Lo que digo yo:
Al igual que las dos novelas anteriores de la Trilogía Millenium, esta engancha. Es fácil de leer, aunque durante un buen rato te hartas de los nombres, complicados. Además me hace mucha gracia que todos se llaman por el nombre completo: Hola Lisbeth Salander / Erika Berger llamó a Mikael Blomkvist… ¿en serio? :-p
Sigo pensando que la más adictiva es la primera… esta, sin embargo, entra con mayor rapidez a la acción, cosa que se agradece porque sobre todo en la segunda te puedes relajar antes de ver por dónde van los tiros.
Lo mejor es la resolución de algunos temas pendientes, siempre en la línea de cada personaje... aunque a veces no sea muy creíble. Lo peor lo dicho antes, el seguirle el hilo a todos los suecos que van apareciendo y que, a veces, da la impresión de que podrían no existir y no pasaría nada.
Pienso que las tres valen la pena como lectura relajada y divertida. Hace poco me enteré de que Larsson tenía previsto escribir otras tantas novelas siguiendo con los personajes, pero por dicha la novela sí concluye. Está muy bien.
Lo que dice la contraportada:
Los lectores que llegaron con el corazón en un puño al final de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina quizás prefi eran no seguir leyendo estas líneas y descubrir por sí mismos cómo sigue la serie y, sobre todo, qué le sucede a Lisbeth Salander. Como ya imaginábamos, Lisbeth no está muerta, aunque no hay muchas razones para cantar victoria: con una bala en el cerebro, necesita un milagro, o el más habilidoso cirujano, para salvar la vida. Le esperan semanas de confi namiento en el mismo centro donde un paciente muy peligroso sigue acechándola: Alexander Zalachenko, Zala. Desde la cama del hospital, Lisbeth hace esfuerzos sobrehumanos para mantenerse alerta, porque sabe que sus impresionantes habilidades informáticas van a ser, una vez más, su mejor defensa. Entre tanto, con una Erika Berger totalmente entregada a su nuevo trabajo, Mikael se siente muy solo. Quizás Lisbeth le haya apartado de su vida, pero a medida que sus investigaciones avanzan y las oscuras razones que están tras el complot contra Salander van tomando forma, Mikael sabe que no puede dejar en manos de la Justicia y del Estado la vida y la libertad de Lisbeth.
Pesan sobre ella durísimas acusaciones que hacen que la policía mantenga la orden de aislamiento, así que Kalle Blomkvist tendrá que ingeniárselas para llegar hasta ella, ayudarla, incluso a su pesar, y hacerle saber que sigue allí, a su lado, para siempre