domingo, octubre 07, 2012

Top of the world

Teníamos pensado subir una montaña ruda y salvaje, un poco porque tenía su gracia y otro poco porque el chico de la oficina de turismo como que nos subvaloró. La cosa es que nos levantamos, fuimos a buscar un café y... la ruta de la marmota quedó relegada a un segundísimo plano.




Llegamos a Barruera al mismo café del día anterior pero héte tú que estaba llenísimo de coches. Cuando por fin conseguimos aparcar, descubrimos una serie de puestitos en la acera, desde miel y mermeladas hasta magdalenas de chocolate y nueces... pasando por inciensos, bufandas, campanas para vacas y cabras. Resulta que una vez al año hacen una feria y nos tocó presenciarla.


El punto álgido de la mañana fue ver a un montón de señores y señoras mayores bailando con pañuelos. Luego sin pañuelos. Las señoras bailaban entre ellas así que nos pusimos a hacerles competencia. Vimos gente, compramos un par de cosillas, caminamos por ahí. Puedo jurar y no me da miedo equivocarme, que éramos las únicas no nativas. Nosotras y un mexicano que nos habló de su gran amor perdido, a quien le escribió una carta que pone a leer a todos sus amigos.


Cuando nos dimos cuenta era demasiado tarde para el recorrido de cinco horas que pretendíamos hacer y, como nos dejamos fluir, decidimos ir a conocer los pueblitos cercanos: Boí, Taüll, Pla de l'Ermita.

La tarde se nos fue recorriendo calles empedradas y luego viendo las nubes, sentadas en una montaña que casi parecía el último pico antes del cielo. Segundo día redondo, sí señora.


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