Lo que digo yo:
A veces un libro te ofrece la luna y luego te da una piedra. En una metáfora bastante acertada de El Hubby, es como que los últimos diez segundos del Carmina Burana fueran sustituidos por un “chin- pún” estrepitoso. O como que en una película como Kill Bill al final Kiddo se casara con Bill y fueran felices y comieran perdices.
Pero vamos al principio. Durante 230 de las 240 páginas, la autora es genial. Le da vida a un personaje muy curioso, un psiquiatra que de repente padece el Síndrome de Capgras. Este síndrome, básicamente, hace que el paciente no pueda reconocer a una persona, normalmente muy cercana, y que esté convencido de que quien lo reemplaza es un impostor. Genial idea para empezar.
A partir de ahí, la autora tiene la maestría de llevarte –desde el punto de vista del protagonista, el afectado –por los caminos que sigue para intentar desentrañar el misterio. A pesar de que ves su punto de vista, en realidad entiendes que está fatal de la cabeza. Y sientes pena por quienes le rodean. Quieres que se ponga bien, o que la autora lo resuelva de una manera ágil, tan ágil como el propio planteamiento.
Y es una lástima, de verdad… porque ella misma echa a perder las 230 páginas anteriores. El final es tan absolutamente nefasto, abrupto y facilón que acabas pensando que el libro es malo. Y no lo es, pero eso, queriditos, nos muestra lo delicado de terminar una historia.
Una lástima que una joya haya terminado siendo una pelusilla.
Lo que dice la contraportada:
Imagine what it might be like to realize that the person you love is, in fact, not the person you love but a doppelgänger: or, what Leo Liebenstein coolly terms a "simulacrum" of his wife Rema at the outset of Atmospheric Disturbances. David Byrne's infamous cry that "this is not my beautiful wife" seems the most likely response, but Leo's reaction to this sea change takes unpredictable and dazzlingly plotted turns in the story that follows. Leo's journey to recover the "real" Rema is nothing short of byzantine; among its many mysteries is the delightfully inscrutable Dr. Tzvi Gal-Chen, a master meteorologist who in cleverly constructed flashback sequences takes up residence in the daily rhythms of Leo and Rema's marriage and becomes as much a focus of Leo's obsession as his wife's whereabouts. (Think Vertigo but directed by Charlie Kaufman.) Make no mistake: this is dizzying debut fiction, bursting at the spine with beautifully articulated ideas about love, yes, but also--and with maddening resonance--about the private wars love forces us to wage with ourselves. Be sure to keep a pen or pencil handy: it's impossible to resist underlining prose this good.