lunes, octubre 15, 2007

El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy

Lo que digo yo:
Me costó casi sudor y sangre terminar la novela. Es más, me costó mucho empezarla, seguirla y acabarla. Pero juro que, detrás del aparente sufrimiento, algo me iluminó. Creo que es un libro difícil de leer porque se centra mucho en las descripciones y de una forma muy particular, incluso diría que cuenta poco y recrea mucho. Pero justo ahí está la delicia, es una cosa muy sutil que invade y deja huella. De hecho estos días me estuve preguntando por qué carajos no la dejaba sin terminar si tanto decía padecerla, y la respuesta es que Roy logra hipnotizar. A partir de la visión de los gemelos Estha y Rahel (sus sobrenombres son lo mejor, pero no los digo para despertar curiosidades) sobre un momento concreto de sus vidas, la autora plasma con mucha maestría una visión de India.

No sé cómo lo hace, pero desde la página veinte quise dejarla de lado y desde esa misma página tuve que seguir… aunque me costara un mes terminar.

Lo que dice la contraportada:
Ésta es la historia de tres generaciones de una familia de la región de Kerala, en el sur de la India, que se desperdiga por el mundo y se reencuentra en su tierra natal. Una historia que es muchas historias. La de la niña inglesa Sophie Moll que se ahogó en un río y cuya muerte accidental marcó para siempre las vidas de quienes se vieron implicados. La de dos gemelos Estha y Rahel que vivieron veintitrés años separados. La de Ammu, la madre de los gemelos, y sus furtivos amores adúlteros. La del hermano de Ammu, marxista educado en Oxford y divorciado de una mujer inglesa. La de los abuelos, que en su juventud cultivaron la entomología y las pasiones prohibidas. Ésta es la historia de una familia que vive en unos tiempos convulsos en los que todo puede cambiar en un día y en un país cuyas esencias parecen eternas. Esta apasionante saga familiar es un gozoso festín literario en el que se entremezclan el amor y la muerte, las pasiones que rompen tabúes y los deseos inalcanzables, la lucha por la justicia y el dolor causado por la pérdida de la inocencia, el peso del pasado y las aristas del presente. Arundhati Roy ha sido comparada por esta novela prodigiosa con Gabriel García Márquez y con Salman Rushdie por sus destellos de realismo mágico y su exquisito pulso narrativo.

5 comentarios:

  1. Celestina9:59 a. m.

    que bien que te ha "gustado", a mi me paso casi lo mismo... al principio no queria leerlo, pero luego no quería acabar!!!
    besitso!

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  2. Cletus Qasidy8:03 p. m.

    algo parecido me paso con "conversaciones con Dios", sinceramente se me hizo algo estupido, pero no lo puede soltar hasta terminarlo, además que mi novia me pidio que lo leyera, y no niego que aprendi algunas cosas buenas

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  3. A ver si me animo cuando termine la de José saramago que me estoy "comiendo", digo, leyendo....jajaja.
    abrazos,

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  4. La verdad es que a mi me atrapó desde el primer momento. Me encantó la historia, el ambiente, todo lo que cuenta, me recordó enormemente a Cien Años de Soledad de Gabriel Garcia Marquez, sólo que con el continente cambiado.

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  5. Literófilo4:26 a. m.

    En realidad a mi me gusto mucho.

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