miércoles, agosto 10, 2011

El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, de HarukiMurakami

Lo que digo yo:

No vamos a ocultar que me gusta Murakami. De hecho, el otro día preguntaba Celes que si una vez leído uno, ya es como si hubieses leído todos... tengo que decir que un poco sí y un poco no. Hay dos que efectivamente se parecen mucho (Kafka y Crónica del pájaro...) porque comparten imaginario, simbolismo, tono, atmósfera. Luego, para mí, está After Dark que es curioso en sí mismo y que tiene cierto aire a estas dos, pero que también se acerca a Tokio Blues Y luego están justamente Tokio Blues y Sputnik mi amor. No puedo seguir con la clasificación porque no he leído más. Bueno, acabo de terminar El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Y a este lo situaría también como una setita medianamente independiente.

Me gustó mucho. Lo único que le reprocho son los últimos dos o tres capítulos de una de las historias que cuenta (dos, paralelas) porque destiñan un cierto ñoñismo que no me esperaba en el autor.

Por lo demás, incluso diría que es un Murakami menos embelesado consigo mismo, y eso es muy agradable. Ahora, no es apto para amantes de Kafka y Crónica del pájaro porque aunque echa mano de sus dejes característicos, no es exactamente lo que uno espera al abrir un libro del japonés.

En todo caso, me gusta mucho leer a Murakami porque vas a tiro hecho, me pasa como con John Irving, Lionel Shriver... esos autores que pueden apasionarte más o menos, pero que no te saldrán con algo que parece parido por otro.


Lo que dice la contraportada:

Dos historias paralelas se desarrollan en escenarios de nombre evocador: una transcurre en el llamado «fin del mundo», una misteriosa ciudad amurallada; la otra, en un Tokio de un futuro quizá no muy lejano, un frío y despiadado país de las maravillas. En la primera, el narrador y protagonista, anónimo, se ve privado de su sombra, poco a poco también de sus recuerdos, e impelido a leer sueños entre unos habitantes de extrañas carencias anímicas y unicornios cuyo pelaje se torna dorado en invierno. En la segunda historia, el protagonista es un informático de gustos refinados que trabaja en una turbia institución gubernamental, enfrentada a otra organización no menos siniestra en una guerra por el control de la información; sus servicios son requeridos por un inquietante científico que juguetea con la manipulación de la conciencia y de la mente y vive aislado en la red de alcantarillado, una red poblada por los tinieblos, tenebrosas criaturas carnívoras.


Asesinos sin rostro, de Henning Mankell



Lo que digo yo:


Es un libro entretenido, fácil de leer. Básicamente me lo leí sin esfuerzo alguno en el bus, en dos trayectos diarios de 30 minutos. Poco más tengo que decir... no engancha, no aprovecha las oportunidades, no crea un suspense inaguantable. De hecho me sorprende muchísimo que haya sido el inicio de la famosa y tan vendida saga "Wallander", porque no tiene mucha chicha.


Como dato curioso, escuché este podcast del BBC World Book Club con el


autor y me llamó la atención que:


1. no tiene sentido del humor, o lo pierde cuando habla inglés


2. habló fatal de Stieg Larsson, y yo tengo la sensación de que debe ser porque, a pesar de sus muchas pero muchas novelas publicadas (y que sigue vivo), es probable que Larsson haya vendido más... con menos novelas y muertito.


En fin. Olvidable. Pero no me hagan caso que de novela policiaca no sé nadita.



Lo que dice la contraportada:


Kurt Wallander atraviesa uno de los momentos más sombríos de su vida personal (sus relaciones familiares son un desastre, está ganando peso, bebe mucho y duerme poco) cuando tiene que ponerse al frente de la investigación del asesinato de un apacible matrimonio de ancianos, en una granja de


Lenarp. El marido ha sido horriblemente torturado y la mujer muere estrangulada poco a poco, con el tiempo justo de pronunciar antes de morir la palabra 'extranjero'.

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