Eran otros tiempos, eso de hacer amigos por correspondencia quería decir escribir a mano, meter la carta en un sobre, ir a correos, esperar, repetir. Eran tiempos de cadenas en el buzón de correo de casa, de aquellas de "manda esta carta a diez personas o... (insertar amenaza)".
Un buen día leí la revista como siempre y encontré un anuncio de una chica que parecía simpática. De Guatemala, más o menos de mi edad. Me apunté la dirección y decidí mandarle una carta. Ella respondió, yo respondí y así sucesivamente. Pasamos años intercambiando cartas. Cuando los correos electrónicos empezaron a ser normales y comunes, la verdad que perdimos un poco el contacto, pero cuando llegó facebook nos reencontramos.
Pensar en ella siempre me hace recobrar la fe en la humanidad. Éramos dos nenas que querían comunicarse con otro ser humano, porque sí, porque significaba una compañía y -ahora lo veo- una visión objetiva sobre nuestras vidas, una ajena, una no contaminada. Crecí con ella, entendí cosas de la vida por ella, me sentí acompañada de ella a pesar de los kilómetros y la distancia física. Nos hemos visto una vez en veinte años. Fue además un encuentro bastante rápido cuando yo pasaba por Guatemala un par de días, pero siempre la llevo en el corazón.
Foto sacada de: http://theromanticvineyard.files.wordpress.com/2011/09/penpals.jpg |
Pasaron los años y las cartas de papel ya no se estilan. ¡Qué lástima! podría pensarse. Y sí, puede que sea una pena que ya no nos escribamos a mano. Pero... a ver. Vamos por partes: la gente se queja de que por culpa de los teléfonos ya no hablamos tanto cara a cara... y sí, puede ser. Pero hay una segunda parte que no vemos: eso quiere decir que todo contacto no mediatizado por un aparato adquiere un peso mayor.
Hoy vi a dos personas encontrarse en el metro. Ambas venían con el teléfono en la mano, pero en cuanto se vieron hicieron un gesto idéntico: guardar el móvil. Fue bonito, muy bonito. La conexión extrema bajo la cual vivimos quiere decir, también, que podemos ser sujetos de esos momentos: del momento en que bajas al buzón y hay una carta desde Inglaterra, desde Costa Rica. Una postal desde Alemania. Significa que cuando quedas con ese amigo tan querido y él coge su teléfono, lo pone en silencio y lo guarda en su bolsillo, puedes respirar tranquila. Y pensar, yo también apago el mío porque... yo también te quiero.
El encuentro del metro me recordó que en el fondo necesitamos esa conexión mediatizada, o al menos nos hemos acostumbrado, pero que seguimos sabiendo -en el fondo del alma- que nada sustituye a mirar los ojos de la gente.
Y eso está muy bien.
Feliz cumple pen-pal. Gracias Mariposa. Gracias Chica Morada. Gracias Amigo-sin-teléfono. La vida es bonita.