiliaria y eso nos dijo el dueño. Casi un mes después, resulta que la inquilina anterior no le da la gana pasar los servicios porque ella pagó el alta. Ahora pretende que le paguemos los doscientos y pico de euros que le costó.

Yo, personalmente, entiendo que le siente mal haber puesto ella un dinero y ahora no recuperarlo, pero no entiendo por qué putas es culpa nuestra. Y, como es normal, se pasan la pelota de uno a otro: que si el dueño, que el de la inmobiliaria, que si la chica esta.

Es que me siento casi chantajeada y me da rabia, tenemos la opción de pagarle lo que ella quiere o de padecer (véase primer round) para que nos instalen servicios tan básicos como la luz y el gas. Me dan ganas de ponerme muy muy muy yanqui y decirle “nosotros no negociamos con terroristas”, que se dé de baja a los servicios y ya está, pero tengo un marido conciliador que irá el lunes a hablar con ella. A mí que ni me diga que vaya, que la puedo mandar a freír churros.


10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1 cliiing cliiiing cliiiing.
Knock out
.


Todo esto bajo un catarro monumental que me ha caído estos días. Pensar con tos, dolor de cabeza y mocos… juro que no es nada productivo. Menos si parece que el universo entero tiene ganas de tocarnos las narices.


jueves, octubre 25, 2007

Emocionate!

Hablábamos hoy, entre los frikis del Institut, de lo que nos emociona. No sólo para llorar, que es lo primero que se viene a la cabeza, si no también para reír, o enojarse. Yo llegué a la conclusión muy teórica de que cada uno tiene una especie de círculo de tolerancia de estímulos emocionales… cuando el estímulo se acerca al límite de tolerancia, viene la emoción. Según la persona, el límite queda más o menos lejos. El mío está tan cerca que si me descuido me encierra. Conozco algunos que pueden andar y andar y jamás ven la frontera del “ahora me emociono”.

Pero de cosas concretas hay tantas que tiran de los límites de mi círculo que me cuesta listarlas. Ahora me emocionan algunas sensaciones que antes no me hacían ni “mu”. De pequeña me reía de que mi mamá y mi hermana lloraran viendo una peli mientras les decía “pero si es mentira”. Incluso me acuerdo de que si algo empezaba a conmoverme, me distraía o me repetía la misma frase bajito, para controlarlo. Ahora hay que verme, que casi hasta los anuncios pueden conmigo. También me río más, incluso cuando nadie más le ve la gracia.

Cambio de emoción con facilidad, según el caso, aunque confieso que hay dos o tres grandes temas que me suelen descolocar: la distancia con mi familia y amig@s de Costa Rica, el sentirme incompetente/malinterpretada/abandonada y el corazoncillo de chocolate que tengo (ese se derrite fácilmente). Estos tres temas funcionan en positivo y negativo, es decir, a veces me hacen reír, otras enojarme, otras llorar, pero nunca me dejan indiferente.

Finalmente, quedó en el aire la pregunta del millón… Expresar los sentimientos ¿es una acción que busca afirmarse como ser gregario, o más bien se trata de una actividad onanista de yo-mi-conmigo que no tiene relación con los demás?

martes, octubre 23, 2007

Manual de caza y pesca para chicas, Melissa Bank

Lo que digo yo:

Me gustan los autores anglosajones, en general… o al menos los que llegan a mis manos en versión traducida porque me da pereza leerlos en su idioma original. En este caso la regla se confirma, no digo que sea una novela de morirse, porque me parece que no llega a ser ni muy graciosa, ni patética, de nada concreto. De hecho, diría que con cada sección del libro la autora cambia un poco de registro, y eso lo hace entretenido.

Mi parte favorita es la final… ahí sí me reí mucho, porque cuenta (no doy detalles) las relaciones vistas desde los libros de autoayuda. Se supone que las autoras de un libro en concreto le dan consejos a la protagonista… ¡y la que se arma!

Está bien, creo que esperaba más pero es mi culpa, este es uno de esos libros que había hojeado y manoseado tantas veces antes de comprarlo, y luego más veces antes de leerlo que era imposible entrarle sin expectativas.

Lo que dice la contraportada:

Desde los once años, cuando descubrió que el chico que a ella le gustaba no podía ni verla, Jane Rosenal ha navegado intrépidamente por las procelosas aguas del sexo, el amor, las relaciones. Aquella vez, cuando le preguntó a su madre qué podía hacer para que la amaran, ella le contestó «Sé tú misma». Y Jane, con su irreverente sentido del humor y su incómoda franqueza, ha sido siempre ella misma con todos los hombres que han pasado por su vida: Jamie, su novio de la universidad, con quien descubrió los peligros de un strip póquer en el que se desnudaban cuerpos y almas; Archie, el fitzgeraldiano, seductor, célebre editor que conoció cuando ella tenía veintipocos años y él bastante más del doble, y le enseñó mucho sobre el arte de editar y las políticas del mundo laboral; y años más tarde, el agresivo, sofisticado manhattanita del que no nos dice el nombre, pero sí que su única religión era el psicoanálisis, que la llevó a París y la amaba, pero no sabía quién era ella realmente... Pero cuando Jane encuentra en la boda de su mejor amiga a Robert, un dibujante de cómics capaz de hacer vibrar su cuerpo y hacerla reír al mismo tiempo, comienza a preguntarse si, para que esta relación no acabe en un desastre, no deberá aprender a ser menos ella misma y más esa otra, de cabellos largos, ideas fijas y un objetivo muy, muy definido que propugnan los manuales de caza y pesca para chicas...



Aquí (tampoco) hay quién viva...

Vecinos curiosos por todo lado.

En este caso, la chica de arriba... se pelea a gritos con el novio/esposo/lo que sea, para después reconciliarse frenéticamente. Es, al menos, gracioso escucharla diciendo cosas como "a tomar por c... tú y tus tonterías" y unas horas después ver el asunto desde otro arista gracias a sus gemiditos y palabras cariñosas. Lo que no sabe, o le da igual, es que su habitación da al patio común y se le oye como si estuviera en el salón del piso.

Ja.

Más de uno seguro que canceló el canal de culebrones y el porno... ¡si es que tenemos uno casero!

La portera es otro personaje. Aún no la he visto cotilleando ni nada de eso, pero cada mañana que bajo con la bici me vigila disimuladamente. Nótese que el dueño nos dio "permiso" de subir la bici pero en el contrato dice que está prohibido, así que la señora de que la que ni siquiera sé el nombre me mira, muy seria, mientras barre el portal. Cuando estoy a su altura y digo "buenos días" me contesta sin sonreír. Tampoco hace mala cara, directamente, pero es de estas personas secas y sin brillo.

Por lo demás, me encanta que la petit terraza dé a un patio de estos enormes donde se ven las partes traseras de las casas de toda la manzana. Aparte de los 18 gatitos que vienen si les haces pst pst y te miran con gatuno amor si les tiras comida, a veces en la noche me siento como una espía de la vida privada ajena, es que pienso que esa silueta que apaga la luz va en pijama directo a la cama, como si nadie la mirara.

lunes, octubre 22, 2007

Inmigrante de m...

El señor Sergi se subió al metro en Plaza Espanya, muy acalorado, hablando por su móvil sobre moros y sudacas. El tema lo llevó a calentarse aún más, diríamos, y encontró en una carajilla ecuatoriana el blanco perfecto.

Primero unos gritos, bien cerquita del oído de “vete a tu país”. Como la chiquilla esa estúpida de 16 años no le hizo caso (debe ser que la conexión de metros le pillaba lejos de “su país”), siguió gritándole cositas cariñosas como “zorra” e “inmigrante de mierda”; pero es que esta gente de "allá" no entiende, oiga, no entienden, son tontos como burros.

Entonces Sergi, que no tiene la culpa no señor no señor vio como ella –lamuyguarra- volteó la cara, entonces él le sujetó cariñosamente un seno –para ser exactos el izquierdo que le quedaba más cómodo por la cercanía de su mano izquierda, ya que en la derecha llevaba el móvil- a lo que la chiquilla saltó un poco. Saltó por jugar de decente, porque ya se sabe que son unas cerdas. Pero no lo suficiente, no señor, porque Sergi gritó un poco más y cuando vio que llegaba a su estación cerró su participación con una patada directa a la cara de la muchacha.

No es culpa de él, no, que no, es que el metro pone nervioso a cualquiera. Y no es culpa de él, que no que no, es que este país está echado a perder con tanto extranjerillo y algo hay que hacer, oiga. Sobre todo porque esos extranjeros son unos guarros, cerdos, corrientes y andan por la calle haciendo indecencias. No como Sergi, que sólo busca que vuelvan los buenos tiempos a su hermoso pueblito y dejar de ver caras bronceadas por no decir de color. Que es que Sergi está cansado de tanto acento raro, de tanta comida rara y de tanta gente rara.

Menos mal que al pobre Sergi lo dejaron salir de la cárcel rapidito, apenas "con cargos", por que si no ¿quién se encargaría de limpiar de hijos de piiiiip su vecindario?

El que quiera recrearse que vaya a buscar palomitas y haga clic aquí. Yo por lo pronto me iré en metro cada día, que mi vida está demasiado aburrida últimamente y nada como un macho ibérico que le ponga algo de sabor. Sergi, ven a mí.

Y sí, a veces estas cosas me dan por el sarcasmo. Si no, me deprimo.

domingo, octubre 21, 2007

Los negritos son tontitos

Gracias a Héroe Anónimo, me entero de que el genetista ganador del Premio Nobel James Watson se dejó decir, hace un par de días, que la gente negra es menos inteligente que la blanca por cuestiones genéticas. Argumentó que el creer que los cerebros de la gente negra y la gente blanca son iguales sólo lleva a equívocos y que debería partirse de esta tesis... los negritos son tontitos (bueno, esa ya es mi exageración, pero el sentido queda claro).

Además de sorprenderme que un científico de primera línea suelte semejante bestialidad (y más porque dice que no tiene pruebas aún, que las pruebas estarán en unos diez años…), me alarma que sea una de las eminencias del tema. Quiero creer que su pensamiento en cuanto a la inteligencia-raza sea aplicado en el estudio del ADN, pero algo que me dice que no debe ser sólo ahí donde se le sale la línea de pensamiento.

Pienso, entonces, que el ser buen profesional nunca asegura el ser buena persona, aunque sea socialmente aceptado el respetar más al gerente de la compañía que a su secretaria… se asume que él está por encima de ella, que es más capaz, más preparado, más inteligente...

Leía hace unos días, en el blog de Fanmakimaki, un post sobre la importancia que se le da a la inteligencia vinculándola siempre con resolver problemas y, diría yo, tener buena memoria; pero se deja de lado el otro aspecto humano, el emocional. A esto le agrego el factor “fama”, tiene mucho de cierto el dicho que dice “hazte fama y échate a la cama”.

En este caso, lo que me temo es que su fama de PREMIO-NOBEL-GENETISTA-SERIO opaque la que se merece, racista consumado en posición peligrosamente importante. Porque no es lo mismo que la verdulera piense que el negrito de su edificio es tonto porque es negrito el muy pobrecito, incluso si cuando lo ve pasar se ríe por lo bajini y se asegura de decirle a sus hijos que no se junten con él, a que el señor Watson las suelte, porque él es una autoridad.

No voy a cuestionar los por qués y cómos de los Premios Nobel, pero entre este caso y cierto presidente de cierto terruño, queda claro que la escogencia es bastante arbitraria y les da igual si están frente a un humanista o un detractor de la humanidad.

Qué vergüenza me da a veces compartir planeta con unos cuantos.

lunes, octubre 15, 2007

Esquilo ¿Premio Planeta 2007?

Con todo respeto lo digo…Esquilo es famoso porque se conservaron obras de teatro de la Grecia Antigua sólo de tres dramaturgos. Sin competencia ¡qué fácil! Sería como haber mandado un libro al Premio Planeta 2007 y que se presente mi vecina y el del bar… ¡no tendrían con quién pactar el ganador!

Y qué poco de bla bla bla… pobres griegos, no puedo entender cómo alguien fue a ver Los Persas y siguió confiando en el gran Dionisio. Sería las dionisíacas previas, mucha fiesta, mucho movimiento, mucho vino, mucho trance. De otra forma no se entiende. Por Dios. Que se acabe ya la parte del programa de Esquilo, que le amarren como a su bienamado Prometeo... ¡algo!

Espero con ansias a Sófocles pero más aún a Eurípides, lo digo sin sarcasmo, estos dos me gustan. Claro que a la luz de lo que se publica por ahí, casi prefiero morirme de aburrimiento.


Ps. y hablando de Premios Planetarios... sin juzgar al ganador ni al finalista, eso me lo guardo para cuando lea los libros; pero los de Planeta dicen que fomentan la salida de nuevos y jóvenes escritores... jua jua jua. Millás y Boris Izaguirre ¿nuevos y/o jóvenes escritores? ¡¡¡AY PERO POR FAVOOOR!!!

El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy

Lo que digo yo:
Me costó casi sudor y sangre terminar la novela. Es más, me costó mucho empezarla, seguirla y acabarla. Pero juro que, detrás del aparente sufrimiento, algo me iluminó. Creo que es un libro difícil de leer porque se centra mucho en las descripciones y de una forma muy particular, incluso diría que cuenta poco y recrea mucho. Pero justo ahí está la delicia, es una cosa muy sutil que invade y deja huella. De hecho estos días me estuve preguntando por qué carajos no la dejaba sin terminar si tanto decía padecerla, y la respuesta es que Roy logra hipnotizar. A partir de la visión de los gemelos Estha y Rahel (sus sobrenombres son lo mejor, pero no los digo para despertar curiosidades) sobre un momento concreto de sus vidas, la autora plasma con mucha maestría una visión de India.

No sé cómo lo hace, pero desde la página veinte quise dejarla de lado y desde esa misma página tuve que seguir… aunque me costara un mes terminar.

Lo que dice la contraportada:
Ésta es la historia de tres generaciones de una familia de la región de Kerala, en el sur de la India, que se desperdiga por el mundo y se reencuentra en su tierra natal. Una historia que es muchas historias. La de la niña inglesa Sophie Moll que se ahogó en un río y cuya muerte accidental marcó para siempre las vidas de quienes se vieron implicados. La de dos gemelos Estha y Rahel que vivieron veintitrés años separados. La de Ammu, la madre de los gemelos, y sus furtivos amores adúlteros. La del hermano de Ammu, marxista educado en Oxford y divorciado de una mujer inglesa. La de los abuelos, que en su juventud cultivaron la entomología y las pasiones prohibidas. Ésta es la historia de una familia que vive en unos tiempos convulsos en los que todo puede cambiar en un día y en un país cuyas esencias parecen eternas. Esta apasionante saga familiar es un gozoso festín literario en el que se entremezclan el amor y la muerte, las pasiones que rompen tabúes y los deseos inalcanzables, la lucha por la justicia y el dolor causado por la pérdida de la inocencia, el peso del pasado y las aristas del presente. Arundhati Roy ha sido comparada por esta novela prodigiosa con Gabriel García Márquez y con Salman Rushdie por sus destellos de realismo mágico y su exquisito pulso narrativo.

domingo, octubre 14, 2007

Mi nueva casa


Con nuestros amigos Mon, Jordi, Bet y el primo Alex echándonos una mano, logramos pasar el grueso de las cosas al piso nuevo. No sé cómo se pasan de casa los solitarios, porque sin estos cuatro amorzotes no sé qué habríamos hecho. Aunque sólo eran cien pasos de un edificio a otro (en serio, los contamos), la verdad que hicimos muchos viajes el fin de semana pasado, y otros más durante la semana. Todavía faltan algunos de esos chunches/cosas/restos que se quedan por ahí desperdigados, pero ya vivimos bien aquí.

Ayer terminamos de comprar y acomodar algunos accesorios (cojines, dos plantitas, libreros) y ya el piso se ve habitable. Ordenamos todos los libros en su sitio, hice una especie de jerarquía que creo que sólo yo entiendo: primer estante: libros que no he leído por autor según apetencia y editorial; es decir todos los Anagrama están juntitos y ordenados por colores. Soy un poco anárquica, pero así me ha funcionado siempre. Segundo estante: autores que me gustan mucho en general, libros de esos mismos autores que no he leído. Tercer estante: libros que me encantaron junto con otros libros de los mismos autores que aún no he leído o libros de temas similares. Cuarto estante y quinto: varios, autores y libros pendientes, libros que dejé a medias pero tengo la esperanza de acabar y al final de todo El libro de los Conejitos Suicidas, uno de la Rue no sé qué Percebe, Todo Mafalda y Esto no es todo, de Quino.


Esto es mi librero en el salón, en el de la oficina/comedor tengo los de teatro: técnicos, teóricos en el primer estante, obras de teatro en el segundo; libros técnicos como diccionarios, guías variadas de catalán, y estotéricos en el tercero. Chaplin vigila el estante "académico-teatral".Mi lugar favorito es el salón. Trato de ignorar la tele porque nos pusieron una carajada que es la desgracia de cualquier fan de las series, como yo: cable. Hay tantos canales que mejor ni lo pienso


En segundo lugar amo el balcón, que aunque se ve basura también están mis amigos, y ya que no puedo tenerlos dentro de casa por las alergias de cierto marido, pues los miro desde arriba.

Por primera vez, desde que llegué a España, sé lo que es dormir en sitio sin ruido. Oh Oh. Y oh. Y eso que duermo con tapones para los oídos.

Nos faltan cuadros en las paredes y otros objetos puntuales (quiero una tostadora de pan y hay que comprar un extractor de zumo nuevo, el otro murió en la mudanza, me di cuenta hoy cuando ya había partido a la mitad doce naranjas) pero ya tenemos casa. Poder decir "mío" cual Gollum con el anillo es genial. De verdad que sí.

martes, octubre 09, 2007

Ópera... nooo, por favor.


Yo, por regla general, no disfruto de la ópera. Creo que no está registrada en mis genes como un placer y podría aprender a apreciarla, pero no le veo el sentido. Lo confieso: ME DUERME. Hay algunas arias concretas que me gustan, pero es realmente anecdótico (alguna de Don Giovanni está bien, otra de La Flauta Mágica también). Es, de alguna forma, lo que me pasa con Los Grandes Clásicos de la Literatura, así en mayúsculas... si no me llaman la atención no puedo leerlos.

Tanto en el Máster que hice antes como ahora, la ópera no tarda en aparecer. Lo entiendo, se trata de un espectáculo eminentemente europeo y bastante afamado en Barcelona. Pero qué pereza da. Más cuando la discusión se llena de generalizaciones como que quien va y aplaude fuera de tiempo es un analfabeto. Me niego a aceptar esas frases categóricas... yo no creo serlo y si digo la verdad no sé si se aplaude o no, si se aplaude antes de que el cantante termine la nota o después... ni idea.

Cultura general, dirían algunos... sí, pero ¿hasta dónde hay que jugar de sabelotodos y llenarnos de información de enciclopedia? Además, lo acepto, tengo prejuicios sobre la ópera desde que trabajé como periodista de arte y cultura: me tocó ver en la celebración de no sé cuántos años de la Compañía Lírica a decenas de doñitas metidas en vestidos requete caros. ¡Pero por favor, si el Teatro Nacional está en medio San José y esa no es precisamente la capital del glamour! La mitad ni siquiera miraba al escenario, estaban pendientes de cuál ministro estaba sentado cerca, de si el vecino vino con la esposa o con la querida y de que la peluca no se les despeinara mucho.

El día que estas manifestaciones artísticas sean de la gente y no del museo las defenderé, igual con los conciertos de música clásica (favor pensar en el organizador de cierto festival en Costa Rica callando a gente en media sala del digno Teatro Nacional, todo porque el violinista era taaan genial que espontáneamente se pusieron a aplaudirle). Mientras cuesten lo que cuestan y haya un grupo importante de personas que van para que las vean, seguiré manteniendo que es un ridículo anquilosado, hecho para tan pocas personas que más les valdría hacer concierto privado en el salón de su casa, y que da pataleos para no morir.

jueves, septiembre 27, 2007

Placeres recientes

Hasta los doce años, más o menos, me negaba a probar cualquier cosa que no fuera pollo, galletas, atún de lata, huevos revueltos y cereal. Separado, evidentemente. La cebolla, chile dulce (pimiento), culantro, apio y cualquier otro condimento sólido –incluso el tomate cocinado- me daban asco. Podía arquear si los mordía.

La hora de comer siempre era una tortura, al menos entre los 6 y los 9 años. Yo lloraba porque no quería nada, mis papás sufrían y variaban de estrategia para intentar lograrlo… desde darme más de lo que sí comía hasta sentenciarme a una o dos horas en la mesa (en serio, dos horas) con un “no se levanta de la mesa hasta que termine”. Mi papá, hace unos años, se disculpó por joderme tanto con el tema.

De adolescente le di una oportunidad a otras cosas… muy pocas, probé el aguacate, el ceviche y comí carne. Digamos que podía comer en casas de amigos sin morirme del asco, pero poco más que eso.

Antes de venir a España tenía todavía una larga lista de “no me gusta”. Recuerdo la primera Navidad en casa de la familia de Fernando, declaré antes de cenar que iba a tener problemas porque no me gustaba el jamón (serrano) ni el caviar. Ja. Lo que pasa es que en ambos casos, lo que había probado no se parecía en nada. Cuando Fernan me vio devorando ambas cosas se moría de la risa. Llegó a la conclusión de que me gusta siempre y cuando sea del caro… o sea… me jodí. Gustos de rica con bolsillo de…



Lo mismo me pasa con el sushi y la comida asiática en general. Me daba asco, directamente, pensaba en pescado crudo y algas y puagh. Tampoco ayudó que en el 95 hice un curso cortito de japonés y la profe nos preparó algunas cosas… me parece que no era buena cocinera o mi paladar no estaba listo, en todo caso desde entonces y hasta el 2003, más o menos, me negué.

Ahora soy fan. Y ando antojada de sushi… bueno, siempre estoy antojada de sushi, es como si mi apetito por ese gustito a soja y wasabi no se agotara. Y pienso en todos los años que me privé de semejante maravilla del mundo…

Ojo estos pen drives-llaves mayas... jijiji


Yo quiero una almohada de estas:

miércoles, septiembre 26, 2007

Ya viene el otoño :-P

El termómetro marca 20 grados, unos ocho menos que hace una semana y unos quince menos que hace mes y medio. Otra vez… el frío… otra vez. Lo único que me gusta del invierno es la ropa ¡pero es tan cara! Por mí que nos quedemos en 20-25 grados todo el año. Todo. Y sin lluvia, por favor.

Estoy hasta las orejas del Tratado de Libre Comercio de Costa Rica con Estados Unidos. Entiendo su importancia y repercusiones, entiendo que en pocos días es el referéndum, entiendo que se ha alborotado el panal –y con justa razón –por el memorándum y la renuncia de Kevin Casas, entiendo, entiendo. Pero que alguien entienda que si no voy a votar, llega un punto en que todo el tema me agota, estoy cansada de que me manden mails sobre el asunto, de que me pidan “manifestarme” y de que hablar del TLC sea sinónimo de profundidad y preocupación por el futuro del país, cuando en algunos casos es pose. (Acepto pedradas por traidora a la patria, valeverguista y cualquier otro epíteto, todos serán bienvenidos)

Ya tenemos piso. O eso parece. Hoy firmé la reserva y si todo sale bien el viernes firmamos el contrato y nos dan la llave. El piso está bien. No es el que más me ha gustado pero creo que quedará bonito después de que pasemos por Ikea a comprarle un par de tonterías.

Hoy me hace falta mi amiga Ale. Pienso que es muy gracioso que me haga falta, porque tenemos unos cuatro años de ser amigas, y de esos cuatro, tres hemos vivido en países diferentes y no hemos coincidido en Costa Rica ni una vez. O sea, que somos amigas por email y a veces –pero muy pocas –por messenger. Con Ale me pasó algo similar que con Cata, nos pasamos cuatro años de universidad sin hablar casi. A mí ni siquiera me caía mal, es que no me caía. Un día, sentada en un salón recibiendo información sobre una beca, me la encontré. Gracias al largo proceso que siguió y un viaje –digamos curioso -a Guatemala, conocí al ser humano tan hermoso que es. Ale me canta las verdades siempre y siempre lo hace de una forma sabia. A pesar de lo corto del trato “directo” es de las personas en quienes más confío, cuando estoy en crisis siempre pienso en ella. Ahora me hace gracia leerla, en Ucrania, construyendo una vida en ruso. Tiene unas agallas… Hicimos un date cibernético para “vernos” mañana y tengo unas ganas, como si fuera un café en la esquina de mi casa.

Y ya está. Me voy a dar una vuelta.

domingo, septiembre 23, 2007

Marceau has left the building


Yo, desde que era muy pulguita, tenía una afición por imitar. Hacía personajes variados, desde el entonces presidente de Costa Rica (Luis Alberto Monge… queridos… compatriotas) y personajes de la tele hasta las bailarinas del carnaval de Río (tiene gracia pensar en una cachetona negrita de cuatro años, con sus calzones de vuelitos metido entre las nalgas, moviéndose según ella como si bailara en una comparsa). Esto era con mis papás, pero más aún con mi hermana.

Cada noche tenía que darle función. Cuando mi mamá nos mandaba a dormir yo me subía en la cama, cantaba el jingle del “programa” (se llamaba Chistes de mal gusto) y hacía sketches para ella. Mi hermana siempre fue el mejor público, de hecho entre nosotras tenemos la broma de que ella, de lejos y con sólo mover la mano, me provoca cosquillas… y que yo, con sólo decir “caca” la puedo hacer reír.

Eventualmente, estos “numeritos” infantiles trascendieron la habitación de las hermanas Duncan y pasaron a la familia entera. En este caso, hacía sobre todo mimo (o lo que yo entendía por mimo con ocho o nueve años) con mi primo Andrés. Recuerdo como nuestros grandes cuadros el inflarlo como si fuera un globo, asomarnos por un invisible muro o tirar de una cuerda… nos la pasábamos genial haciendo estas cosas en cada fecha especial. Es más, se volvió una tradición que hiciéramos algo "teatral" en el día de la madre, del padre, navidad, el día del niño.

Cuando entré a estudiar Artes Dramáticas tuve seis cursos de expresión corporal. Confieso que siempre me dieron pereza, pero también confieso que el curso de mimo me divirtió mucho. Descubrí las posibilidades que tiene (aunque también tengo que decir que no soy muy hábil) y aún más cuando conocí a Shannon, una profe de mimo con la que coincidimos varios en un taller de Commedia dell’Arte en Venecia. Verla jugar con sus manos era un placer.

Shannon estudió con Marcel Marceau. El hombre que redefinió el mimo como una expresión importante dentro del teatro… de hecho se estudian sus ejercicios, sus ideas y probablemente ningún mimo profesional se atrevería a negar que, en esa área, Marceau era el maestro. Se murió, como cualquier ser humano… estará en el “más allá” divirtiendo a otros más, pero calladito, como siempre.

miércoles, septiembre 19, 2007

Quina mandra!

Hoy es uno de esos días laaargos y chiclosos en los que no pasa nada de nada. Pero tanta tanta nada que ni siquiera se me ocurre nada que decir, hacer o pensar. Y me niego a lavar los platos, que es lo único práctico que puedo hacer a esta hora.

En serio empiezo a saturarme con el tema de los pisos. Necesito saber qué ondas con dos que vimos y entregamos los papeles y me da pereza llamar a las inmobiliarias… a las 4 me pongo en eso, sé que me toca, aunque los de las agencias hayan dicho “esta tarde te llamo sin falta” y ‘esta tarde’ fue hace dos días.

Cuando se inventó la pérdida de tiempo, se decidió que días como hoy existirían para ejemplificarlo.

Me gusta la palabra pereza en catalán: MANDRA. Suena como algo espeso y turbio, como una pereza muy muy gorda que no cabe por las puertas.

Bla bla bla. Quiero un control remoto como el de Click (qué película más estúpida, no aguanté más de media hora viéndola) para darme fast-forward hoy.

Me voy a sacar fotos a la calle. O a andar en bici.

O no… qué pereza.

martes, septiembre 18, 2007

Todo por el módico precio de 10 mil euros

Sí, sí, el piso está muy bien. Baño y cocina recién reformados, techos altos de esos que me gustan, un salón enorme y un petit balcón que mira a la Gran Vía. Tiene tres habitaciones y en total son ochenta metrazos cuadrados. Qué bello, how nice, maco!

Pero (pequeños saltamontes, siempre siempre siempre hay un pero): piden dos meses de fianza (1700 euros), un mes más IVA para la agencia (990 euros), 274 euros de un impuesto divino de la Generalitat (me pregunto por qué el DUEÑO no lo paga si es SU piso y va a ser él quien gane dinero con los inquilinos), 130 euros de un seguro civil sobre la finca (por aquello de que alguien joda el ascensor) y el mes del alquiler (850). Además hay que darse de alta de luz, gas y agua (unos 400 euros más según el señor de la inmobiliaria), el contrato es por cinco años con dos años de cumplimiento obligado (si no, hay que pagar 800 euros de penalización). Según los ingresos que tengamos, tendremos que hacer un aval bancario de entre dos y seis meses (entre 1700 y 5100 euros congelados en el banco). El total podría llegar a ser, fácilmente, de 10 mil eurazos. Toma.

Como si fuera poco, del banco tienen que certificar que somos buenos clientes y no gastamos todos nuestros dineros suciooos de zopetón, y la dueña de los pisos de ahora recibirá una llamada para que jure que no andamos en pelotas por la escalera, ni usamos drogas duras, ni vendemos los electrodomésticos del piso.

Todo esto se cumplirá si llevo a la agencia el DNI de Fernando, contrato de trabajo, últimas tres nóminas y pago 300 euros por “reserva”. Si el dueño no nos quiere, me devuelven el dinero, pero si soy yo la que ya no lo quiero, pierdo el dinero.

A estos les podrá fallar todo, menos la máquina registradora.



Seguro que una vez entregado todo me piden un certificado oficial médico de no poseer enfermedades infectocontagiosas dignas de cuarentena y un masaje de pies para la secretaria del agente inmobiliario.

Grrrrr grrrrr grrrr… malditos mojarras.

lunes, septiembre 17, 2007

Rumores blasfemos

No sé por qué me despierto pensando en una excompañera de carrera. Cuando estaba como en segundo año o por ahí, R se suicidó. Toda la historia fue muy rara: estaba embarazada, se encerró en un cuarto con el novio, escribió una carta de despedida (bueno, según los chismes sólo la firmó porque la letra no era suya) conjunta y varios días después el olor alertó a alguien. Abrieron la puerta y donde se supone que debería haber dos cuerpos sólo estaba el suyo… el novio se fue a una finca con sus primos y ahí estaba tan tranquilo (eso es interpretación malsana mía) mientras el cuerpo de ella se empezaba a descomponer.

Recuerdo que el muchachillo después caminaba con la cabeza muy baja, sobre todo si veía venir compañeros de ella y no volvió a saludar. Muy raro todo, ni digo mis conclusiones porque son muy “juertes” y hasta es delito.

Hace unos años también murió Laura. Fuimos amigas los tres primeros años del colegio. Después se pasó de “bando” y con otros amigos míos, dejamos de ser cercanas, pero antes de eso fuimos cómplices, nos reímos mucho, nos contamos cosas. De los recuerdos más graciosos (muuuy adolescente, por cierto) que tengo de ella es cuando, junto con otra compañera del cole, hicimos competencia de quién podía comer más pedazos de pizza. Ganó Laura, me parece, con doce porciones. Yo quedé tercera con diez.

Todavía me acuerdo cuando la fuimos a ver al hospital… la leucemia se la estaba comiendo, juro que se había encogido y le costaba sonreír. Supongo que no ayudó ver a tres amigas llegar de la nada, después de años y años de no verlas… cualquiera se supone que las cosas no andan bien. El funeral fue aún más raro, estaba sonriente metida en su caja, pero el vacío en el estómago fue enorme. No sólo había muerto alguien de mi edad (y entonces yo tendría 21 ó 22) si no que la iban a incinerar. Fue la primera vez que consideré que lo que digo de que “me saquen los órganos útiles y luego me incineren” talvez no sea tan buena idea.

La muerte es tan rara. Yo le tengo un poco de miedito, pero no a la mía, si no a la de la gente cercana. Es rara rara rara. No hablo del dolor que puede provocar, o del impacto para la gente cercana… hablo del capricho de la existencia. Se acaba a veces de las formas más bizarras.

Ya lo dice esta canción de Depeche… I don’t want to start any blasphemous rumours but I think that God’s got a sick sense of humour, and when I die I expect to find him laughing.

domingo, septiembre 16, 2007

Mi fin de.

Con el humor anunciado, la verdad que el fin de semana fue más movido de lo previsto. El viernes vimos un piso que se caía a pedazos, con un agente inmobiliario que me saluda como se fuéramos viejos amigos (nos hemos visto tres o cuatro veces en dos semanas), tanto que le pregunté hace unos días por su alergia y demás. Salimos huyendo de ahí a paliar el impacto comiendo perritos calientes de Ikea. Luego al supermercado y de vuelta a la casa.

Sábado vimos tele hasta que nos explotó el cerebro… este capítulo se llama “Denise y las series”. Nos sentamos horas a ver capítulos de “24” y me di cuenta (aunque es evidente) que me encanta la estructura de la serie y la movidita que es, pero si se le analiza ideológicamente es de salir corriendo, porque justifican las acciones antiterroristas de los gringos y terminan poniéndote de su lado, al menos durante los capítulos.

Salimos a dar una vuelta y volvimos pronto porque el Portal del Angel estaba a petar de gente y yo soy un poco anti-aglomeraciones (por no decir que me sacan de quicio y me dan ganas de gritar). No sé de dónde sale tanta gente en esta ciudad, juro que cada día veo más y más masas humanas. Puagh.

Se supone que por la noche íbamos a una fiesta de cumpleaños (de una amiga de una amiga) pero me rebelé, estoy harta de hacer cosas que no me apetecen sólo porque alguien se puede resentir. Además a la cumpleañera en cuestión la he visto DOS veces en mi vida, así que no entendí muy bien qué pitos tocaba yo en esa fiesta. Paso.

Eso me puso a pensar en que los compromisos son una mierda. O sea, como que a veces la gente no entiende que me gusta estar sola, que no me gustan particularmente las fiestas (al menos no las que están llenas de gente que no conozco) y que disfruto más yendo al cine y a cenar que tomando copas de bar en bar. Siempre he sido así, aunque disfrute de vez en cuando estar hasta el amanecer bailando o cuando las fiestas son en mi casa no quiera que nadie se vaya hasta tarde , y no veo porque tenga que ser de otra forma por quedar bien.

Hoy fuimos a almorzar en casa de unos amigos, con otro amigo que vino de Madrid. Después de hablar de todo lo posible, desde Fernando Alonso y el espionaje en la Fórmula 1 hasta la compra de casas en Costa Rica, nos vimos a casa.

Entonces yo, que soy buena para eso, me pongo a pensar por qué hay gente que directamente me da pereza, aunque les quiera, y por qué otros me gusta tanto verles. Y voy a sentirme mala por un rato hasta que me doy permiso de sentir lo que me da la gana.

Hasta que vuelvo al pensamiento de que hago lo que me da la real gana, puntoseacabó y que quien me quiera así es bienvenido… y el que no que se busque personas menos antipáticas para su vida, yo estoy muy vieja para jugar a caerle bien a todos.

he dicho.

viernes, septiembre 14, 2007

Cancelado por mal tiempo

Todo iba bonito –menos el clima, odio los días nublados –cuando de repente ¡zaz! El asunto empezó a estremecerse y ahora… cha cha cha chaaaaaaán:

Anuncio la cancelación por mal tiempo de:

1. el único piso que me ha gustado hasta ahora… ni siquiera se lo alquilaron a alguien más, simplemente los dueños están dividiendo sus propiedades legalmente y ya no van a alquilar ni costra hasta nuevo aviso (en la inmobiliaria me han dicho que serán dos meses más o menos y que “puedo pasar a recoger los papeles”). Muy emocionante, muy de thriller, de suspense esto de que me queden DOS semanas para encontrar algo. Después de haber visto unos 12 pisos empiezo a sentirme en un reality show. Empiezo a creer, también, que mis estándares deben ser revisados… o lo que es lo mismo, a bajarme de la nube se ha dicho.

2. mi ordenador. Mi mac ha muerto, bueno, no ha muerto, pero decidió que su tarjeta de vídeo ya no iba a funcionar y hay que cambiarle no sé qué más, así que arreglarla cuesta 950 euros… maldita manzanita, no pudo con mi ritmo, ni siquiera porque hasta nombre le puse (se llamaba My B. Kiddo). Con ese precio por su tratamiento es evidente que la vamos a inyectar para que no sufra… pasará a ser un disco duro externo malísimo, porque ni siquiera tiene tanta memoria. La parte buena es comprar otra, la mala es pagarla.

3. mi buen humor. Desde ayer ando con una cara de zombie que no me la quita nadie. La justificación es sencilla, me puse a escribirle a una amiga sobre lo bueno y malo de mi último viaje a Costa Rica y entre la nostalgia y el revivir ratos me quedé así: CHOF. Ya se me pasará, supongo, pero ando más averiada que la susodicha del punto 2.

Y ya está… menos mal que es viernes y tengo a Fernando para que me mime el fin de semana. Si no lo muerdo, claro, porque mal humor es mal humor y no distingue.

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