domingo, agosto 31, 2008

Atonement de Ian McEwan


Lo que digo yo: Tanto me cautivó la película, que decidí que quería leer la novela. Sé que el proceso ideal es el contrario, leer antes de ver, pero hay películas que me provocan ir corriendo al libro. Este fue el caso de “Atonement”. Para mi sorpresa, la película deja poco por fuera, hay una regodeo en los detalles, tal y como McEwan lo plasma.

Una niña no tan niña nos adentra en un mundo particular, en la transformación de una familia entera por una travesura (en realidad es una maldad inocente, si es que existen). Me cautivó la construcción del personaje central, a cada página el autor la dibuja con más detalle, hasta que es un ser tridimensional. Sabemos sus pensamientos y sentimientos sin que nos los describan. Y, aún mejor, estás de su parte pero no puedes entenderla. La perdonas antes de tiempo, pero pasas todo el libro odiándola. Fascinante el efecto, de verdad. No hay malos ni buenos, hay personas.

Por el lado negativo, puede resultar largo y denso, sobre todo la segunda parte. Esa se me hizo eterna y quería acabarla lo antes posible. Así que me quedo con la duda de si el resto se me hizo entretenido porque ya conocía la historia, o si realmente lo es.

Lo que dice la contraportada:
En la gran casa de campo de la familia Tallis, la madre se ha encerrado en su habitación con migraña, y el señor Tallis, un importante funcionario, está, como casi siempre, en Londres. Briony, la hija menor, de trece años, desesperada por ser adulta y ya herida por la literatura, ha escrito una obra de teatro para agasajar a su hermano León, que ha terminado sus exámenes en la universidad y hoy vuelve a casa con un amigo. Cecilia, la mayor de los Tallis, también ha regresado hace unos días de Cambridge, donde no ha obtenido las altas notas que esperaba. Quien sí lo ha hecho, en cambio, es Robbie Turner, el brillante hijo de la criada de los Tallis y protegido de la familia, que paga sus estudios.

Life of Pi de Yann Martel

Lo que digo yo:
Durante las noches largas largas de gastritis y mareos, me alegré mucho de tener un buen libro para las horas de insomnio. El personaje central es adorable, se trata de esos que puedes imaginar en detalle, casi saber qué piensan y cómo actuarían.

Es difícil hablar del libro sin revelar cosas importantes, así que me limito a decir que es hermoso, a pesar de que la portada me reveló más de lo que quería saber. Así que secundo la sugerencia de El Hubby: ¡no leer la contraportada! Y si se trata de la edición en inglés, recomiendo que lo compre alguien más, lo forre y el lector se corte los dedos antes de mirar la ilustración. ¡Qué manía tienen los estadounidenses de contarte el libro antes de que lo abras!

Lo que dijo El Hubby en su momento:
Lo que más me gustó de este libro es su que no cesó de sorprenderme. Para empezar, la historia no tiene nada que ver con lo que en principio me sugirió el título; la presencia de la palabra PI en el mismo me llevó a pensar que el libro tendría que ver con las matemáticas. Luego me dejé engañar por el tono filosófico de los primeros capítulos y asumi que el autor dedicaría el resto del libro a reflexionar sobre la religión y las diferencias entre el ser humano y los animales. Y volví a equivocarme. Yo pensaba que Martel me estaba enseñando sus cartas, pero resulta que como buen prestigitador, estaba atrayendo mi atención a una de sus manos mientras llevaba a cabo el truco con la otra, y el resultado fue pura magia. No es fácil plantar información en una trama sin que esta revele los motivos ulteriores del autor, pero Martel lo hace con una facilidad pasmosa. Parece que incluso se esté burlando de uno.

No diré más porque no quiero revelar nada. Os aconsejo que no os leais la contraportada del libro, porque seguro que os lo destripa. Es mejor ir descubriendo al temible Richard Parker a través de las páginas del libro y no que resuman su vida y milagros en un par de párrafos.

Lo que dice la contraportada:
No lo pongo. No tiene gracia. Hay que leerlo.

13,99 de Frédéric Beigbeder


Ed. Anagrama
272 págs.


Lo que digo yo:

A pesar de mi humor inicial de estoy-harta-de-leer con esta novela, acabé por disfrutar mucho el libro. Creo que es esencial pillarle el humor a Beigbeder, de otra manera parece un cínico simplón. Al igual que cuando leí “El amor dura tres años”, lo mejor del libro son esas frases ingeniosas que suelta con facilidad, en este caso sobre el mundo publicitario, el consumo, la sociedad. Entre ellas, una de mis favoritas “La diferencia entre ricos y pobres es que los pobres venden droga para comprarse unas Nike, y los ricos venden sus Nike para comprar droga”.

Mi único pero es el final. Me mantuvo al vilo, eso sí, pero a la vez creo que es extraño porque no me pega con el resto del libro. Es raro, porque en mi caso me sentí con más ganas de leer hacia el final, pero a la vez me resultó menos ingenioso. Como si se le hubiese gastado el primer impulso conforme avanzaron las páginas.

De todas maneras creo que es un libro muy recomendable, aunque puestos a leer a Beigbeder me quedo con “Windows on the World”.


Lo que dice la contraportada:
Novela cruel, panfleto insolente y alegato contra la manipulación consumista, 13’99 euros se convirtió en un auténtico fenómeno de masas en Francia, uno de los mayores best-sellers de los últimos años. Esta novela describe el maravilloso mundo de la comunicación moderna: un mundo en el que se gastan miles de millones para despertar entre personas que no pueden permitírselo el deseo de comprar cosas que no necesitan. Es un libro sobre nuestra sociedad, la vuestra, la mía, la que yo mismo contribuí a forjar durante mis diez años de presencia en las agencias de publicidad, la que todos hemos dejado crecer por despecho.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...