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Lo que dice El Hubby:
Cuando cumplí 8 años, mis padres me regalaron la versión en cómic de Tarzán de los Monos, ilustrada por Burne Hogarth. Cada viñeta del libro era una obra de arte. Nadie ha dibujado la figura humana tan bien como Hogarth, que era un experto en anatomía. No sé cuantos cientos de horas habré pasado hojeando las páginas de Tarzán.
El comic de Hogarth cubría solo la primera parte del libro, la que relata la niñez de Tarzán en compañía de los monos. A menudo me he preguntado por qué las adaptaciones cinematográficas no contaban nunca esa parte de la historia y se centraban en la otra mitad del libro, en la que Tarzán conoce a Jane, que es mucho más aburrida. Tras leer la obra original, aún lo entiendo menos. La primera parte del libro es fascinante -la adaptación de Hogarth es bastante fiel a la novela-, pero la segunda parte, justo desde que aparece Jane en acción, es un auténtico bostezo. Es como si a mitad de libro, Barbara Cartland hubiese irrumpido en el despacho de Edgar Rice Burroughs, le hubiese anestesiado con un golpe de karate y hubiese procedido a escribir ella el resto de la novela. ¡Que cosa más ñoña y más insulsa!