viernes, diciembre 22, 2006

¡Feliz Navidad!

La Navidad catalana me parece de las cosas más divertidas del mundo. Tienen dos tradiciones bastante escatológicas con que celebran el 24 de diciembre, el cagatió y el caganer.

El cagatió es un tronquito, a veces le ponen cara y sombrero tipo Santa Claus, otras solo una mantita y se le canta una canción mientras se le pega con una vara... "cagatió, d'avellanas y turró, tan si cagues com si no, et donaré un cop de bastó, cagatió" (cagatió, avellanas y turrón, tanto si cagas como si no, te daré un golpe de bastón, cagatió). Cada persona canta, luego mete la mano debajo de una manta que le cubre la parte trasera al tronco y así, descubre qué regalo ha cagado el tronco. Se supone que al que se porta mal, el cagatió le deja carbón, si fuimos buenitos, deja regalos.

El segundo es el caganer (pronunciado "cagané"), que es una figura de un pastor que se pone en el portalito, usualmente en un rincón escondido (pero también los hacen en personajes famosos, en la feria del templo de la Sagrada Familia hay Príncipes Felipes, Letizias y Papas, como ahí en la foto, Eto's, Ronaldinhos, Zapateros, Rajoys... en fin). La tradición se supone que está cimentada por dos razones, la primera es que las heces fertilizan la tierra, pero también que con el caganer se deja claro que todos los seres humanos somos, al final, iguales. En todo caso tienen buen sentido del humor :-)

El miércoles en clases de catalán hicimos la ronda de cánticos para el cagatió, fue divertido aunque primero yo había hecho concierto de violín enfrente de toda la clase... es que la profesora cantó un villancico super bonito y tiene una voz demasiado dulce, me dio la llorona. Pero al menos estoy menos Grinch (me corté las uñas laaaargas laaaargas que me estaban saliendo y el verde de la piel me lo maquillo).

El fin de semana pasado repetimos tradición en casa de los tíos de Fernando, hicimos galleta de gengibre y mazapán, hice dos cerditos y un ratón, ¡soy una pro! Y este fin iremos de cena con su familia. Sigo con la espinita de que la Navidad sin tamales de Costa Rica y mi familia es sólo un conato, pero también agradezco por la compañía que me rodea, sería una ingrata si no lo hiciera.

Inhalo, exhalo, ¡todo va a estar bien! (de regalo previo una cosa genial: Saruman, la compañera de piso, se fue hace días... y su ayudante se fue hoy... gloooooooria, in excelsis...)


Feliz Navidad, un abrazo enorme para todos... y a darle a algún tronco por ahí, nunca se sabe.

lunes, diciembre 18, 2006

Devaneo y fuga.


No basta el abrazo (aunque alivie) cuando una se siente más desamparada que un pollito en medio de un aguacero tropical. Me están saliendo uñas larguísimas y me parece que empiezo a tener la piel un tanto verde… ¡por favor, que alguien adelante el reloj, que sea de una sola vez enero, febrero, cualquier mes menos evidente en ausencias!

Este año, Santa, no quiero nada. ¿Me oíste? Y si te da por llamarme caprichosa o malcriada tené cuidado, que para insultos soy yo la que tengo la cachimba llena. Vos tampoco, Niñito Dios, que sabés que aún queda tela por cortar y explicaciones que darme. Sí, sí, no niego las bendiciones del 2006, pero dejaste algunos detalles sin atender y ya ves… se me sueltan las lágrimas con demasiada facilidad. Y es tu culpa, sí señorito sin nacer, si no de quién. A mí me enseñaron en el catecismo... ¿te aburro, Niñito? Bueno, bueno, otro día lo hablaremos.

Ah, renegando de mi tendencia grinchística tengo mi arbolito y es hermoso, mi primer arbolito "mío", no de "mi casa", me siento a mirarlo como tonta y sí, me logra sacar sonrisas. Pero hay tantos cosas que tendría que sustituir que el pobre se queda manco, cojo e inmóvil sin saber qué decirme. Creo que no solo a él le pasa, digo, eso de no saber qué más decirme.

Mi problema es que sigo creyendo en la magia. Lo admito: los árboles de Navidad no hablan… ya sé… aquí solo habla Soledad: no puedo echarla a la calle justo en estas épocas, hace frío y sé que hay pocas casas dónde ir.

En fin.

Devaneo, fuga.

C’est tout.

miércoles, diciembre 13, 2006

House, doctor para hipocondríacos

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He desarrollado (gracias a mi reciente visita a mi amiga Krons en La Coruña) una afición por la serie House. Lo confieso, me encanta y me fascina y me requetegusta la serie. Ese médico cabrón y que se equivoca veinte veces antes de acertar -pero que extrañamente da la impresión de ser infalible y punto- llamado Gregory House me ha dejado dos cosas: unos leves vestigios de hipocondria y el desvelo los martes porque en la Cuatro dan tres capítulos seguidos... ¡¡¡¡TRES!!!! El más nuevo y dos del temporada uno... ¡me gusta tanto que ni me molesta el doblaje, es más, lo disfruto!

La parte graciosa es que hablan de enfermedades súper complicadas, que uno termina por medio entender o simplemente tragarse la explicación (yo no he verificado la veracidad de lo que dicen en ningún manual, ni el Merck Familiar, así que podrían decirme que es porfiria, cáncer de ovarios o intoxicación no-sé-qué y ni me entero), pero estoy convencida de que será una fuente más para el que siempre se cree enfermo.

Por ejemplo, no soy hipocondríaca aunque también sé que lo que me pasa puede ser de cuidado, pero desde hace unos días me anda fastidiando el dedo meñique de la mano izquierda, lo tengo dormido y sin fuerza entre otros síntomas: pues yo ya he pensado en que podría ser neurológico y que necesitaría al Dr. Hamilton.

Yo, que nunca veo tele, me voy convirtiendo poco a poco en una yonqui de esta serie.


¡¡¡¡Aghhh!!!!

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lunes, diciembre 11, 2006

Por fin se murió aquel.





Ayer, viendo la noticia de la muerte de Pinochet, me acordé de Sara Astica, excelente actriz y aún mejor ser humano. Fue mi profesora de voz, dicción y actuación durante varios años en la Universidad, luego quedó como buena consejera y cariñosa amiga. Ella, como tantos otros, fue víctima del despiadado sistema de terror del tipo aquel en el Chile de los setentas.

Llegó a Costa Rica en 1974, después de pasar casi dos semanas en una casa de torturas y nueve meses en la cárcel. De las torturas, como es natural, no le gusta hablar... pero uno adivina y entiende que la lista es amplia. En la cárcel pues se supone que la pasaban menos mal, es decir, al menos comían una vez al día y no cada tres días y las torturaban esporádicamente y no hasta doce veces en un día, como antes de estar ahí.

En cuanto logró salir de la cárcel se subió en un avión y se fueron exiliados para Costa Rica, ella, Marcelo Gaete ("Flaco" lo llamaba Sara, director y actor, murió el año pasado) y sus cinco hijos. Allá, contaba Marcelo entre risas, hicieron muchas travesuras: entre ellas comerse los patos de cierto parque en el centro de San José. Ellos lo cuentan ríendo, aunque la razón no fue bonita: no tenían nada para comer.

Pero su talento les abrió las puertas y sus amigos les dieron cobijo.

Espero que la noticia de la muerte de aquel le llegue a Sara como una gotita balsámica ahora que está un poco complicadilla de salud, que le dé un impulso para levantarse y hacer esa mermelada de naranja tan deliciosa que siempre nos daba en el comedor de su casa, que tenga tiempo y ganas de hacer de nuevo el Pío Nono que juró que hacía por primera vez hace unos meses, pero que le quedó como si fuera su receta estrella.



Ponete buena, Sara, por fin se murió aquel.



Me alegro de corazón, porque sí -es verdad- lo ideal sería que lo hubiesen condenado, pero como no iba a pasar un solo día en la cárcel y a mí lo que me importa es Sara, me alegro. Y mucho... sé que ella también, porque ambas creemos que Alguien, Algo, No Sé Qué lo hará pagar lo que hizo y multiplicado.


Descansá en paz, Flaco, por fin se murió.



Info adicional: Informe Nacional sobre la Tortura y Prisión Política (Chile)
Foto: memoriachile.cl (Sara y Marcelo, hace unos añitos :-) )

sábado, diciembre 09, 2006

Rellenita ¿y qué?


"La felicidad no se mide en kilos y si fuera así igual gano", me decía una amiga cuando alguien se metía con ella por haber subido un par de kilos. Luego, la semana pasada leí un post de Julia que ahorita me voy a repasar, solo para acordarme de todos esos que hablan de los demás y que son incapaces de ver la paja en su propio ojo (y no habla solo del peso). Menos mal que lo leí antes de ir a Coruña, si no, no habría aguantado la presión.

Esta semana me enfrenté a un bombardeo, a veces amigable, a veces simplemente imprudente sobre mi peso... que si he subido mucho en un año, que si debería hacer dieta, que no me favorece la ropa con el peso que tengo, que bla bla bla blaaaa.

Es verdad, hace un año que me vieron por última vez pesaba 5 ó 6 kilos menos... y es verdad, yo me siento más cómoda con menos kilos, y es verdad, se me notan (¡claro!) pero lo que no me gusta es que NADIE me diga cómo me tengo qué ver, o que me ayuden a aumentar mi propia conciencia y mis propios complejos con sus comentarios inadecuados. El ir de compras desde hace un par de meses no me entusiasma, como para que cuando voy por necesidad a comprar un vestido, antes de pagarlo, la persona que me acompañaba preguntara si no tenían una talla más grande porque ese "me apretaba un poco". NO, NO HABÍA MÁS GRANDES. Y en todo caso, lo importante es que estaba haciéndolo por verme mejor en la fiesta de mi amiga Lil.

Lo digo en serio... si alguien a quien quieren tiene un problema de peso y están convencidos de que no lo sabe (cosa difícil, pero bueno...) o se pasó unas libras, o se le ve mejor de otra forma, piensen mucho cómo decirlo. Así como uno no diría "tienes los ojos demasiado separados" o "qué piernas más delgadas, mejor no te pongas falda", el decir "qué pasada, como has engordado" también es UNA GROSERÍA.

Me dolió y me duele, aunque sé que hay otras cosas que mirar; me duele porque nadie me preguntó cuánto he leído o escrito en un año, porque nadie se fijó si soy más mujer y menos niña, porque nadie le dio más importancia a si mis ojos brillaban porque estoy feliz y enamorada. Soy el estuche, que es lo llamativo. Soy mi propia imagen, como si lo relevante fuera lo que queda sujeto en el espejo y no la esencia que lo conforma.

Y lo peor... lo peor de todo, lo triste... lo más triste de todo: me quedé callada.

Primero voy a hacer un curso de respuestas rápidas cuando la gente te hiere, luego talvez y solo si me da la gana, me preocupe por mi peso.


Foto: Xavier Bonghi

lunes, diciembre 04, 2006

Ay mi Coruña, mi Coruñitaaa

Estaré en La Coruña, recordando viejos tiempos, hasta el próximo viernes. Entre otras cosas voy en misión secreta como espía, para cerciorarme de que mi amiga Lil se case el jueves... espero que nadie me ponga polonio 210 en la bebida, ni siquiera -como dirían los tenerifeños - "un fisquito de ná", que ya esta visto que esa cosa mata hasta con mirarlo. Si no vuelvo el día anunciado, pueden enviar a la SARDINA ALBINA a investigar, es un agente con vasto entrenamiento desde muy niña y de toda mi confianza.

Basta de tonterías... me voy a dormir y bueno, eso, que volveré pronto como las oscuras golondrinas en sus blogs los comments a colgar.

Besos, abrazos y todo lo demás.

sábado, diciembre 02, 2006

Cerebro modelo 79

Stephen Hawking dijo hoy en Londres que el ser humano tendrá que abandonar el Planeta Tierra y buscar otro en el espacio para asegurar la supervivencia a largo plazo. Ok. Vale. Comprendo.

Luego dijo que tiene que ser cerca de otra estrella, porque ninguno de los planetas cercanos al sol tiene las condiciones. Ok, Hawking, ¿exactamente cuál línea de metro me deja cerca de esta nueva urbanización de la que usted habla? ¿puedo ir en bici o mejor en un 4X4?

Ya sé que habla de años y años adelante, cuando podamos viajar más rápido en el espacio y esas cosas bonitas que él explica tan bonitamente... pero a mí no me cabe esto en la cabeza sin que la luz de "Ciencia Ficción" se encienda. Ya, lo acepto, mi cerebro es modelo 79, del siglo pasado... y estas cosas me suenan irremediablemente a mentirijillas (no pongo en duda sus teorías, es nada más que mi procesador es más lento).

Y sobre todo, me imagino a los ricos, famosos y poderosos haciendo como con el Titanic: volando bala para salvarse primero, o mandando a construir sus propias naves espaciales (nada de juntarse con la chusma) Y todos los demás, mirando como se va despoblando el Planeta y a ellos ni siquiera les dijeron lo que pasa... y, perdón por mi pesimismo, estoy segura que alguien intentará dejar detrás a enfermos, viejitos, negros, chinos, latinos... todo depende de quién comercialice los viajes.

En fin. Como siempre dice mi amiga Krons... ¿no es más fácil que venga un meteorito?
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