viernes, marzo 30, 2007

Mírela cómo se transforma...


Niego, niego y me niego. A veces más lo primero que lo segundo, o mucho más lo segundo que lo tercero. Quiero abrir la boca y en vez de palabras se me escapa un pez. Eso cuando hay suerte, otros días salen sapos y culebras con esos signos que parecen de cómic (&%%$-BAAAM-/&&%%-POW!!!!). Y solo para reírme de mí misma intento pensarlo al revés, que acepto, acepto y me acepto.

Entonces sí que comienza el circo y yo hago todos los papeles, soy desde el malabarista hasta el elefante, a veces soy la contorsionista freak o el chico bala y me lanzan con el cañón, pero mi papel favorito entonces es el de mujer monstruo (mírenla cómo se transforma, mírenla como le salen pe-pe-peloooos) porque nadie me quiere, nadie hace como que me quiere, la gente paga para no quererme y mientras tengo el disfraz gozo de cinco minutos de desprecio directo.

Si dejara el balancín este, si me lanzara desde lo alto del columpio, nadie iría a recoger mis dientes, desperdigados entre el césped y las piedritas. Ni siquiera yo, ¡para que los quiero si ya se me cayeron!

Y con sangre.

Puagh.

Una vez me cayó una banca de iglesia, fue en mi pie derecho y yo tenía cuatro años, o tres. Grité y la gente me mandó a callar, grité y me miraron con rabia, grité y alguien incluso se rió. Grité y mi hermana y mi tía se asustaron, creo que ellas habían empujado la banca sin querer. Grité y por fin apareció alguien y me quitó el peso, pero me quedaron los gritos (y los moretones en mi pie de casi bebé). A veces, niegue o me niegue y acepte o me acepte, me siento como si me cayera la banca de nuevo: esta vez en la vida.

Y entonces me toca ser Súper-Algo/Bati-Algo/La Algo Maravilla y seguir sonriendo con mis súper-poderes escondidos bajo mi súper-manga, como el As. Bah. Com si fos just… Patrañas. Algunes vegades vull plorar i cridar sense donar explicacions! A veces no quiero ser super heroína en patines.

Foto: Zoo image la ilustración, la otra no sé.

miércoles, marzo 28, 2007

La mano, segunda parte


El viernes- amanecer sábado no pude dormir, tenía calambres constantes en todos los dedos, se me quedaban rígidos y se me movían solos. Aunque soy una miedosa pendeja para los doctores, Fernando me convenció de ir a Urgencias. Cuando llegué, la doctora de guardia–esta sí muy amable –me dijo que tenía que esperar que la Dra. Gilipollas me viera los resultados de la radiografía y que siguiera tomando ibuprofeno hasta entonces.

El lunes, temiendo lo peor, fui a la cita en la Oficina de CatSalud. Cuando llegué… ¡había otra doctora haciéndole el turno a La Muy Gilipollas Estimable Doctora! Casi me pongo a bailar en la sala de espera. Una señora al lado mío me dijo “qué lástima, la Dra XXXX es tan maja! Disimulé mi mohín despreciativo y me senté a esperar que me atendieran.

La Doctora Nueva y Buena me dio una referencia para hacerme una electromiografía tras explicarme que no aparecían anormalidades ni daños en los huesos. Tengo que ir a un centro neurológico de no sé qué, he llamado varias veces y siempre está la línea ocupada, pero al menos estoy un pasito más adelante.

Creo que tenía un bloqueo terrible, porque en cuanto me atendió otra persona se me ha ido mejorando el dolor, la rigidez, los calambres…

Foto: foto de mi radiografía… por cierto es la primera que me hago en la vida,
me hizo mucha gracia verme los huesos de mis flaquillas manos.
Las cosas raras que se ven detrás de los huesos es el fondo de la ventana
donde saqué la foto.


martes, marzo 27, 2007

El penúltimo sueño, Ángela Becerra

Lo que digo yo:

Me encantan las historias de amor, es mi componente ñoño… pero todo con medida. Terminé de leer El penúltimo sueño, de Ángela Becerra (Premio Azorín, 2005) y creo que si me voy a revisar el azúcar, la tendré por las nubes. Ahora, la novela tiene el gran mérito de que es interesante la historia que cuenta y las descripciones… de hecho, la autora te transporta a los lugares que va retratando y teje la historia de forma que querés saber más y más.

Cuando me encuentro con este tipo de libros siempre me pongo a pensar qué vale más, si el estilo, el fondo, la fluidez. Alguien me dijo que mi medida de cuan bueno es un libro debería ser si me lo leo de tapa a tapa, casi sin parar. Si es así, este es un buen libro… si valoramos otras cosas me parece que se queda cojo: es demasiado cursi.


Lo que dice la contraportada:


Esta magistral novela es un inmenso canto a los sentimientos, por encima de los intereses, las normas y los dictados de cada momento. Joan Dolgut y Soledad Urdaneta viven el amor en un contexto en el que todo los separa: las clases sociales, las costumbres, el dinero... incluso un océano. Su vida se convertirá en un permanente y dilatado sueño inacabado, que sólo despertará al término de sus vidas, con un sorprendente final. Sus respectivos hijos tratarán de descubrir el gran secreto que dominó la vida de sus padres y los llevó a la muerte. Entre ellos dará comienzo una historia que entrelazará sentimientos inesperados, pasiones sin resolver, contradicciones, equívocos, espiritualidad y erotismo, narrados con una intensidad única.

viernes, marzo 23, 2007

Hablando de corazonadas

Ayer hablé de Sara Astica, mi profe de teatro, que estaba agonizando.
Ayer murió, aunque me acabo de enterar.
A veces la casualidades son demasiado grandes, no sé qué pensar de mis famosas intuiciones.
Bueno, que descanse en paz, que se lo merece

¡Tengo mi vestido de novia!



Después de probarme unos 25 o 30, ver al menos 120 en catálogos y pensar que todo estaba perdido …


¡Tengo Vestido de Novia!




Sí, se siente como cuentan en las películas, la novia en cuestión (es decir, yo) no puede contener la emoción y llora. En mi caso lloré dos veces, en dos tiendas distintas, pero hoy me pusieron un velo hermoso (y eso que yo no quería velo, o eso creía) y tuve que respirar hondo varias veces para mantener el tipo. Me decidí, di la señal y el veintialgo de junio tengo la primera prueba.

Supongo que es el ver materializado algo que uno quiere de corazón, el dedicarle tiempo y energías a encontrar ese con el que vas a decir “sí” a un proyecto de vida. Pero además, con toda la vergüenza del mundo, acepto que: SOY UNA VANIDOSA, Y SE ME VE DIVINO.

Estoy feliz, emocionada, acelerada… ¿ahora quién me quita esta sonrisa de tonta de la cara?



Ps. La foto es de Terry Vine. Y no voy a contar cómo es, será secreto marcial hasta el 18 de agosto.

jueves, marzo 22, 2007

Sara y la "brujita"



A veces tengo corazonadas que no sé explicarme. El año pasado, cuando fui a Costa Rica, aproveché para hacer visitas poco usuales. Una de ellas fue a mi profesora de teatro, Sara Astica –chilena de nacimiento y exiliada en Costa Rica-, fui con mi amiga "P" a su casa una tarde en la que el aguacero fue torrencial.

El domingo antes de verla se me cruzó un pensamiento en la mente, a pesar de que no tenía ningún indicio para tenerlo. Pensé que tenía que aprovechar la oportunidad, porque era probablemente la última que tendría de verla con vida. Lo seguí pensando cuando nos despedimos de ella, que agitaba la mano desde la entrada de su casa después de darnos pan con su mermelada de naranja casera, y sobre todo me lo confirmó que nos confesó que no quería hacer teatro nunca más, ella la más apasionada renunciaba a su profesión y oficio, porque desde que había muerto su esposo Marcelo Gaete, los escenarios le daban tristeza.

Unos meses después de que volví, mi amiga P me contó que le habían diagnosticado cáncer de pulmón. Dejó de fumar muy tarde, solo después de ver morir a su esposo por el mismo mal. Hace pocos días, P me dijo que se había ido a Chile con sus hijos y que está agonizando.

Me da mucha tristeza, pero más me asusta haberlo sentido antes de que pasara. Tengo una amiga que me llama “brujita”. Lo malo es que estas cosas me pasan de vez en cuando, y nunca sé si es paranoia o intuición.

En todo caso, desde aquí trato de pensar que puedo mandar buenas vibras a esa señora hermosa, que imagino reduciéndose a poquitos, pero feliz de hacerlo entre sus hijos y en su patria, tantos años después de verse obligada a salir.

Por eso te lo cuento.

Dejame que te cuente del mar al que quise anexarme. Tenía siete barcas, tres cayucos, un yate y dos botes: vacíos, anclados, pero con promesas de movimiento. Nadé por el puerto y me perdí en risas. Algún día el sol me llenó de historias, me sedujo el viento, me detuvo un caracol que jugaba con el cangrejo. Absorta, absurda, anduve por la arena tan indolentemente que me secuestró el silencio. Finalmente huí, arrastrando el cuerpo.

Dejame que te cuente del río en el que hice campamento. Era remanso de paz toda la superficie, con aguas apacibles dibujando pequeños remolinos. Había leña seca en una cueva cercana, podía pescar, sembrar, cazar. Luego descubrí que en el fondo, no muy profundo, dormía –como Ness- el pequeño monstruo de las mil mentiras. Cuando dije tantas que me costaba flotar, alcé mi improvisada villa y busqué otro sitio, un nuevo silencio.

No voy a contarte, eso sí que no, del volcán y el fuego; ni de la nube con vaivenes eternos, ni del elefante que se rió de mis miedos, ni del catalejo que perdí en batalla, ni del dinosaurio que me quiso y lo quise –pero de lejos-. Es que si te cuento, sería eterno el encuentro: yo he visto dragones, he visitado arañas, me han sacrificado en torres, he sido a veces muy canalla. No te cuento, y así, puedes imaginar que miento.

En cambio ahora me siento, y te cuento un nuevo cuento. No sé de qué se trata, si es suspiro o es ron viejo. No sé si tiene alas o se arrastra por el suelo. No sé si canta al alba o se queda quieto. No sé si puedo atraparlo o se escapa sin remedio. Pero sí te cuento que yo, repleta de sentimientos, conociendo finalmente los parajes de mis cielos, desde que estoy a su lado olvidé los cuentos viejos. Tengo una chispita loca, como el gnomo del jardín ajeno, y me relamo, segura, en esta historia-leyenda-poema-soneto, este cuento que se transforma y que nunca deja de ser bueno.

Y es por eso que te lo cuento.

martes, marzo 20, 2007

Increíble pero cierto II Parte

Para todos aquellos que han hecho cursos prematrimoniales de miedo, les tengo una noticia que les va a hacer saltar la vena de envidia: en mi curso prematrimonial, el tema de sexualidad incluyó la anticoncepción. Así de claro, como una posibilidad que no te lleva al infierno. Sí, la iglesia estimula el tener hijos, pero según los que nos dan el curso, la iglesia también ha aceptado que el fin del matrimonio no son los hijos, si no el amor mismo de la pareja.

Eso por un lado. Por otro… este curso, lejos de ponerme a la defensiva con el tema matrimonio, me hace confirmar cada uno de los sentimientos y razones que me llevaron a tomar la decisión. Cuando uno aprende que el amor no está ligado con el sufrimiento, no le queda más que sentirme inmensamente feliz.

Yo me saqué la lotería con Fernando y el 18 de agosto me dan el certificado de que es así.

La ranita se fue de paseo, creo que no volverá en un buen tiempo…

lunes, marzo 19, 2007

La Eva Futura, La Letra Futura; Lucía Etxebarria

Lo que digo yo
Como ya tengo claro, cuando leo un libro de Lucía Extebarria me debato entre amarla y detestarla. Me suelen resultar geniales y molestos, todo a la vez. En este caso simplemente disfruté mucho de sus opiniones, la mayoría de las cuales comparto. El libro está formado por dos ensayos “La Eva Futura” y “La Letra Futura”, el primero versa sobre el papel de la mujer a finales del siglo XX y principios del XXI, y el segundo sobre el funcionamiento del mundo literario, específicamente en España.

Del primer ensayo rescato su visión feminista en el mejor sentido del término, es crítica con las mujeres que se van al extremo, las que reclaman derechos mayores que los que tienen los hombres y las que al defender sus posturas hacen en contra de ellos exactamente lo que critican. Sí, a veces se pierde del tema y termina hablando de otras cosas que no vienen a cuento, pero es interesante de todas maneras.

Del segundo ensayo puedo decir que es un “most” para cualquiera que pretenda dedicarse a escribir. No da recetas, no dice cómo o qué hay que hacer para ser “escritor”, solo plantea su caso. Luego reseña los principales términos a conocer por los escritores, algunos con mucho humor y te deja con ganas de sentarte a escribir.

Lo que dice la contraportada La Eva Futura: Cómo seremos las mujeres del siglo XXI y en qué mundo nos tocará vivir En un mundo artificial, contaminado, en el que las estructuras familiares se desintegran, los alimentos se manipulan genéticamente, la realidad se traslada a un universo virtual, las relaciones personales son cada vez más violentas y sólo los bits perduran, ¿quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos las mujeres del tercer milenio? Un documentadísimo y ameno estudio sobre la antiutopía postindustrial escrito por una periodista que ostenta el dudoso honor de haber sido censurada y/o despedida en los medios más respetables del país.

La Letra Futura: El dedo en la llaga: Cuestiones sobre arte, literatura, creación y crítica Todo lo que usted siempre quiso saber y nunca se atrevió a preguntar sobre los entresijos del mundillo literario revelado por una de las plumas más cáusticas de la joven narrativa española. Editores, agentes, escritores, dimes y diretes, cotilleos frívolos, reflexiones serias y datos contrastados desfilan por el que probablemente sea el análisis más crítico que se haya hecho sobre el presente estado y el difícil futuro de la literatura.

Regalo ranita, con pedigrí


Tengo una ranita atravesada en la garganta desde ayer. Debo haberme dormido en un pantano de sentimientos sin darme cuenta y la muy ágil aprovechó para colarse.

Regalo ranita, con todas las vacunas (y sin modales, pero de pedigrí).


Foto: Frans Lemmens / ¡la foto es de una ranita de Costa Rica!

jueves, marzo 15, 2007

El club de los escritores suicidas


Siguiendo mi línea de amor-odio con Lucía Extebarria, hoy me compré otro de sus libros. Se llama La Eva Futura. La Letra Futura. Son dos ensayos, uno sobre la mujer y otro sobre literatura, empecé por el segundo hace un par de horas y ya me tragué 60 páginas.

Entre otras cosas que tengo muy frescas, la Extebarria dice que –y la respaldan algunos estudiosos –los artistas somos en esencia neuróticos, bueno, todos los seres humanos tenemos algo de esto, pero que en los artistas es mayor. No sé si es exactamente esa la mejor descripción de un artista, pero sí que entiendo que el querer producir algo para que alguien más lo vea, lea, escuche, admire, tiene un fuerte componente de deseo de visibilidad. Pero también habla de que el acto de escribir, para ella, responde a una necesidad. Paré de leer y entendí que probablemente la mayor parte de los escritores, o los que aspiramos a serlo, tenemos ese impulso.

Hace unos días hablaba con Fernando de por qué escribo. Y no pude responder otra cosa que porque no puedo hacer otra cosa. Me explico… un día sin escribir o sin pensar en que hacerlo me es absolutamente imposible. Paso el día entero con la mente entre las letras y cuando me dan las rachas puedo invertir cinco o seis horas frente a la pantalla. No puedo vivir sin escribir, aunque lo de escribir no me dé para vivir.

Recuerdo que una vez, hablando con mi papá (que de paso es escritor) de la vocación de uno en la vida, me decía que él tenía claro lo que yo quería desde que estaba muy pequeña. Habían y hay dos grandes pasiones definidas: el teatro y la escritura. Organizaba obras y jugaba a montar numeritos cada vez que podía desde que tengo memoria. Y escribía, a escondidas para que nadie me preguntara, pero siempre lo he hecho.

La primera vez que mandé algo a un concurso literario tenía 9 años. Leí sobre un premio para cuentos infantiles y con mi amiga de la escuela nos pusimos a escribir. Calculo que pasamos un mes inventando cuentos todas las tardes y mandamos aquel libraco, escrito por dos enanas en la máquina de escribir de mi casa.

Cuando le pregunté a mi papá, llorando, que por qué no nos habían dado el premio, me explicó dos cosas. Primero que el famosos concursete era para adultos, pero que no me lo dijo para no quitarme el impulso de escribir; segundo, que esto de los premios siempre es un poco "truculento". Mucha subjetividad, por no hablar de intereses previos y comerciales.

La pregunta que sigo sin resolver es de dónde viene la necesidad. Digo en mi caso, porque conozco veinte mil historias de escritores atormentados, pero yo personalmente me considero una persona medianamente normal, sin traumas demasiado marcados (al menos no más que los comunes, la adolescencia, la discriminación, etc etc etc) y bastante feliz.

Pero algo, aquí adentro, pide a gritos cada día que se le deje salir. Me pregunto, también, si los genios necesariamente son seres atormentados, no porque aspire a serlo, si no porque esto de pensar que solo el extremo psíquico lleva a la buena creatividad me parece espeluznante: Hemingway, Woolf, Maupassant, Storni, Jack London, Horacio Quiroga, Von Kleist, Mishima, Pizarnik… por hablar de algunos, se hicieron famosos por sus libros pero también por sus disfuncionales vidas que acabaron en suicidio. Todos atormentadísimos, tanto que incluso algunos de ellos se mataron de formas dramáticas, ya rayando en el rollo cine (eso de ahogarse en un río con piedras en las bolsas... o de meterse en el mar hasta que al agua te cubra...). La misma Extebarria confirma en este libro sus problemas mentales y de vida, sus intentos de evasión y suicidio, y es una de las autoras más leídas de este país.

No sé… no termino de entender pero creo que alguna relación debe haber.


Por ahora dejo el tema, me pongo a escribir.



PS. lo siento, no sé quiénes son los fotógrafos responsables en estos casos! Pero los retratados son: Alfonsina Storni muy sonriente, quién lo hubiera dicho; Ernest Hemingway en pose de "soy escritor", Alejandra Pizarnik con su carita ojerosa y la Virgina Woolf, inexpresiva y casi fantasma.

domingo, marzo 11, 2007

Lo hice

Me tembló el pulso, me dio dolor de panza, sigo en etapa de shock y aceptación.

Me lo corté... todo, me lo volé enterito. Creo que fueron al menos 16 dedos menos de pelo, no sé ni siquiera cuántos centímetros, no me atreví a medirlo pero me dejé solo los ricitos naturales.

Talvez no se note demasiado el cambio, pero yo todavía estoy en etapa de acostumbrarme, ni siquiera sé usar el shampoo, me pongo demasiado y luego la ducha es una zona de desastre, la espuma se multiplica, casi me traga, tarda en salir: recuerdo la próxima vez que tengo que usar poquito poquito poquito; de vez en cuando hago el ademán de recogérmelo. Muy gracioso.

Dentro de cinco meses me verán con otro look extremo: trenzas largas, por media espalda. Jiji.

Acepto críticas, cumplidos y silencios, mientras sean sinceros.

Después de 17 años de pelo largo,
aquí está:


Denise en versión original y sin subtítulos



miércoles, marzo 07, 2007

¡¡¡Me lleva!!!

Estoy que me lleva la gran petra. Desde hace varios meses tengo un problema en el brazo izquierdo, ando con el dedo pequeño dormido (siempre) y el costado de la mano izquierda. Se me acalambran los dedos, no tengo fuerza en esa mano y, lo que me parece más grave, no tengo fuerza para juntar el dedo meñique al resto de la mano cuando la tengo estirada.

La estimable doctora a la que fui me había dicho que tenía tendinitis, reposé el brazo y tomé las medicinas que me mandó… mejoró, pero hace cosa de un mes empecé otra vez, aún peor porque no puedo unir el meñique ni el anular al resto de la mano. Ahora son los dos. Cualquier peso, aunque sea pequeño, hace que se me acalambre el brazo entero; siento un hilito de dolor desde la muñeca hasta el hombro, no tengo control sobre el movimiento sobre todo del dedo meñique y me cuesta hasta hacerme un moño. En fin, que estoy evidentemente jodida.

Pero veamos el divertido diálogo que montamos, después de explicarle los otros síntomas.

YO:
No puedo juntar los dedos con la mano estirada.

LMGED (La Muy Gilipollas Estimable Doctora):
Ponla aquí (me la pone sobre la mesa, en reposo y ella con su mano me junta los dedos al resto de la mano) claro que puedes juntar los dedos, ¿ves?

YO:
Claro, en reposo y si uso la otra mano para juntarme los dedos puedo. Pero estirada y con la propia fuerza de la mano no puedo (hago de nuevo la demostración)

LMGED:
Pero no lo pienses, hazlo. (aquí empiezo a cabrearme, qué pedazo de cabrona “no lo pienses”)

YO:
No lo estoy "pensando", estoy tratando de unirlos y NO PUEDO (sigo intentándolo, incluso cambio la mano de posición). Solo puedo unirlos con el puño cerrado.

LMGED:
Pues no sé que decirte, chica (qué bien, para eso va uno al doctor, pienso yo), seguro que siempre has tenido la mano así y no te habías dado cuenta.

Sí claro, pensé, CLARO QUE SIEMPRE LA HE TENIDO ASÍ, POR ESO VENGO AL DOCTOR, pensé, mientras soltaba una sonrisita, solo para no escupirla. Claro, toda la vida he tenido problemas de estos, nunca he logrado cortarme las uñas como una persona normal (ahora puedo hacer el movimiento pero no logro la presión para hacerlo), siempre he tenido problemas para hacerme una coleta, nunca he juntado los dedos con toda la mano estirada, jamás he bebido agua de mi mano hecha cuenco para lavarme los dientes (evidentemente con los dedos malos se me escapa el agua), mi estado normal es la incomodidad porque mi dedo meñique y el anular se mandan solos... hasta lo disfruto ¿porque a quién se le ocurre que uno los controla?, y es normal y divertido tener calambres que te hacen soltar lo que sea que tengas en las manos… ¡ESTÚPIDA!

YO:
No, no he tenido la mano así siempre.

LMGED (con visible cabreo): pues no sé, te mando a que te hagan una radiografía y me traes después los resultados. Pero ya te digo yo que no va a salir nada.

¿Entonces para qué carajos me manda nada? ¿Cuál es su problema en la vida? ¿De verdad la tipa cree que voy a ir a inventarle males que no tengo? ¿O me cree tan idiota como para no notar una deformidad así durante casi 28 años de vida?

Salí con el hígado peor que la mano, escupiendo bilis, con ganas de devolverme y ser bien insolente, mandarla al carajo, cag... en sus muertos, vomitarle el escritorio. Pero claro, mientras no tenga dinero para una clínica privada ESTA MUY GILIPOLLAS ESTIMABLE DOCTORA será siempre mi médico. Siempre. Por los siglos de los siglos amén. O sea, que estamos bien.















¡¡¡Me lleva la grandísima!!!

Ps. Pongo las fotos que me acabo de hacer de mi mano izquierda y la derecha, en la misma posición, solo para verlas de vez en cuando, así talvez entienda lo que ella ve tan “normal”.

Increíble, pero cierto

El lunes pasado empezamos el curso prematrimonial, es en la Sagrada Familia (no en la iglesia, si no un salón al lado, pero igual suena muy sexy decir que es ahí) e –increíble pero cierto- al menos este primer encuentro fue genial.

Una pareja, con años y años de casados, lo dicta… bueno, no lo dicta, porque lo único que hacen es conversar y procurar que todos los hagamos. Te dan un cuestionario para cada sesión, el primer tema fue “Psicología de pareja”. Entre otras cosas, te piden que pensés en las preguntas por tu lado, luego que se hable con la pareja y el lunes siguiente se conversa con el resto del grupo.

Hay otras parejas: la médico y el ingeniero que se comportan como dos señores aunque no lo son, pero sí son muy agradables, la inspectora y el inspector de Hacienda que son divertidísimos y se dicen las cosas más bonitas, la arquitecto y el ingeniero que tienen un perfecto balance de timidez y desfachatez, el musculitos y la nena (no sé qué hacen, lo olvidé) que son extraños, parece que se soportan poco pero se gustan mucho físicamente… o disimulan su amor con gran facilidad. Y por supuesto, nosotros dos, que es evidente que no nos voy a clasificar.

Lo más triste: que al cachas le costara sudor y sangre decir las cosas que le gustan de su novia, para luego dar la respuesta más descafeinada del universo. Y que a la nena le apasionara más (se notaba por el tono de voz) hablar de los defectos del muchachillo que de sus cosas buenas.

Lo más gracioso: en pocos minutos todos habíamos entrado en confianza y aquello era una fiesta de bla bla bla bla. Tanto que de 14 preguntas del cuestionario, no logramos pasar de la primera.

Lo mejor: que te obligan a tomar tiempo para conversar. Tenés que decirle a tu pareja las cosas buenas y las cosas malas, y así, fuera de contexto, las buenas son mejores y las malas son manejables.

Veremos si el día que llega el sacerdote a hablar de fe se me para la peluca, por ahora me parece la manera más inteligente de hacer un curso de estos.

Ilustración: Mc Millan Art

viernes, marzo 02, 2007

Plataforma, de Michel Houllebecq

Lo que digo yo:

La verdad que arrancar con este libro me costó mucho pero mucho trabajo. Me parece que peca de pedante, es como si quisiera dejar claro lo “culto” que es, pero para mí una novela se trata de ver la historia, no de tener percepciones sobre la vida del autor.

De todas formas, el tema es interesante y está tratado de una forma novedosa, me explico: habla de la prostitución como un valor de consumo, normal y positivo. Defiende el turismo sexual, lo encasilla en un consumible más en la sociedad. No deja de tener razón pero es molesto es que las escenas sexuales están metidas por todas partes, en muchos casos innecesariamente. No defiendo el puritanismo, y creo que hay novelas donde si no hay sexo, poco sentido tiene la trama porque se vuelve superficial. En este caso, ya que va mucho sobre la sexualidad, lo entiendo: pero es injustificado que te explique siete veces en el libro como masturban las filipinas (¡¡¡entendí con una, Houllebecq!!!). Además, ni siquiera está escrito provocativamente, es decir: se lee como manual de anatomía.

Por el lado bueno, es evidente que Houllebecq sabe contar historias que nadie más se arriesgaría a contar, al menos desde el punto de vista en que lo hace. Y que habla de realidades de la sociedad de consumo, donde todo TODO es susceptible de ser vendido y comprado, en eso le reconozco su valentía para ponerse en la postura que lo hace. Incluso al final, por un incidente que no cuento para no echarla a perder, me di cuenta de que yo misma estaba de parte del personaje central.

Interesante si uno quiere ver al abogado del diablo en acción, o si tiene ganas de leerlo a sabiendas de que sus opiniones (las del personaje, no juzgo al autor) pueden llegar a ser repulsivas, pero que sí, hay algo de verdades detrás.


Lo que dice la contraportada:

Michel, parisino de cuarenta años, es funcionario en un ministerio. Apocado y apático, está aburrido de todo y se siente incapaz de experimentar ninguna emoción. Poco después de la muerte de su padre decide partir: lo esperan una vacaciones en Tailandia para olvidarse de todo y sumergirse en un paraíso de placer. En el oasis del turismo sexual, Michel vive un encuentro de imprevista intensidad: conoce a Valérie, directiva de "Nouvelles Frontieres". De vuelta en París, Michel emprende, junto a Valérie y un amigo, una aventura empresarial: crean una red mundial de colonias turísticas en las que el sexo se practique libremente, los deseos estén en venta, la prostitución sea una actividad legal. La iniciativa conoce un éxito inmediato.

La cuarta mano, John Irving


Lo que digo yo:

Irving tiene una habilidad impresionante, esa que cualquier novelista quisiera tener: contar cualquier cosa y hacerla creíble. Mete a sus personajes en líos y enredos espectaculares, los hace absolutamente detestables y –sin embargo –uno termina deseando que las cosas les salgan bien.

Ya me había leído “El mundo según Garp”, del mismo autor (es uno de mis libros favoritos, a pesar de que es bastante extraño) y me compré uno más que se llama “Una mujer difícil” que aún no he leído.

La cuarta mano” es, por decirlo de alguna forma, menos “juguetona” como novela que “El mundo según Garp”, menos irreverente. Pero esto no quita que esté muy bien escrita, con la fluidez que lo caracteriza (aún en la traducción), personajes de los que te enamoras por sus desviaciones y defectos y, sobre todo, un airecillo de rebeldía del propio autor.

Con esta novela confirmo que el estilo de Irving es de los que me gustan.


Lo que dice la contraportada:

Patrick Wallingford no tiene la culpa de ser irresistible para las mujeres. Aunque su pasividad vital y su desdibujada personalidad sean irritantes, aunque su escasa iniciativa sentimental y profesional sea un incordio, todas desean acostarse con él, y lo cierto es que no les cuesta mucho conseguirlo. Wallingford es periodista en un canal televisivo peligrosamente decantado hacia el sensacionalismo hasta que, en un tragicómico episodio laboral, pierde la mano izquierda y se convierte, de la noche a la mañana, en noticia mundial. Un cirujano le implantará la mano de un muerto en accidente. Pero ese cuerpo extraño, único miembro que ha sobrevivido de otro ser humano que amó, gozó y sufrió con inocente inconsciencia, se enseñoreará misteriosamente de Wallingford, quien, al recuperar el tacto, descubre con asombro aspectos inéditos de su vida emocional. Tal vez a ello no sea ajeno el extraño pacto con Doris Clausen, la joven y hermosa viuda del donante..
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