viernes, enero 28, 2011

Let the great world spin, de Colum McCann

Lo que digo yo: 


No soy muy amante de los libros de cuentos disfrazados de novela.


Me explico... en realidad los libros de cuentos no me gustan nada. Me considero una buena lectora, pero como creo que le pasa a cualquier hija de vecina, al principio me suele costar engancharme a los libros. Encuentro que los lectores estamos haciendo un gran acto de amor al leer, entregamos tiempo a cambio de que nos entretengan y nos muestren una o dos cosas que no habíamos visto antes.  Entonces, siento que el escritor tiene la responsabilidad como mínimo de no engañar. Por otro lado, para mí los cuentos son -me perdonaréis la expresión- un coitus interruptus... cuando consigues ver una luz nueva, te la apagan... inviertes tiempo y energías en engancharte y cuando lo consigues, suelen acabarse.


Así que este libro -en principio- me parecía un poco libro de cuentos disfrazado de novela y una engañifa.


Las primeras 50 páginas, más o menos, te dan ganas de tirar el libro por la ventana. Es lento, tedioso, aburrido, los personajes te valen un reverendo pepinazo, casi te alegras de sus desgracias y desearías que les pasen muchas más, por repelentes y poco amables (de amarlos, no de gentiles). Pero por alguna razón extraña, sigues adelante. Hay un imán invisible. La segunda historia es de ovación de pie, así que sigues adelante porque ahora sí que ves a dónde va el autor. Luego hay otra que es curiosa pero no mata... pero sigues adelante. Y luego vuelve la genialidad. Y así sucesivamente: algunas de las historias son de premio, otras pffff... pero cuando te das cuenta has acabado. Y el muy cabrito del autor termina muy bien, como para que olvides los malos ratos.


Sea como sea, la escritura es impecable. Los personajes te importan más o menos, pero están bien delineados. Aprovecha el cliché pero huye de él, lo ilumina desde otro punto. Jo... es que me leo y me parece que me ha gustado más de lo que pensaba.


Si hay paciencia para aguantar un inicio infumable, el resto del libro es hermoso. ¡Hala, lo he dicho! De todas maneras, para mí que un par de personajes reclamaban a gritos su propia novela y el autor decidió no hacerles caso.


 


Lo que dice la contraportada:


New York, August 1974. A man is walking the sky. The city stands still in awe. Between the newly built Twin Towers the man is striding, twirling and showboating his way through the air. One hundred and ten stories below him, the lives of eight strangers spin towards each other Corrigan, a radical, passionate Irish monk working in the Bronx with a clutch of prostitutes; Claire, a delicate Upper East Side housewife reeling from the death of her son in Vietnam; her husband Solomon, a cynical judge turning over petty criminals in a downtown court; Lara, a young artist struggling with a spiralling drug addiction and a doomed marriage; Fernando, a thirteen-year-old photographer chasing underground graffiti; Gloria, solid and proud despite decades of hardship; Tillie, a courageous hooker who used to dream of a better life; and Jazzlyn, her beautiful, reckless daughter raised on promises that reach beyond the high rises of New York.

jueves, enero 20, 2011

Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, de Pablo Tusset

Lo que digo yo:


Hay momentos en la vida en que necesitas un libro que leerte del tirón, facilito, sin ánimo de nada más que no sea entretener... como conté, me había quedado pendiente esta novela desde el año pasado y lo llevaba a un ritmo bueno, así que me fui por la vía fácil: lo retomé.


No tengo mucho que decir, en verdad, porque es lo que acabo de resumir: un libro que se lee con facilidad, divertido, entretenido, con una trama un poco rara y demasiado culo-caca-pedo-pis-coca-dinero-mujeres-hachís en medio, pero cumple con su cometido. Me entretuvo, no dolió... aunque me alegro de no haberlo comprado (no lo robé, que conste, es un regalo que le hicieron hace unos años a El Hubby).


Lo mejor: algunas reflexiones del anti héroe del protagonista, como la que le da el título al libro y sigue así: lo mejor que le puede pasar a un cruasán es que lo unten con mantequilla.


Lo peor: el diseño de esta edición... es espantosa... ¿un cruasán como coche y monedas de ruedas? Mal gusto se queda corto. Duele mirar la portada.


 


Lo que dice la contraportada:


¿Qué ocurre cuando Pablo Baloo Miralles, treintañero inadaptado y vacilón, holgazán, misógino, prostibulario, además de pariente pobre y conocido filósofo en la Red, se topa de hocicos con el misterio en un barrio pijo de Barcelona?


A bordo de un deportivo con aire de pantera Bagheera, y con un humor inteligente, excéntrico y mordaz, Miralles nos conduce por una intrigante trama salpicada de alegrías etílicas, escarceos venéreos y páginas Web de dudoso contenido: el esclarecimiento de la repentina desaparición de su hermano, The First, presidente de Miralles & Miralles, la prospera empresa familiar. ¿Una fuga con la amante?, ¿la venganza de algún competidor estafado?, ¿un secuestro? Siempre de la mano de este tan impresentable como simpático Baloo de entre siglos, conoceremos a muchos personajes pintorescos: Gloria, la cuñada alcohólica con veleidades literarias; el patriarca Miralles, «difícil síntesis entre Winston Churchill y Jesús Gil»; el iracundo John, profesor de ontología en Dublín y coautor de una Teoría de la Realidad Inventada a medio postular; o la inefable Fina, heroína naïf de busto meritorio, cuyas aspiraciones románticas sobreviven a cualquier desaire. Pero lo que empezó como una misteriosa desaparición irá adquiriendo calidades oníricas y terminará llevando a nuestro Pablo Baloo hasta la Fortaleza: una invisible ciudadela incardinada en la entraña misma de esta nueva Barcelona de los prodigios.


Este Pablo Miralles es un felicísimo hallazgo, y Lo Mejor que le puede pasar a un cruasán, debut literario de Pablo Tusset, la novela más sorprendente, divertida y brillante de las últimas temporadas.

miércoles, enero 12, 2011

Kafka en la orilla, de Haruki Murakami

Lo que digo yo:


Me gusta Murakami, cojo sus libros con una confianza fuerte porque hasta ahora no me ha decepcionado. Hay algunos que me gustan más, otros menos, pero hay una calidad de base y un estilo muy suyo que es de agradecer.


Además, como figura me resulta un personaje curioso. Hace unos meses me leí un libro que se llama “The secret handbook” y que es una larga entrevista –dividida por temas- a varios autores, entre ellos Murakami. Juro que no sé si es un tema cultural, pero el tipo parecía fastidiado por las preguntas hasta el punto de responder “Sí” y “No”, cuando el libro evidentemente tenía un carácter más amplio de instrucción a escritores noveles. Gracias a este libro, me quedé con la impresión de que es un tipo raro, pero luego El Hubby se leyó “De qué hablo cuando hablo de correr” y descubrimos: 1. Que es un tipo muy centrado 2. Que es amigo de John Irving.


Llámenme fetichista, pero me gusta pensar que dos de mis autores favoritos son colegas. Me hace gracia.


En fin, que Kafka en la orilla no es el que más me ha gustado, pero casi. Y no pondría la mano en el fuego por Tokio blues encima de este, es simplemente que fue el primero que leí y me impactó. En todo caso está escrito de manera impecable y ¡gracias a la vida! con una traducción que respeta la prolijidad del autor. Personajes de esos que él sabe crear, simpáticos y raros y buenos y peligrosos y capaces de querer y de odiar y de aparecer y desaparecer. Enigmas vivientes.


Creo que Murakami es un autor que hay que probar, pero creo que este no es un buen libro para empezar, más bien diría que es una novela para los ya seguidores del autor japonés, aunque puede que esté menospreciando al lector medio. En todo caso yo, como seguidora, lo disfruté y saboreé muchísimo, su tempo, sus laberintos, sus juegos, los planteamientos que –como siempre- se cuestionan sobre lo real…


Lo mejor: La descripción del bosque, te entra una angustia inmensa; Nakata, personaje entrañable y misterioso, y la coña de ponerle a dos personajes Johnnie Walken y Colonel Sanders…


Lo que dice la contraportada:


Kafka Tamura se va de casa el día en que cumple quince años. La razón, si es que la hay, son las malas relaciones con su padre, un escultor famoso convencido de que su hijo habrá de repetir el aciago sino del Edipo de la tragedia clásica, y la sensación de vacío producida por la ausencia de su madre y su hermana, a quienes apenas recuerda porque también se marcharon de casa cuando era muy pequeño. El azar, o el destino, le llevarán al sur del país, a Takamatsu, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca y conocerá a una misteriosa mujer mayor, tan mayor que podría ser su madre, llamada Saeki.


Si sobre la vida de Kafka se cierne la tragedia -en el sentido clásico-, sobre la de Satoru Nakata ya se ha abatido -en el sentido real-: de niño, durante la segunda guerra mundial, sufrió un extraño accidente que lo marcaría de por vida.En una excursión escolar por el bosque, él y sus compañeros cayeron en coma; pero sólo Nakata salió con secuelas, sumido en una especie de olvido de sí, con dificultades para expresarse y comunicarse... salvo con los gatos. A los sesenta años, pobre y solitario, abandona Tokio tras un oscuro incidente y emprende un viaje que le llevará a la biblioteca de Takamatsu.

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