miércoles, mayo 30, 2007

¡Feliz feliz sí cumpleaños a tí, a tú!

Yo cada mañana agradezco despertar al lado de quién lo hago, pero hoy le agradezco a la negligencia médica que Fernando aterrizara en el planeta, hace treinta y puf añitos.

Me explico: después de operarse de la apéndice, el doctor le indicó a Grete, mi suegra, que tenía unos “pinchos” en la zona pélvica. Grete se preocupó, sobre todo porque desde los 10 años le diagnosticaron “exóstosis múltiple”, que es una enfermedad de huesos bastante rara y jodida que produce el crecimiento de bultitos óseos. De hecho, para ese momento había pasado decenas y decenas de operaciones porque los famosos bultos obstaculizan el funcionamiento de los músculos (además de que duelen en puta, claro, es -por ejemplo- un pincho en medio de la rodilla, a ver quién es el guapo que la flexiona sin ver las estrellas o en algunos casos quién es el guapo que puede flexionarla).

Tenía 23 años y estaba pensando quedar embarazada… eso de tener pinchos en la pelvis no sonaba nada bien. Fue, se hizo los exámenes y el doctor le dijo que todo estaba en orden. Al poco tiempo Fernando nadaba en líquido amniótico y los papás estaban radiantes de saber que podrían tener hijos.

Como las ecografías son invento reciente y las radiografías eran peligrosas en los primeros meses, no fue si no hasta el sétimo mes que Fernando padre y Grete pudieron ver la imagen de su bebé… para sorpresa del doctor amigo que revisó la radiografía, en ella se veían claramente tres pinchos puntiagudos en dirección a la cabeza del bebé. Pero, hete tú que ese chiquillo se había arrinconado hacia el otro lado, lejos de los huesos peligrosos. Para ese momento no sabían si lograría nacer bien o no. Dichosamente nació bien.

Doctor negligente: es usted un mega ultra requete cabrón. Nadie entiende cómo se le fue una cosa como ésta, ya que cuando termina el crecimiento dejan de salir los bultitos, es decir, ahí tendrían que haber estado cuando Grete se revisó. Tampoco se entiende cómo se salvaron madre e hijo, pero lo hicieron los dos. Señor don doctor cabrón, yo se lo agradezco con toda el alma, porque su irresponsabilidad es lo mejor que me ha pasado en esta vida.

¡Feliz cumple, Fernan!


¡Feliz- Feliz "sí" cumpleaños... a tí, a tú!



Sigo pensando lo que dije al año pasado, aunque ahora es mejor, más grande, más bonito, más emocionante… ¡más de todo!


Ps. En la foto, que supongo que sacó mi suegro, está Grete y el Fernan, sí, esa zanahoria tierna es mi casi marido hace unos añillos. El relato en palabras del Fernan está por aquí. Y la foto del pastelito es de Kris Timken

martes, mayo 29, 2007

El Perfume, Patrick Süskind


Lo que digo yo:
Ya me lo habían dicho… es un libro envolvente. Creo que lo que más me gustó, lo apasionante, lo sorprendente es que logra transmitirte la visión de Grenouille, de repente me vi imaginando olores. Eso y la riqueza del lenguaje, como si el mismo autor quisiera también abarcar al olfato y le faltaran expresiones. Me encanta la idea que maneja de que la percepción de los demás depende de lo que perciban con la nariz, aunque no se den cuenta… es que me dejé convencer y pienso que –más allá del atractivo, que sé que funciona por hormonas y olores –ese puede ser el factor secreto de las relaciones humanas: talvez tenemos los amigos que tenemos y nos rodea la gente que lo hace por su olor.

Lo que dice la contraportada:
Quizá los olores evoquen el privilegio de la invisibilidad. Antes del tacto, sucede el olor, como mensajero de una esencia que sabe desaparecer en el aire y ser agente de un gran poder. La seducción que despliega el olor es implacable: se instala en nosotros y sella su poderío en los tejidos de la memoria.

Jean-Baptiste Grenouille tiene su marca de nacimiento: no despide ningún olor. Al mismo tiempo posee un don excepcional: un olfato prodigioso que le permite percibir todos los olores del mundo. Desde la miseria en que nace, Grenouille lucha contra su condición y escala posiciones sociales convirtiéndose en un afamado perfumista. Crea perfumes capaces de hacerle inspirar simpatía, amor, compasión.

Patrick Süskind nos transmite una visión ácida y desengañada del hombre y nos propone una inmersión literaria en el arco iris de los olores y en los abismos del espíritu humano. Convertida en una de las mayores producciones cinematográficas europeas de la historia, El perfume es un libro repleto de sabiduría olfativa, imaginación y amenidad.

Fauna y flora del 470.

Mi edificio es un cúmulo de rutinas y fauna extrañas


Un señor que no veo
(vive en el mismo edificio pero varios pisos más arriba) se asoma al balconcito y silba, no falla, es a las 10:15 am. Pero, después de eso hace sonidos rarísimos “aygh, aigh, piou, piugh, aygn, aygn”. Pensé que estaba como una cabra, pero cuando puse suficiente atención me di cuenta de que, cada día, un pajarito le responde. Supongo que también vendrá su ventana.

Los del piso de arriba mueven los muebles, bueno, los arrastran… me pone de un mal humor increíble, porque casi siempre me despiertan con ese rastrillar chirriante. Tengo mucha curiosidad de por qué cada mañana deben cambiar la posición del sofá. ¡No lo entiendo!

Una vecina no identificada que tiene una vida sexual bastante saludable. Me alegro por ella, pero es un poco demasiado expresiva… la pobre suena como un perrito cachorro que le están tirando de la cola (“¿la pobre?” ¡Ja!). Me sorprende su capacidad de hacer tonos agudos, sobre todo con el volumen en que los hace.

El tipo del ático está muy muy muy tostado. A veces se enfiesta en las gradas, solo con su perro y espera que pase alguien. Según el humor que tiene hay dos opciones: ofrece “maría” y compañía (verso sin esfuerzo) o arma broncas. Sé de momentos en que hace las dos cosas ¿?, aunque últimamente ha encontrado un sitio más cómodo dónde enfiestarse: mi piso. Mis compañeras, que son la epítome de la delicadeza (sobre todo una, que es la princesita noruega por excelencia), son amiguísimas de él… droga gratis, claro. No tengo ningún problema con que se drogue, lo que no me gusta es que tiene cara de loco y es bastante agresivo cuando se le cruzan los cables. Yo, como desconfiada profesional que soy, puse un llavín nuevo en mi habitación.

Seguro que yo, que me creo tan normal, también entro en las personas raras que otros listan… y bueno, algo de eso hay. Como tengo “mi habitación” en otro piso pero vivo con Fernando, de vez en cuando se me verá salir del piso 1, atravesar el pasillo, abrir la puerta del piso 3 y volver menos de un minuto después con cualquier cosa en la mano (una bandeja de pollo congelado, un libro, un par de zapatos). A veces lo hago en pijama.

Y para acabar: la portera. Me encanta la figura de "portero" de este país. Suele ser una persona conversona y simpática pero irremediablemente chismosa. La nuestra "A" se sabe vida y obras de todos los del edificio... con decir que antes de que me viniera a vivir aquí -cuando estuve de visita la 1era vez- ya se sabía mi nombre. ¿Cuál será su secreto? ¿Es que desde el patio de luz común oye todo, o que la gente se lo cuenta todo? En cualquier caso, pienso que debe tener una cantidad de información en la cabeza que ya la debería fichar la Interpol.


Ilustraciones: The Design Unit y DAJ

viernes, mayo 25, 2007

Naufragio

Tantos se retiran como el mar después del tsunami… viendo la destrucción siguen su camino. Nunca llega el ejército de salvación, ni los bomberos, ni los marines gringos con sus caras de malas pulgas. Es como un naufragio en aguas de tiburones, más vale asumirse como el festín de tantos dientes, más vale no llorar, más vale rezar antes de que sea tarde, más vale no pensar en el frío ni en la humedad ni en el hambre. Más vale no sentir.

Hasta aquí no llega nadie, aunque hace rato que agito los brazos. Pero se puede oír el eco de alguien gritando sálvese quién pueda. Irónico, es como gritar nada, porque aquí nadie puede salvarse. Al menos yo no, es que no tengo salvavidas y nunca aprendí a nadar si no toco el fondo. Ya sé, puras tonterías, pero no puedo... ¡no puedo!

Y aún así, sigo sentada en el techo de esta casa que no conozco, viendo la inundación subir. Al menos ya no tengo que sujetarme a ramas que ceden -y que no sabía que cederían hasta que las muy malditas lo hicieron-. Juro por mi honor que no estoy esperando nada, pero ya todos sabemos que es mentira (sí, aunque haya jurado por mi honor) y que, con el silencio llenando hasta los poros, ansío el sonido del helicóptero entre las nubes. De eso o de un angelito con casco de acero que baje de una nube hecha de algodón de azúcar. O de un abrazo ¿has notado que suenan? Suenan a caramelo derritiéndose, o a botella al descorche: todo depende del abrazo.

Es lo patético de tener esperanzas, ni siquiera se reconoce cuando se está muerto. Lo bueno, en todo caso, es que no soy el único daño colateral (aunque otras “víctimas” disimulen su estado de putrefacción y sigan caminando por las calles). Lo malo, en todo caso, es que a veces se está más solo de lo que jamás se sospechó.

En fin. Patética sobreviviente de este tsunami que a veces parece naufragio. Ya ha sido suficiente de flotar y flotar, estoy a punto de escoger la inmersión de una sola vez.

Ps. Sí, es terrible, pero a veces le deseo infelicidad, aunque no lo confiese ni me dé permiso de decirlo en voz alta. Que sufra, que sufra, que sufra, me repito. Aunque después la culpa me coma las vísceras. Yo no empecé el bombardeo, en todo caso. Y no estaré libre de pecado, pero me da la gana tirar la piedra.

martes, mayo 22, 2007

Diccionario de nombres propios, Amélie Nothomb

Lo que digo yo:
Desde la página uno, Nothomb te arrastra a un mundo peculiar… y lo hace de forma verosímil, no sé cómo. Y página a página, igualmente sin saber cómo, me vi devorándome el libro entero (también es cortito, es verdad, pero me lo leí en dos sesiones) solo para seguir conociendo la mente retorcida y ocurrente de la escritora.

Se trata de Plectrude, la niña que quiere ser bailarina… pero también de su madre, de su padre y de su madre y su padre. De sus hermanas, de los deseos y los sueños, de las obsesiones, de la muerte. Diría que lo único que resentí es que a veces es tan ambiguo el hilo de narración que no sé si escribió por inercia y ya está, o si tenía claro qué quería contar. Pero qué más da… el teatro del absurdo, para no ir más lejos, a veces parece que no “habla” de “nada”, cuando yo creo que lo hace, y mucho. Igual aquí, todo lo que la autora no me dice me sirve para añadirlo yo.

Leí por ahí que Nothomb se repite mucho… no sé si es verdad, pero como es el primer libro que me leo de ella, simplemente disfruté del libro y de un poco de humor corrosivo, de crítica alejadísima del panfleto y de una prosa muy agradable.

Lo que dice la contraportada:
Este Diccionario de nombres propios muestra cómo se combinan en Nothomb dos capacidades sorprendentes hoy en día: la de inventar historias a una velocidad casi mayor a la que cualquier escritura pudiera seguir y la de tener un control completo de su materia, como si cada una de sus novelas fuera una pieza dentro del vasto mundo que su obra está destinada a representar, como una Comedia humana del siglo XXI; es decir: fragmentaria, femenina, sin mayores certezas que sus ambigüedades. Un mundo narrativo que, por otra parte, carece de parangón en la literatura del momento.

Títulos, titulitis, respetos...

A raíz de un post de JULIA (sobre un artículo de Luis Mata) y de la respuesta de LITERÓFILO, me quedé pensando en el asunto de los títulos y grados académicos. Sé que el hábito no hace al monje y que un título no convierte mágicamente a nadie en un buen profesional, pero con todo cariño para Literófilo, su opinión tampoco me parece atinada.

"literófilo dijo... Los titulos sirven para formar pequeños apartheid intelectuales, son una mierda clasista."
Como respondí en ese post de Julia, yo no creo que el título "haga" a nadie, en eso estamos de acuerdo, pero tampoco creo que haya que satanizarlo. Decir que no sirve para nada es negar la importancia del conocimiento reglado, si nos vamos al extremo es decir que para qué aprender a leer... si hay tantísima gente analfabeta en el mundo. Es decir, que según esta vía de razonamiento, el que estudia y termina es un clasista… por ende y según el mismo pensamiento falaz, quedémonos todos sin aprender a leer ni escribir. Leer y escribir ¿son mierdas clasistas?

Hay más de 6 mil millones de habitantes en el planeta y de esos, sólo mil millones, aproximadamente, tienen “acceso” a internet (lo que tampoco significa que tengan ordenador o dinero para pagarlo, solo que “podrían” hacer uso de la red). De esos, el 82% proviene de solo 20 países, el resto de países suma el restante 18% ¿Entonces, qué hacemos, prohibimos el uso de internet o lo satanizamos por ser una “mierda clasista”?

Una cosa es tener un título y OTRA es padecer titulitis, según interpreto el artículo de Luis. Me parece que las personas que se interesan (sea por estudiar y acabar, sea por estudiar aunque no acaben...) por una rama, por un conocimiento, por algo, merecen mucho respeto. Y sí, esos con títulos no pueden subirse en el tren de la pedantería, ni escudarse en ellos... PERO: yo no le digo al doctor lo que tengo, para eso el que estudió medicina fue él. Hay algunas vertientes del conocimiento humano que el que las estudia -formalmente en algunos casos, informalmente en otros según el grado de conocimiento reglado que se necesite-sabe más que los demás. Yo nunca sabré resolver ecuaciones diferenciales, aunque crea que es injusto que ese matemático tenga su título y yo no... él estudió y terminó o es un genio. El que arregla mi computadora cuando se descompone -por estudio o aprendizaje autodidacta -sabe hacer algo que yo no sé. Y también, la señora de la cafetería de enfrente conoce como nadie el secreto de la tortilla de patatas... es una genio de las ollas, yo no tengo ni de lejos su arte. Yo como no soy ninguna genio y las cosas no me salen por generación espontánea, me puse a estudiar.

Personalmente soy muy de academia y no creo que merezca menos respeto que alguien que -talvez más audaz que yo -llega a las mismas conclusiones sin ayuda. Estoy orgullosa de lo que he hecho, de las horas que le he dedicado al estudio. No me hace más que nadie, pero me niego a aceptar que eso me haga una clasista intelectual. He estudiado porque me llena A MI, no por demostrarle nada a nadie.

Y he aprendido tanto de la gente “estudiada” como de la que no lo es. No menosprecio lo que me ha enseñado mi abuelita, que con costos terminó la primaria. Entiendo que hay gente que le gusta la academia y gente que no, eso no desmerece a nadie para ninguno de los dos sentidos. Pero así como mi abuelita me ha enseñado mucho, de la misma manera agradezco las palabras de mi madre (máster) y de mi papá (doctor). Los respeto en cuanto personas y en cuanto profesionales. Mi madre trabajó desde los 12 años para poder estudiar. Mi papá estudió de noche porque si no trabajaba de día, no comía. Y me respeto a mí, estoy orgullosa de amar el estudio, de tener dos bachilleratos y una maestría ¡mis horas de dedicación me costó!


Ps. Fotos de Stephano Oppo y John Foxx

Las pequeñas memorias, José Saramago

Lo que digo yo:
Bueno, algún día tenía que ser. Y el día de decir que no me fascinó un libro de Saramago ha llegado. Supongo que lo que pasa es que solo es un vistacito a su vida, realmente no hay intriga.

Alguien podría decir que en sus libros la intriga nunca es lo primordial: cierto, pero al menos siempre plantea algún incidente desencadenante (por ejemplo: la península ibérica se despega del contintente/ la ceguera masiva invade una ciudad /la muerte deja de matar gente). En este caso no hay nada de esto, es simplemente asomarse a sus años de chiquillo sin siquiera una historia central que contar.

Supongo que tiene razón no-me-acuerdo-quién cuando dice que si los autores solo se ciñeran a la realidad, escribirían libros un poco aburridos. El personaje de ficción siempre es más interesante.

En todo caso, el libro es gracioso y bonito, sí, pero estoy convencida de que carece de todo interés para cualquiera que no esté ya de por sí en onda “Saramago”.

Lo que dice la contraportada:
“Déjate llevar por el niño que fuiste” Libro de los Consejos.

lunes, mayo 21, 2007

Garrapata y fin de semana.



"O como aquella garrapata del árbol, para la cual la vida es sólo una perpetua invernada. La pequeña y fea garrapata, que forma una bola con su cuerpo de color gris plomizo para ofrecer al mundo exterior la menor superficie posible; que hace su piel dura y lisa para no secretar nada, para no transpirar ni una gota de sí misma. La garrapata, que se encoge y acurruca en el árbol, ciega , sorda y muda, y sólo husmea, husmea durante años y a kilómetros de distancia la sangre de los animales errantes, que ella nunca podrá alcanzar por sus propias fuerzas. Podría dejarse caer; podría dejarse caer al suelo del bosque, arrastrarse unos milímetros con sus seis patitas minúsculas y dejarse morir bajo las hojas, lo cual Dios sabe que no sería ninguna lástima. Pero la garrapata, terca, obstinada y repugnante, permanece acurrucada, vive y espera. Espera hasta que la casualidad más improbable le lleve la sangre en forma de un animal directamente bajo su árbol. Sólo entonces abandona su posición, se deja caer y se clava, perfora y muerde la carne ajena..." Patrick Süskind, El Perfume.

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Este fin de semana:

-comí muchas porquerías, tantas que ayer mi estómago pedía tregua

-estudié con mi amiga Ale para su prueba de admisión del Institut del Teatre... me quiere tentar a hacerla pero no sé si le veo el sentido, después de todo no pretendo quedarme aquí mucho tiempo más.

-recogí mi liquidación en la tienda (suena como que me puse frente al paredón de fusilamiento), cuando Niña Bonita me preguntó qué tal estaba, saqué mi tono más digno y le dije "bien, ya me ves, de paseo y de compras... es la ventaja de no estar aquí un sábado por la tarde".

-fuimos al cine (ver columna de la izquierda) y por un café con mis amigas Mónica y Caro. Aunque la 1era es malagueña, habla casi siempre como argentina por influencia de su novio. Caro no tiene otra opción, es una argentinita completa ("pero buena gente", le digo yo y ella se ríe, después dice con orgullo "es que no soy de Buenos Aires"). A las dos les hace gracia que a veces suelto unas que sueno catalana... Sé, porque me escucho, que entono las frases distinto, pero ya sonar como autóctona es un poco extraño. En fin.

-terminé de leer el libro de Saramago, casi acabo el de Amélie Nothomb y empecé oficialmente El Perfume, aunque ya lo había "mordisqueado". Süskind es un genio.

Ahora, un poco perdida, empiezo la semana.


Ps. Nota curiosa, según esta página de internet, este bicho que está aquí, la arañita, es conocido popularmente como "papacito piernas largas", jajajajajaja.

jueves, mayo 17, 2007

7 divagaciones y contando

Metí la rabia en capsulitas y decidí dosificarme… una al día, es que por un momento temí morir de sobredosis. Me la estaba tomando toda en vasos grandes… sin hielo, sin limón, nada de nada. Además del malestar estomacal, empezaba a mostrar señales de intoxicación general.

Lo peor de todo, LO PEOR de TODO es gritarle a una puerta cerrada. Del otro lado, el que debería escucharte, se compró tapones para los oídos o tiene la música a todo volumen. Es probable que baile y cante como si nada pasara mientras el que toca la puerta ya ve cómo le corre un hilo de sangre por la mano, los nudillos destrozados de intentar hacerse oír.

Frase hecha “nunca se termina de conocer a la gente”. Respuesta deshecha: nadie lo piensa realmente hasta que esa verdad le saca los ojos. Todas esas frases que explican el comportamiento humano son metódicamente ignoradas, todos padecemos el síndrome de “eso no me va a pasar a mí”. Pues ¡sorpresa, sorpresa! Sí pasa.

Lástima que por la borda… se suicidó, talvez, no sé o no quiero saber. Creo que no está muerta, disimula para que yo me canse y me vaya. Maldita tu cobardía y la mía por no insistir. Bendita mi paz que está dormida, pero que saldrá del nido apenas se le acabe su invierno. Adiós, adiós, adiós, adiós. Y no, no te molestes en llamar. Puagh. Apaguen la luz, la traidora ha salido del edificio. Sí, tengo rabia ¿y qué? Anda a poner ojos de santa donde te los crean. Apaguen la luz, quiero que sea de noche otra vez.

Yo no quiero ser esta de ojillos llorosos. Quiero aprender, de una vez, a mandar a quienes se lo merecen al bote de basura. Pero hacerlo de corazón y sin dudas. No hacerlo para luego asomarme a la basura cada tres segundos, a ver si están bien o no, si necesitan algo, si no los ha asfixiado la bolsa.

Mi amiga Mónica dice que qué dichosa que soy sensible.
Patrañas, dichosos los que les resbala “teflonariamente” el mundo. Los que no se dejan tocar por nada que no sea importante, incluso envidio a la gente fría, calculadora e incluso, un poquito, a los malos malosos con caras de osos… yo quiero ser mala cuando sea grande.


Hoy no, no, no tengo muchas ganas. Tengo examen de catalán más tarde y me es indiferente. Pienso en estudiar algo más, otro máster o un doctorado y me es indiferente. Imagino mi regreso a Costa Rica y me es indiferente. ¿Es que para qué se hace tanta cosa, para qué carajos, para qué? Sí, sueno existencialista aquí, analizando el sentido de la vida de dónde vengo a dónde voy porqué estoy aquí, pero así amanecí. Lo bueno es que lo pienso y me es indiferente. Hoy soy Miss Apatía 2007, saludo indiferentemente con la mano y pido que me traigan mis mantas, tampoco quiero salir de la cama.

martes, mayo 15, 2007

Soc a l'atur

Parece que es un virus, a mi "hija" la Burguesita de Rottemburgo le pasó hace pocos días y ahora caigo yo. Después de recibir mi carta de “no haber superado el mes de prueba” y que, a pesar de eso, la encargada y la de recursos humanos me besaran los pies (vaya contradicción, “eres la empleada con la actitud perfecta pero anda pa’ tu casa”) me vine andando a mi casa y al llegar, busqué algunas palabras en el diccionario, a ver si me aclaro sobre mi status a partir de hoy.

desempleada.
1. adj. Que se halla en situación de paro forzoso.

tranquila.
1. adj. Quieto, sosegado, pacífico. Dicho de una persona: Que se toma las cosas con tiempo, sin nerviosismos ni agobios, y que no se preocupa por quedar bien o mal ante la opinión de los demás.

jefa.
1. f. Superiora o cabeza de un cuerpo u oficio.

cabrona.
1. adj. coloq. Dicho de una persona, de un animal o de una cosa: Que hace malas pasadas o resulta molesto.

Fue muy raro, me sentó mal porque jamás me han despedido, por otra parte sé que si no era para mí no tenía sentido seguir ahí aguantado a Niña Bonita. El viernes, además, creo que cometí el error de decir lo que pensaba y me da la impresión de que Niña Bonita no es de las que se toman bien las críticas.

En fin. Ahora una frase para aplicar el significado de las palabras.

Estoy desempleada pero tranquila y que jodan a esa jefa cabrona.

Ps. Me encanta como suena en catalán “estoy desempleada”, parece que se dijera “estoy atorada” (ver el título del post)

domingo, mayo 13, 2007

Llora la llorona


Yo soy muy llorona. Pero cuando digo “muy” no es exageración, si no lo contrario… se me queda cortísima la palabra. Cuando estaba pequeñilla, me preocupaba llorar mucho porque imaginaba que las lágrimas estaban todas metidas en un baúl diminuto dentro del cuerpo, y que se podían acabar.

Luego me di cuenta de que no era así, o mi baúl es enorme, porque jamás se me acaban los lagrimones. Puedo llorar de rabia, de impotencia, de frustración, de miedo, de angustia. A veces se me escapan las lágrimas por un cumplido (me da vergüenza, la verdad) o una palabra cariñosa. Me basta un abrazo en el momento indicado para soltarlo todo y si me caigo –aunque no me golpee muy fuerte –siempre me entran ganas de llorar. Lloro cuando estoy muy feliz, cuando siento que todo va bien, aunque ese llanto se mezcla con risa y no con ahogos, como en el caso contrario. Lloro si me siento poco querida y si me siento muy querida.

He sido y soy una llorona, lo que me ha dejado bastantes problemas porque la mayoría de las personas que NO lo son, suelen relacionar esa simple reacción humana con un solo motivo: la debilidad. Entonces, cuando sé que estoy en una situación de estas, el llanto se me vuelve un círculo vicioso (aguanto o intento aguantar las ganas de llorar, entonces pienso en por qué quiero hacerlo y me dan más ganas).

En fin. Que a veces quisiera tener la sensibilidad menos a mano, ser un poquito más dura con los demás y conmigo, especialmente. Quisiera, en resumen, ser actriz no solo de profesión, si no para la vida. Lo bueno, eso sí, es que después me siento menos mal.

Dejo aquí las instrucciones para llorar, de Cortázar. En lo que se equivoca es en la duración media, yo puedo llorar hasta veinte minutos y quedarme sin aire, como los bebés. Si no me pongo morada es porque mi color de piel lo disimula.

“Instrucciones para llorar, Julio Cortázar (de Historias de Cronopios y de Famas)"

"Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su
paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos”.



Ps. El cumple estuvo bien, ¡casi no lloré! y las fotos son de Manneret y de Tom Flach

jueves, mayo 10, 2007

Tauro.

Dicen por ahí que:

TAURO (21 de Abril al 21 de Mayo)
Símbolo : El Toro, que representa la estabilidad, la permanencia, los pies bien plantados sobre la tierra. Planeta regente: Venus. Elemento: Tierra, se le asocia con la paciencia, la determinación, lo práctico y la sensualidad. Cualidad: Signo fijo, determinación y persistencia. Frase clave: Yo Tengo. Palabra clave: Estabilidad.

Características positivas del signo Tauro
A Tauro les rige el Planeta Venus, son alegres, populares y de rápido entendimiento. Buscan seguridad, tranquilidad. Pueden ser callados en algunas situaciones y se puede decir que dóciles y humildes. Hablan usando muy bien las palabras, aunque a veces suelen ser hirientes. Los nativos de Tauro no soportan las mentiras, las intrigas, indecisiones ni los cambios rápidos e imprevistos. Poseerán habilidades manuales y artísticas. Los pertenecientes al signo de Tauro saborean la vida intensamente y se adaptan a todos los ambientes. Se toman el tiempo necesario para realizar sus proyectos, y cuando los consigue los resultados son magníficos y muy sólidos. Para estar bien consigo mismo precisan tranquilidad y, sobre todo, estabilidad.

Características negativas del Signo Tauro
Los nativos de Tauro pueden ser a veces irracionalmente tercos, perdiendo la simpatía de quienes les rodean. Hay momentos en los que también tienden a ser perezosos, se distraen con mucha facilidad. Su debilidad por la comida y el confort material a veces puede adquirir proporciones excesivas. Pueden atacar sin compasión a los que se les oponen. Son obstinados, orgullosos y sumamente celosos. Para poder entender a los Tauro, hay que aceptar abiertamente que ellos creen firmemente en el principio de la vida, la libertad y la lucha por ella y se manifiestan algo agresivos cuando no consiguen salirse con la suya.


Y yo me pregunto:

¿Será?

Como ha generado confusión, aclaro: Soy Tauro, o eso dice la astrología. Pero mi cumple es sábado 12 de mayo, lo que pasa es que llevo varios días haciéndome publicidad! :-)

Ilustración: Jing Jing

miércoles, mayo 09, 2007

Cosmofobia, Lucía Etxebarria

Lo que digo yo:
Hace unos días acepté que tengo por la autora el típico amor adolescente… me gusta aunque lo niegue y a ratos no quiera ni verla. Pero poco a poco vamos madurando, esta novela me gustó, sin los peros. Me sigue fascinando la facilidad narrativa y la fluidez con que escribe, siempre me imagino hasta los últimos detalles de sus personajes y de las situaciones.

En este caso, cuenta varias historias de personajes típicos de un barrio multicultural, El Lavapiés, en Madrid. A partir de ahí te hace descubrir la razón que lleva cuando dice que España es un país “multicultural”, pero no “intercultural”, porque no es común la mezcla. Pero además tiene la agilidad de poner a sus personajes –en muchos de los casos –a hablar desde los prejuicios y, con eso, te pone de frente a los tuyos propios. Por ejemplo, en alguna página pensé “qué tipa más prejuiciosa”, pero en otra no… eso solo me deja claro que el segundo prejuicio es parte de mi forma de pensar, por eso no lo detecto hasta que hago el ejercicio consciente.

En fin. Me lo leí en menos de una semana, así que pocas críticas puedo darle… como casi todos los libros de L. Etxebarria, lo devoré casi sin respirar y por puro placer.


Lo que dice la contraportada:

De la mano de varios personajes que se entrecruzan a lo largo de toda la obra, con una prosa más depurada que nunca, Lucía Etxebarría traza amores y destinos inmersos en la más cercana actualidad en una novela ágil y directa llamada a convertirse por méritos propios en el grito colectivo de toda una generación, en el certero retrato de una nueva sociedad más plural, más diversa. En la novela definitiva sobre una nueva época. La nuestra.

Una Lucía Etxebarria más lúcida y madura, con un extraordinario oído para captar el lenguaje de la calle y su ya emblemática sensibilidad para las cotidianas historias de amor, nos sumerge en la vida de uno de los barrios más representativos de Madrid, Lavapiés, y dibuja un fresco vívido, real, intenso, de sus virtudes, problemas e inquietudes marcadas por la inmigración, la pluralidad étnica y la lucha diaria, entre la modernidad y la miseria, por salir adelante.

martes, mayo 08, 2007

Noticia de último minuto: Lealtad ha muerto

A las tres con siete de esta madrugada encontraron a La Lealtad fría en el suelo del baño de su casa. No tenía muestras de violencia e incluso sonreía, como aliviada. El Silencio no ha querido hablar con la prensa, está en la suite presidencial, preparando el discurso que tirará por la ventana.

La Lealtad se suicidó con ansiolíticos, según fuentes confidenciales. Decía que nadie la entendía, aunque no tuvo la delicadeza de dejar una nota. El forense se rió del caso, lo declaró estúpido y por tanto cerrado y se fue a su piso de treinta metros a joder a su mujer. De todas maneras el forense no era un tipo muy astuto, no se dio cuenta de que si bien La Lealtad tomó la sobredosis de su propia mano, alguien había hecho el trabajo de llenarle la cabeza de malos humos. Algo así dijeron los detectives del caso, pero a nadie le interesa realmente si La Lealtad murió de causas naturales o si realmente se envenenó, de todas maneras eso de las muertes es bastante común.

Al funeral de La Lealtad no vino casi nadie, solo las lágrimas gemelas que vivían al lado de su casa, pero esas se asomaron por curiosidad, la verdad que nunca habían cruzado palabra con La Lealtad. Su esposo tenía que hacer doble jornada y tampoco pudo asistir, es lo que tiene ser El Silencio, hoy le tocaba plantarse en casa de Ella.

Y Ella, que sabía que era su culpa lo del suicidio, envió una corona de flores (que por supuesto se marchitó antes de llegar a su destino) y volvió a su casa de alto standing en el residencial El Engaño, a creerse tan mujer, tan mujer, tan mujer, tan dueña de su vida. Luego se atragantó con un caramelo de menta que le dio su vecina y estuvo vomitando toda la tarde, pero es que así es Ella, no soporta nada que venga de la del quinto, piensa que esa víbora de La Verdad intenta matarla.

Pero La Lealtad, antes de salir de esta tierra, miró a Ella con sorna. “El día que se dé cuenta…” pensó, “ese día tendrá ganas de venir a acompañarme, pero yo me encargaré de que El Silencio no le eche una mano”. Después pudo descansar en paz. O eso creían, porque La Lealtad es tan tonta tan tonta que renace e insiste, aunque muta. Por eso nadie se pone de acuerdo, nadie sabe de qué se trata y cada quién habla de ella como si la conociera, aunque luego no sepa cómo se le debe tratar.

La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger


Lo que digo yo:
Me leí esta novela bajo recomendación… al principio tuve miedo, porque en la mayoría de estos casos, cuando alguien me dice “es muy buena” espero demasiado y al final me falta un “algo”. Pero la verdad que no me quedé renca. Está muy bien escrita, es fácil de leer, te lleva de la mano por más de 600 páginas… aunque cuando se empieza no es tan fácil ubicarse temporalmente. Luego se vuelve lo "normal".

Lo que más me gustó es que la autora es muy ágil, presenta un personaje con el que te puedes identificar, que es bueno a pesar de que a veces tiene que ser un pillo. Eso y que la base de la novela es una idea de ciencia ficción: el viaje en el tiempo, pero lo maneja como si fuera un elemento más, no como el centro. Es decir, lo importante son los personajes y lo que les pasa, el asunto del tiempo es importante en relación con ellos.

Vale mucho la pena leerla, muchísimo, es un libro muy bonito, que se disfruta… un placer de narración donde se cuenta una historia de amor sin ser cursi, la autora sabe poner el énfasis en los momentos importantes pero no se queda ahí edulcorando innecesariamente.


Lo que dice la contraportada:
Clare y Henry forman una pareja aparentemente normal, se quieren e intentan ser felices. Sin embargo, Henry padece una extraña enfermedad que le impulsa a viajar en el tiempo, que le permitió conocer a Clare cuando aún era una niña y que lo condena a enfrentarse a su incierto, y acaso trágico, futuro.

Una narración tremendamente original y entrañable sobre el paso del tiempo y la perdurabilidad del amor que sin duda fascinará desde la primera página.

lunes, mayo 07, 2007

Mi fin de semana.

Como diría Fanma, cosas que hice el fin de semana:

Fuimos a clases de canto, me pasé de vinos y acabé cantando sí, pero de vuelta a la casa y el himno del Barça (“blaugraaanaaa al veeent, un crit valent…tenim un nom qui ho sap tothom…Barça, Barça, Baaaaarça!). A veces se siente tan sabroso cuando uno hace el ridículo. De la resaca ni hablar.

Leí mucho, mi libro nuevo de Lucía Extebarria. Voy a acabar fundando el club de fans de Barna y dejándome de rollos en plan “no me gusta, miimimimimi, blablabla”. Aprendí que quiere decir aquí “repipi”.

No trabajé sábado. Se me fue volando el fin pero es una sensación sin igual esto de librar dos días seguidos. Hoy por la tarde volvemos a la realidad.

Me divertí pensando y hablando con Fernan de algunas cosas extrañas, como los himnos. Por ejemplo, a mí me enseñaron con 6 añitos el de la independencia de Costa Rica. Dice “nuestro brazo nervudo y pujante, contra el déspota inicuo, opresor… a los ruines esbirros espante, que prefieren el ocio al honor”. Todavía tengo que pensar lo que significa la mitad de las palabras, jejeje, y que nadie se asuste si me toca ir al diccionario. ¿Esbirros? Ni quiero imaginarme lo que yo creía que decía cuando me lo enseñaron. Pobres chiquillos.

Me puse muy muy muuuy contenta porque mi madre me dijo que ya habló con JULIA, que nos va a hacer las fotos de la boda. ¡Gracias, Julia, sabés que es un honor!

Fuimos a ver “Sunshine”. No me gustó nadita de nada. La primera hora estuvo bien y luego se acabó lo que se daba. Además, como Murphy es un cabronzuelo, detrás de nosotros estaba Saruman (la compañera de piso) y su novio horroroso, Bond. Lo bueno es que recuperé mis 6 euros de la entrada porque Fernan dijo que si no me gustaba él me invitaba, eso y que las próximas dos veces que vayamos al cine escojo yo! Ñaca ñaca ñaca. Quiero ver La Maldición de la Flor Dorada (dir. Zhang Yimou) y Retrato de una obsesión (sale la hermosa más hermosa, Nicole Kidman).

Hablé con mi mamá, escribí un mail muy muy triste pero el más honesto de mi vida y empecé a cerrar capítulo. Como cuando uno se corta, hay que darle tiempo a la herida para que cierre, pero espero que sea un proceso poco doloroso, que ya haya pasado lo peor y que todo esto tengo alguna razón de ser.

¡Feliz semana... antes de que se acabe yo tendré un año más de vida!

sábado, mayo 05, 2007

Lo que me hace feliz

Para contrarrestar el mal sabor de los últimos días, he decidido hacer una lista, incluso a ratos ñoña, de las cosas que me hacen feliz, a hoy 5 de mayo del 2007. La idea la saco de @le, que hace un tiempo hizo su propia lista. Por cierto que ahora colgó la lista de las que odia, pero esa la haré en unas semanas cuando tenga el hígado desinflamado.

Las cosas/personas/situaciones que me hacen feliz, en orden azaroso:

1. Despertarme y encontrarme con esa mirada. Fernando me hace feliz. Y a cada segundo agradezco que exista.

2. Mi mamá, mi papá y mi hermana. Hablar con ellos los domingos (o solo con mi mamá) me recarga las energías inmediatamente.

3. Leer. Lo encuentro físicamente muy placentero.

4. Escribir. Lo encuentro el triple de placentero que leer… y leer me gusta mucho.

5. Abrir el correo y encontrarme mensajes… pero que no sean cadenas, por favor.

6. Comer gofres (waffles) con helado de dulce de leche y sirope de chocolate.

7. Comprarme libros, creo que les tengo la debilidad enfermiza que tiene Carrie Bradshaw por los zapatos. Un libro en tapa dura es mi Manolo Blahnik, mi Jimmy Choo, aunque me conformo con las ediciones de bolsillo.

8. Los días soleados pero no demasiado calurosos.

9. Ver que se bajó el capítulo de “Lost” que acaban de emitir en Estados Unidos y saber que Fernan y yo podremos verlo el domingo, acompañado con un pollastre a l’ast (pollo asado, estilo catalán).

10. Saber que tengo fe en Dios, en la gente y en mí, aunque a veces me lleve palos por eso.

11. Vivir tan cerquita del mar. Ir a sentarme a ver las olas y oír el ruidito que hacen.

12. Coleccionar tarjetas postales. Sueño con el día que las coloque adecuadamente expuestas… tengo muchísimas.

13. Los abrazos.

14. Un ataque de risa. El cansancio posterior es sabroso.

15. Jiji. No lo digo.

16. Salir a comer a un restaurante. La semana pasada fui a un sushi bar… ñaaaaam y la antepasada a un restaurante sirio.

17. Haberme librado del 99% de mis complejos de adolescente.

18. Sonreír, aún cuando no tengo ganas.

19. Una cerveza o un vino… sin motivos.

20. Viajar, pero cambiar de país, de idioma... viajar en serio.

Y ya tá.

No está mal...

Fotos: Stockbyte, Eric Burass y Raimund Koch

martes, mayo 01, 2007

En busca de la felicidad


Vi en estos días “The pursuit of happyness” (En busca de la felicidad). Además de que me gustó mucho, es hermooosaaa y me sorprendió la actuación genial de Will Smith, me sentí muy movida por algunas cuestiones que plantea.

El personaje principal, Chris Gardner, decide creer en sus posibilidades y apostar muy alto por lo que quiere, aunque esto le significa todas las incomodidades materiales inimaginables. El que lo ve, padece con él cada una de sus hazañas y sus fracasos y sabe lo que cada dólar significa en su bolsillo, pero además la motivación que tiene: su hijo. Digamos que por ese lado es una apuesta a la esperanza, pero por otro, dice cosas que a veces me canso de escuchar: el costo enorme de conseguir lo que uno quiere.

Frases como “no se puede tener todo” o la muy costarricense “el que quiere celeste, que le cueste”, me parecen formas idóneas de hundir las esperanzas antes de que aprendan a flotar. Entiendo que detrás de ese razonamiento está la visión de que hay que esforzarse… perfecto, no defiendo que te caigan del cielo las cosas, hay que buscarlas, trabajarlas y lograrlas, pero también da la impresión de que el requisito para ser feliz es sufrir antes.

Chris Gardner dice en algún momento que pareciera que la felicidad es algo que solo puede ser “buscado” o “perseguido”. Yo quisiera pensar que hay otras vías, que eso de “ser” feliz no tiene que ser la recompensa a llevar palo primero.

Talvez el problema no está en querer cosas "imposibles", si no en que la sociedad no te deja ni siquiera soñar con esas cosas. Te dicen qué se puede y que no se puede lograr. Es más fácil encontrar un amigo que te felicite por tu trabajo de mier... que uno que te apoye en tus quijotadas. Si algo tengo presente es que lo socialmente agradable es que soy periodista, no que soy directora de teatro o que escribo. Solo la fama acreditaría esas otras cosas que hago, mientras no produzcan dinero, no pasan de ser "hobbies" a los ojos de la mayoría. Resulta que ser artista, en cualquiera de sus expresiones, es un poco como la maldición. Pero, para mí, lo es porque vivimos en un sistema que apuesta por el consumo, no por la satisfacción.

A veces quisiera yo misma tener el valor, mandar todo al reverendo carajo y dar el salto de fe.

Lo acepto: asusta.
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