miércoles, febrero 28, 2007

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Si no sintiera que tengo que pedirme permiso para estar triste,
talvez habría una lágrima lista para desembarcar.


Foto: Macduff Everton

martes, febrero 27, 2007

One man band

Me encanta este corto... sobre todo el final, es genial!!!
:-)

lunes, febrero 26, 2007

Algo como esto.


Es como levantarse y dejar al corazón dormido, remoloneando entre las mantas, y andar por ahí con el café en la mano, sin encontrar una silla para dejar las nalgas. Como si cerrara los ojos y me llevara de un manotazo toda la penumbra que puede engendrar este mundo. Es eso, no puedo decirte nada más, es como vomitar sobre la tumba de quién más quisiste y saber –muy a tu pesar –que después irás sin que nadie te lo pida a limpiar el estropicio. Incluso caerás en la trampa fácil de soltar la lagrimita, solo para que el espectáculo grotesco sea más contundente.

Es, digamos, escuchar a Silvio solo para encontrarlo un poco menos triste esta mañana, porque calla donde debería estar hablando, o habla donde debería estar callando: eso tampoco lo sé. Y ese mismo, que me repite en voz baja que no todo fue naufragar por haber creído… es al que le pido que guarde prudencial silencio, que haga mutis por la izquierda, antes de que pierda la paciencia y le enseñe yo de qué está hecho el cuero que me tapa los venenos.

Es como eso, querida, no más. Como si la traición pesara aunque se sabe que nunca ha llegado, como si cada día se tratara de vaciar el depósito para encontrarlo un poquito lleno unas horas después… como acumular los gritos que jamás darás, alimentarlos hasta que estén tan gordos como cerdos y nunca rematarlos (solo disfrutando de su propio sufrimiento contenido).

Como desmembrarte las entrañas muy lento, alargando el sufrimiento como un chicle recién comprado, si es que eso es posible, y mirar a los perros del vecino (esos estúpidos bichos ruidosos) olisqueando tu hígado o tu riñón como si fueran hienas. Aunque quieras reclamar, es saber que fuiste la que les puso el botín a mano y poco habrá que decir cuando el primero inaugure el festín.

Es eso, no puedo decirte más y quisiera que ya no me lo preguntes, porque en resumen esto es sembrar la desnudez del alma, que es aún menos pudorosa y mucho más pornográfica que la física.

Es eso, no más, es como siempre mi devaneo: esperando la fuga.




Foto: John Foxx

domingo, febrero 25, 2007

¿De qué me suena?

En Senegal, un grupo de chimpancés (todas hembras) ha empezado a construir lanzas para cazar a otros primates.

Cogen una rama, le arrancan las hojas, muerden la punta hasta dejarla afilada. Después atacan a otros animalejos con el invento… durante 19 días, quienes los observaban pudieron ver cómo hacían esto a diario con bastante éxito.

No se trata de un grupo expuesto a la vida humana, así que no es una cosa aprendida: ellas mismas se lo inventaron. A mí me parece alucinante y también digno de tener un poco de miedo que vayan por ese camino, mejor dejarlos quietitos porque una panda de chimpancés cabreadas no debe ser muy divertido.

No sé... pero creo que esto me suena de algo. ¿De qué será? Mjmmm...



Aquí más información.

viernes, febrero 23, 2007

Odio estos sueños...


Esta noche soñé que me mordía un perro enorme, un pastor alemán que –detrás de una vitrina –me mostraba los dientes con rabia. En una de las ocasiones en que tuve que pasar cerca de él, sin querer tiré de la puerta de vidrio que nos dividía y logró prensarme el brazo. Lloré y lloré, aunque no recuerdo ver la herida, pero sobre todo chillé porque estaba muy asustada, aterrorizada, porque aún después de morderme el perro seguía gruñendo y yo tenía que dormir en un sillón al lado de la puerta transparente. No podía cambiar de lugar, me tocaba quedarme ahí a la par.

En el sueño estaba mi papá (que por cierto no se metió a zafarme del perro) diciendo “la próxima vez no te le acerqués tanto, si ya sabés que te puede morder”. Como si hubiera sido intencional, como si el hecho de que me mordiera fuera mi culpa... me cabreaba mucho, pero pronto se me iba el cabreo al escuchar la respiración del perro.

Supongo que el sueño es fácil de interpretar: me han pasado un par de cosas estos días que me tienen un poco alterada, o asustada… supongo que la mente lo canaliza de la mejor forma, para no explotar durante la noche. Y ambas cosas son producto de elecciones que he hecho en la vida, así que no hay nada de qué quejarme.

Pero este sueño fue de esos que te dejan con las sensación durante el día siguiente, que aunque sepa que no es verdad, hay una semillita de terror en medio de mi estómago (que se siente como ese hueco que queda en el estómago tras vomitar). Espero que sea cuestión de horas para volver al estado normal. Espero…


Foto: John Lund

jueves, febrero 22, 2007

¿Novio? ¡Puagh!


Nunca he sido muy noviera, de hecho he tenido sólo dos relaciones serias en mis casi 28 años de vida (más ligues con más o menos importancia de los que ya pa' qué hablar). Como que desde siempre me tomé muy de “a de veras” esto de tener pareja, o talvez, simplemente es culpa de mi mamá.

Me explico:

Yo entré a la escuela con 5 años y poco, así que a los diez estaba en último año de primaria y todos mis compañeros me llevaban uno o dos años. Una mañana, creo que mientras estábamos en clases de ciencias naturales (seguro eran de sexualidad y eso lo explica todo) un compañerito me pasó un papel. Sí, de esos típicos donde uno conversa en vez de poner atención.

Esto, más o menos es lo que decía:

EL: ¿A usted le gusta alguien?

YO contesté “No” (no puse “puagh” por timidez, pero mis hormonas estaban bastante dormidas aún)

EL: A mí sí.

YO contesté: ¿Ah sí?

EL: Sí.

YO (caí en la trampa evidente de preguntar): ¿Quién?
EL: Usted.

Pausa. Pausa. Pausa. Pausa larguísima. Me puse roja, y a mí solo se me nota en casos extremos. El chiquillo alborotado en cuestión me quitó el papel que yo había dejado en el borde de la mesa, escribió algo con entusiasmo y me lo pasó de nuevo.

EL:¿Quiere ser mi novia?

Pausa. Pausa. Pausa requetelarga. ¿Novia? No sabía dónde meterme, así que escribí lo que cualquier niña bien portada de diez años piensa en estos casos.

YO: Le tengo que preguntar a mi mamá.

Al llegar a mi casa, con un hueco en la panza, cogí el teléfono y llamé a la Universidad. Pedí que buscaran a mi mamá en el aula donde daba clases, porque tenía que preguntarle algo urgente. ¡A mí qué más me daba si estaba en media clase de lingüística aplicada! MI CASO ERA MÁS URGENTE, y también tenía que ver con el tema. Cuando se puso del otro lado de la línea le dije que X me había preguntado si quería ser su novia y que yo no sabía qué contestarle. Supongo que mi madre estuvo a punto de reírse con la ocurrencia, o se le torció el estómago, no sé… colgué con la respuesta de mi mamá y esperé que el chiquillo me llamara.

Ring ring…
Ring ring…
Ring ring…

YO
: Dice mi mamá que no puedo tener novio porque soy una chiquita y no tengo que estar pensando en esas cosas.

EL: Bueno.

¿"Bueno"? ¿¿"Bueno"?? ¿¿¿"BUENO"???, pensé. Solo tenía diez años, digamos que hubiera apreciado cualquier esfuercito adicional, pero el muy tarado de X ya tenía otros planes.

Me resigné y aunque yo no quería tener novio, sentí el impulso de que mis compañeritas se enteraran de que yo "le gustaba", sobre todo porque a media clase les gustaba X. Pero me aguanté y no dije nada, la verdad que el incidente completo me daba vergüenza.

Una semana después el chiquillo calenturiento era novio de otra chiquita, más despierta que yo, a la que arrinconaba cerca de la escuela y la lengüeteaba toda frente al que pasara; para mí aquello era un asqueroso examen de amígdalas y una ruin prueba de orgullo. No "le gustaba" yo, solo quería a quien babear, jiji. Yo, por mi parte, tuve que esperar casi seis años desde ese día para hacer mi propia investigación sobre lo asqueroso o no de los “exámenes lingüísticos”.

Fotos: Marcus Lyon, FPG Hulton Archive y Benn Mitchell

lunes, febrero 19, 2007

Afro


Mi mamá es blanca y mi papá es negro (bueno, "color café oscuro" dijo mi prima Mariela con dos años). De ahí que mi hermana y yo salimos con una piel de un tonito intrigante en medio. Ellos siempre se han preocupado porque crezcamos con la autoestima alta y vivamos sin mayores complejos, a pesar de que la diferencia siempre te marca en relación con los demás.

De pequeñas, creo que fue idea de mi hermana pero no estoy segura, se nos ocurrió que queríamos ser blancas, como mi mamá. Y como toda su familia. Después de explicarnos racionalmente por qué eso no podía ser así, y de intentar ensalzar las ventajas de parecernos a nuestro papá, mi madre se cansó. Harta de que lloráramos todos los días con la misma cantaleta “quiero ser blancaaaa”, nos dijo que estaba bien, que nos llevaría donde un doctor que nos quitaría toda la piel con una cuchillita y luego nos pondría otra. “Mami, ¿y duele?”. Mi mamá respondió que seguro que sí dolía, que ella no sabía bien, pero que suponía que si cuando uno se raspa le duele tanto, pues sería eso mismo en todo el cuerpo.

Ya, un poco salvajona la madre, ya sé, talvez se pasó, pero fue efectivo. Al menos yo nunca más quise ser blanca, o para ser más sincera, nunca más lo acepté en público. Diría que hasta hace unos cinco años realmente no me sentía orgullosa de mi piel y que –en cuanto al pelo –todavía tengo una deuda pendiente.

Lo del cabello es más complicado, la verdad. Hasta los once años mi mamá nos andaba con el afro, casi siempre cortito… de ahí que me pasaban dos cosas. La primera es alguna vez anduve sin pendientes y me preguntaron si era chiquito o chiquita. Dije “chiquita”, me fui a mi casa aguantando las lágrimas y me encerré en mi cuarto. Desde ese día mi prenda favorita eran los vestidos: entre más llenos de encajes y vuelitos mejor, y jamás salgo sin ponerme pendientes. La segunda cosa es que el tacto de mi pelo era –digamos –divertido. La mayoría de la gente no podía evitar tocarme la cabeza, pero el comentario más oído es que parecía “un peluchito”. De ahí terminé con la costumbre de evitar que me toquen el pelo y la consecuente aversión a cualquier cariño en la cabeza.

Pero ando con una idea dándome vueltas… ¿y si me corto el pelo? ¿si vuelvo al afro que hace 17 años dejé? Ji Ji Ji. Qué tentación, yo sola en casa y una maquinilla eléctrica tan a mano…

Fotografía: Mel Yates y la 2da no sé... la saqué de google.

viernes, febrero 16, 2007

¿Y ahora quién podrá defenderme?


Esta semana ha sido un poco “la semana de la boda”. Fernando y yo fuimos a inscribirnos en el curso prematrimonial que, sorprendentemente, pinta bastante mejor de lo que pensamos. Al parecer no lo da el sacerdote, si no una pareja con muchos años de casados. Según nos explicaron, se trata más de ir y conversar con otras parejas que están por casarse. Sé que se trata de un curso en la iglesia y, por lo tanto, algo nos sermonearán, pero nos vendieron el curso de manera tal que tenemos ganas de hacerlo.

Me compré zapatos para la boda. Jiji. Qué cosas tan raras, zapatos para la boda… en fin, que en este caso desafié las leyes del “glamour” y los que compré son muy muy sencillos, sin tacón, blancos sin nada más. Es que me niego a –a media fiesta –dejarlos por ahí perdidos y terminar bailando descalza.

Y para terminar, ayer me senté con mis amigas de Costa Rica (que han regresado de su periplo europeo) a ver vestidos de novia. Sigo con el dilema, cada vez peor: nada me gusta y lo que me gusta es impagable… vimos al menos ocho revistas de bodas y dos páginas de internet: nada. Bueno, dos o tres pero solo se consiguen del otro lado del charco y yo me niego a irme, digamos, quince días antes de la boda sin el vestido en la mano. La verdad que jamás pensé que llegara a decir esto, pero me tiene MUY estresada el asunto del vestido.

Ya sé que lo importante es casarse con la persona que uno quiere, que lo demás es accesorio… pero puestos ya a casarnos por la iglesia y con todo el burumbúm, pues quiero un vestido hermoso (y accesible).

Hace unos días tuve otro sueño de novia neurótica, en este como en los otros, también la fiesta era un desastre (el brindis era en medio de un campo lleno de barro y plantas crecidísimas… lo demás es fácil de imaginar), digamos que confirme avanzan los meses, en mis sueños el desastre es aún peor cada vez. En este sueño terminé llorando, y cuando me desperté, estaba llorando. Me siento un poco ridícula cuando me pasan estas cosas, yo que siempre he ido de progre y bla bla bla, y en sueños termino llorando si la boda no es perfecta.

“¡Oh! ¿Y ahora quién podrá ayudarme?”.


*el vestido de la foto es de David's Bridal, la ilustración del Chapulín Colorado no sé de quién es!

lunes, febrero 12, 2007

Apocalypto


Me fui con Fernando a ver “Apocalypto”, dirigida por Mel Gibson.

Que no sea exacto con los datos históricos se lo perdono: es cineasta, no historiador.

Que meta sangre por todas partes lo entiendo: va con la historia que cuenta, y además, es mi responsabilidad el ir al cine a ver una de sus películas, sabiendo como sé (si no, basta recordar cómo la pasé viendo “La pasión”) que le gusta ser muy muy muy gráfico.

Hasta le resalto que tuviera el valor de hacer toda la película en maya, según él como un modo de reivindicar la lengua. Digamos que hasta eso le creo.

Pero… que deje a los pueblos mayas como los deja: eso no.

No solo hace una visión absolutamente superficial y desde “occidente” de sus valores y sistema de vida, sino que directamente no expone ningún punto positivo de estas civilizaciones. No te pone a pensar en las posibles razones por las que vivían en esa forma, no te extrapola la historia a otras realidades, no te cuenta el grado de sofisticación en –por poner un ejemplo –la arquitectura… solo te pone un grupo de “salvajes” matándose entre ellos.

Intentando hacer el balance confieso que, muy a mi pesar, las dos horas se me fueron volando y sí, está bien hecha.

Por lo demás, qué patán que es el Mel… qué patán.

jueves, febrero 08, 2007

Casting: el top cinco

Hoy fui a un casting, ya contaré de que era… cuando salga (dedos cruzaditos). De ahí que recordé las cinco razones principales por las que odio las pruebas de este tipo:

1. si es de teatro, lo común es que el director tiene ya un elenco en mente, el ideal. Muchos de los integrantes serán sus amigos (normal, yo también lo hago), así que con mucha suerte habrá uno o dos lugares por llenar, no más.

2. si es televisión, suelo sentirme como la patita fea en el lago de los cisnes. Tengo muy buena opinión de mí misma, pero yo me quiero. Estar sentada, esperando, en una sala llena de chicas que parecen modelos no es exactamente divertido.

3. nunca se sabe qué quieren. La mente me revoletea sin pausa, pienso “tengo que ser seria”, “tengo que ser simpática”, “tengo que parecer segura”. Es un calvario.

4. la mayoría de las veces no te llaman para decirte “la has cagado, gracias por venir pero hay otra mejor”. Si lo hicieran, al menos podrías preguntar por qué y tratar de mejorar, pero no hay caso. La única forma de enterarse de cómo te ha ido es ver el nombre de otra en la tele, en el poster del teatro o, en casos extremos, verla sentada en “Salsa rosa” muy dueña de sí hablando de su vida privada.

5. la espera es interminable. Relacionado con el anterior, te pasas semanas pensando que talvez todavía te llamen. Lo peor es que en algunos casos sí que te llaman y ya para entonces tienes otros compromisos. Caso de la vida real: estando en Coruña me llamaron a una audición, fui… un mes, dos, tres. Dos semanas antes de venirme a vivir a Barcelona me llaman para decirme que me han dado el protagónico. Respuesta obligada: es que ya no puedo. Plop.

Una extra: en mi caso, para todos los castings del mundo mundial tengo un plus que también es un menos: mi look, puede ser “interesante” pero es diferente. Nunca sé si eso me traerá consecuencias positivas o negativas. Y, como si fuera poco, toda mi vida voy a ser así, no es nada que pueda “mejorar”. Agh.

En fin. Es lo que toca a veces, ir, hacer el numerito, creérsela y esperar.

Pero de que apesta: apesta.

Fotografía: Alex & Laila

lunes, febrero 05, 2007

Blandengue Anónima


A veces soy una lela. Trato y trato, pero termino siendo una blandengue. Si, finalmente, logro plantar un “no”, la culpa me dura un buen rato.

Me explico: harta de mi trabajo (
y de que NO me han pagado y hoy estamos a 5…) llamé a la supervisora el sábado y renuncié. Después de que me besara los pies 15 minutos, terminé por aceptar “pensármelo” durante el fin de semana. ¿PENSARME QUÉ? Pero dije “vale, vale, me lo pienso”.

Esta mañana la llamo, para decirle
LO MISMITICO del sábado, habiendo ensayado y todo (porque me conozco y quería estar segura de saber cómo salir de cualquier propuesta que no me agradara) y al final me pide que vaya dos semanas más, mientras busca a alguien. Yo, aún sin querer hacerlo, termino diciéndole “vale, vale, voy”. ¿Voy? ¿VOY?

Menos mal que ella misma me llamó después para explicarme por qué no me han pagado (
excusas baratas) y me mandé: le dije que no le veía sentido a seguir yendo, que no y no y no.

Pero estuve a punto de decir que sí. Otra vez.

Ahora me siento culpable como un ermitaño que le roba la concha a otro.

Sé que no tengo ningún motivo para sentirme culpable, pero igual me siento mal. Sé que el seguir yendo sería “
un favor” para una empresa en la que ni siquiera confío, y donde nadie me dará las gracias. Sé que la insistencia de la supervisora de que me quedara se debe, en la mayor parte, a una necesidad y no a que ella crea en mí, o realmente piense que soy la mejor empleada. No. Se trata de que tendría que ir ella a hacer mi trabajo, y eso –claro está- a nadie le apetece.


Pero: qué culpable me siento.


¿Por qué tengo que ser así?


Grrrr.



Fotografía: Image Source y Hiroshi Yoshii

viernes, febrero 02, 2007

Piso de 30 metros

Jaja... este se lo toma con buen humor, digamos.

I want out!


Ya no entiendo los significados de algunas palabras. Se me enredan en el cerebro porque desde hace casi tres semanas tengo que asumirlas como otras cosas:

-La portabilidad dejó de ser una característica relacionada con la facilidad y el movimiento, ahora es un término mercenario para explicar que malo=malo, pero se escoge otro pensando que es mejor.

-Migrar por migrar, ya no tiene nada que ver con países y regiones, solo se trata de un cobro mínimo al mes –que fácilmente será el máximo si les es posible-.

-Alta nueva, anexo, sim, prepago, pack, stock: estoy hasta las pestañas de las palabrejas que se me antojan chiclosas y vacías. Suenan iguales, retumban: bla bla bla bla y bla.

Tengo alergia a las *naranjas*... a este paso será a TODOS los cítricos y a la ropa negra (el uniforme).


I want out.




Ps. Glosario: portabilidad en empresas de móviles significa que se pasa de una compañía de teléfono a otra; migración cuando se tiene un teléfono de recarga y se pasa a un contrato con un consumo mínimo y las demás… dan igual, palabras, palabras.

jueves, febrero 01, 2007

Mandato tras la hiedra

Agazapado entre la mala hierba, cualquiera puede mandar.

Solo falta dejar que entre la hiedra se escondan suficientes cucarachas, luego metódicamente habrá que dejarlas salir, asustarlas con un golpe certero: digamos, una sierra que tala las ramas, hasta que los insectos se queden sin casa y, tras superar el miedo inicial, dejen la petrificación y ataquen. No falla, la fórmula resulta porque estás usando a un insecto para lograr que los demás se sientan, a su vez, como insectos. Así se manda. O se estila mandar, también habrá manos dóciles dirigiendo con frescura (pero son las menos).

Yo nunca, repito: nunca.

No quiero ser criadora de hiedras y bichos.
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