Yo cada mañana agradezco despertar al lado de quién lo hago, pero hoy le agradezco a la negligencia médica que Fernando aterrizara en el planeta, hace treinta y puf añitos.
Me explico: después de operarse de la apéndice, el doctor le indicó a Grete, mi suegra, que tenía unos “pinchos” en la zona pélvica. Grete se preocupó, sobre todo porque desde los 10 años le diagnosticaron “exóstosis múltiple”, que es una enfermedad de huesos bastante rara y jodida que produce el crecimiento de bultitos óseos. De hecho, para ese momento había pasado decenas y decenas de operaciones porque los famosos bultos obstaculizan el funcionamiento de los músculos (además de que duelen en puta, claro, es -por ejemplo- un pincho en medio de la rodilla, a ver quién es el guapo que la flexiona sin ver las estrellas o en algunos casos quién es el guapo que puede flexionarla).
Tenía 23 años y estaba pensando quedar embarazada… eso de tener pinchos en la pelvis no sonaba nada bien. Fue, se hizo los exámenes y el doctor le dijo que todo estaba en orden. Al poco tiempo Fernando nadaba en líquido amniótico y los papás estaban radiantes de saber que podrían tener hijos.
Como las ecografías son invento reciente y las radiografías eran peligrosas en los primeros meses, no fue si no hasta el sétimo mes que Fernando padre y Grete pudieron ver la imagen de su bebé… para sorpresa del doctor amigo que revisó la radiografía, en ella se veían claramente tres pinchos puntiagudos en dirección a la cabeza del bebé. Pero, hete tú que ese chiquillo se había arrinconado hacia el otro lado, lejos de los huesos peligrosos. Para ese momento no sabían si lograría nacer bien o no. Dichosamente nació bien.
Doctor negligente: es usted un mega ultra requete cabrón. Nadie entiende cómo se le fue una cosa como ésta, ya que cuando termina el crecimiento dejan de salir los bultitos, es decir, ahí tendrían que haber estado cuando Grete se revisó. Tampoco se entiende cómo se salvaron madre e hijo, pero lo hicieron los dos. Señor don doctor cabrón, yo se lo agradezco con toda el alma, porque su irresponsabilidad es lo mejor que me ha pasado en esta vida.
Sigo pensando lo que dije al año pasado, aunque ahora es mejor, más grande, más bonito, más emocionante… ¡más de todo!
Ps. En la foto, que supongo que sacó mi suegro, está Grete y el Fernan, sí, esa zanahoria tierna es mi casi marido hace unos añillos. El relato en palabras del Fernan está por aquí. Y la foto del pastelito es de Kris Timken
Me explico: después de operarse de la apéndice, el doctor le indicó a Grete, mi suegra, que tenía unos “pinchos” en la zona pélvica. Grete se preocupó, sobre todo porque desde los 10 años le diagnosticaron “exóstosis múltiple”, que es una enfermedad de huesos bastante rara y jodida que produce el crecimiento de bultitos óseos. De hecho, para ese momento había pasado decenas y decenas de operaciones porque los famosos bultos obstaculizan el funcionamiento de los músculos (además de que duelen en puta, claro, es -por ejemplo- un pincho en medio de la rodilla, a ver quién es el guapo que la flexiona sin ver las estrellas o en algunos casos quién es el guapo que puede flexionarla).
Tenía 23 años y estaba pensando quedar embarazada… eso de tener pinchos en la pelvis no sonaba nada bien. Fue, se hizo los exámenes y el doctor le dijo que todo estaba en orden. Al poco tiempo Fernando nadaba en líquido amniótico y los papás estaban radiantes de saber que podrían tener hijos.
Como las ecografías son invento reciente y las radiografías eran peligrosas en los primeros meses, no fue si no hasta el sétimo mes que Fernando padre y Grete pudieron ver la imagen de su bebé… para sorpresa del doctor amigo que revisó la radiografía, en ella se veían claramente tres pinchos puntiagudos en dirección a la cabeza del bebé. Pero, hete tú que ese chiquillo se había arrinconado hacia el otro lado, lejos de los huesos peligrosos. Para ese momento no sabían si lograría nacer bien o no. Dichosamente nació bien.
Doctor negligente: es usted un mega ultra requete cabrón. Nadie entiende cómo se le fue una cosa como ésta, ya que cuando termina el crecimiento dejan de salir los bultitos, es decir, ahí tendrían que haber estado cuando Grete se revisó. Tampoco se entiende cómo se salvaron madre e hijo, pero lo hicieron los dos. Señor don doctor cabrón, yo se lo agradezco con toda el alma, porque su irresponsabilidad es lo mejor que me ha pasado en esta vida.
¡Feliz cumple, Fernan!
¡Feliz- Feliz "sí" cumpleaños... a tí, a tú!
¡Feliz- Feliz "sí" cumpleaños... a tí, a tú!
Sigo pensando lo que dije al año pasado, aunque ahora es mejor, más grande, más bonito, más emocionante… ¡más de todo!
Ps. En la foto, que supongo que sacó mi suegro, está Grete y el Fernan, sí, esa zanahoria tierna es mi casi marido hace unos añillos. El relato en palabras del Fernan está por aquí. Y la foto del pastelito es de Kris Timken