Lo que digo yo: Tanto me cautivó la película, que decidí que quería leer la novela. Sé que el proceso ideal es el contrario, leer antes de ver, pero hay películas que me provocan ir corriendo al libro. Este fue el caso de “Atonement”. Para mi sorpresa, la película deja poco por fuera, hay una regodeo en los detalles, tal y como McEwan lo plasma.
Una niña no tan niña nos adentra en un mundo particular, en la transformación de una familia entera por una travesura (en realidad es una maldad inocente, si es que existen). Me cautivó la construcción del personaje central, a cada página el autor la dibuja con más detalle, hasta que es un ser tridimensional. Sabemos sus pensamientos y sentimientos sin que nos los describan. Y, aún mejor, estás de su parte pero no puedes entenderla. La perdonas antes de tiempo, pero pasas todo el libro odiándola. Fascinante el efecto, de verdad. No hay malos ni buenos, hay personas.
Por el lado negativo, puede resultar largo y denso, sobre todo la segunda parte. Esa se me hizo eterna y quería acabarla lo antes posible. Así que me quedo con la duda de si el resto se me hizo entretenido porque ya conocía la historia, o si realmente lo es.
Lo que dice la contraportada:
En la gran casa de campo de la familia Tallis, la madre se ha encerrado en su habitación con migraña, y el señor Tallis, un importante funcionario, está, como casi siempre, en Londres. Briony, la hija menor, de trece años, desesperada por ser adulta y ya herida por la literatura, ha escrito una obra de teatro para agasajar a su hermano León, que ha terminado sus exámenes en la universidad y hoy vuelve a casa con un amigo. Cecilia, la mayor de los Tallis, también ha regresado hace unos días de Cambridge, donde no ha obtenido las altas notas que esperaba. Quien sí lo ha hecho, en cambio, es Robbie Turner, el brillante hijo de la criada de los Tallis y protegido de la familia, que paga sus estudios.
Una niña no tan niña nos adentra en un mundo particular, en la transformación de una familia entera por una travesura (en realidad es una maldad inocente, si es que existen). Me cautivó la construcción del personaje central, a cada página el autor la dibuja con más detalle, hasta que es un ser tridimensional. Sabemos sus pensamientos y sentimientos sin que nos los describan. Y, aún mejor, estás de su parte pero no puedes entenderla. La perdonas antes de tiempo, pero pasas todo el libro odiándola. Fascinante el efecto, de verdad. No hay malos ni buenos, hay personas.
Por el lado negativo, puede resultar largo y denso, sobre todo la segunda parte. Esa se me hizo eterna y quería acabarla lo antes posible. Así que me quedo con la duda de si el resto se me hizo entretenido porque ya conocía la historia, o si realmente lo es.
Lo que dice la contraportada:
En la gran casa de campo de la familia Tallis, la madre se ha encerrado en su habitación con migraña, y el señor Tallis, un importante funcionario, está, como casi siempre, en Londres. Briony, la hija menor, de trece años, desesperada por ser adulta y ya herida por la literatura, ha escrito una obra de teatro para agasajar a su hermano León, que ha terminado sus exámenes en la universidad y hoy vuelve a casa con un amigo. Cecilia, la mayor de los Tallis, también ha regresado hace unos días de Cambridge, donde no ha obtenido las altas notas que esperaba. Quien sí lo ha hecho, en cambio, es Robbie Turner, el brillante hijo de la criada de los Tallis y protegido de la familia, que paga sus estudios.