sábado, diciembre 09, 2006

Rellenita ¿y qué?


"La felicidad no se mide en kilos y si fuera así igual gano", me decía una amiga cuando alguien se metía con ella por haber subido un par de kilos. Luego, la semana pasada leí un post de Julia que ahorita me voy a repasar, solo para acordarme de todos esos que hablan de los demás y que son incapaces de ver la paja en su propio ojo (y no habla solo del peso). Menos mal que lo leí antes de ir a Coruña, si no, no habría aguantado la presión.

Esta semana me enfrenté a un bombardeo, a veces amigable, a veces simplemente imprudente sobre mi peso... que si he subido mucho en un año, que si debería hacer dieta, que no me favorece la ropa con el peso que tengo, que bla bla bla blaaaa.

Es verdad, hace un año que me vieron por última vez pesaba 5 ó 6 kilos menos... y es verdad, yo me siento más cómoda con menos kilos, y es verdad, se me notan (¡claro!) pero lo que no me gusta es que NADIE me diga cómo me tengo qué ver, o que me ayuden a aumentar mi propia conciencia y mis propios complejos con sus comentarios inadecuados. El ir de compras desde hace un par de meses no me entusiasma, como para que cuando voy por necesidad a comprar un vestido, antes de pagarlo, la persona que me acompañaba preguntara si no tenían una talla más grande porque ese "me apretaba un poco". NO, NO HABÍA MÁS GRANDES. Y en todo caso, lo importante es que estaba haciéndolo por verme mejor en la fiesta de mi amiga Lil.

Lo digo en serio... si alguien a quien quieren tiene un problema de peso y están convencidos de que no lo sabe (cosa difícil, pero bueno...) o se pasó unas libras, o se le ve mejor de otra forma, piensen mucho cómo decirlo. Así como uno no diría "tienes los ojos demasiado separados" o "qué piernas más delgadas, mejor no te pongas falda", el decir "qué pasada, como has engordado" también es UNA GROSERÍA.

Me dolió y me duele, aunque sé que hay otras cosas que mirar; me duele porque nadie me preguntó cuánto he leído o escrito en un año, porque nadie se fijó si soy más mujer y menos niña, porque nadie le dio más importancia a si mis ojos brillaban porque estoy feliz y enamorada. Soy el estuche, que es lo llamativo. Soy mi propia imagen, como si lo relevante fuera lo que queda sujeto en el espejo y no la esencia que lo conforma.

Y lo peor... lo peor de todo, lo triste... lo más triste de todo: me quedé callada.

Primero voy a hacer un curso de respuestas rápidas cuando la gente te hiere, luego talvez y solo si me da la gana, me preocupe por mi peso.


Foto: Xavier Bonghi

2 comentarios:

  1. el peso siempre es un punto delicado... lo importante es estar saludable y feliz... no crees?

    saludos, Denise...

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  2. Vos misma lo decís: uno sabe muy bien cómo se siente mejor, ¿para qué demonios tiene la gente que abrir la bocota y decir yeguadas?

    Una buena estrategia sería preparar una lista de "respuestas ingeniosas ante comentarios estúpidos", para tenerla a mano en caso de emergencia...con un poquito de limón y sal, para que sepan más rico jeje ;-)

    Un abrazote!

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