martes, junio 16, 2009

La soledad de los números primos, de Paolo Giordano

Lo que digo yo:

Es un libro bonito. Es lo primero que puedo decir. Me lo leí en dos días, así que también fluye y no se hace pesado.


Está bien escrito, tiene personajes entrañables, con los que te identificas a ratos, a ratos quieres meterte en el libro y darle un par de bofetadas para que reaccionen, con los que sufres e incluso te anticipas a lo que puede pasarles y lo padeces.


Bonito.


Parte de una metáfora hermosa, profunda, muy bien pensada… que se queda en una enunciación sin desarrollo. Lo que sí consigue Giordano es dejar un regustillo de melancolía, de pasos errados que tú, como lector, quisieras corregirles. Melancolía de lo que les pasa y de lo que no se dejan que les pase.


Lo malo… que la verdad que encontré que es bonito, nada más. O sea, me explico… no duele leerlo, al contrario: se disfruta.


Pero… es que es bonito nada más. Deja esa sensación de satisfacción del gozo de una lectura apasionada, pero creo que en un par de años me acordaré sólo de lo que puse aquí. Se me ocurre que el problema es que no aporta nada en el sentido profundo. No es un libro que marque. Eso y que me molestó, lo admito, que el autor crea un par de expectativas que nunca resuelve. Y eso a mí me encabrona. Si hay una parte de la historia que no tengo que saber… ¡ni me la nombres, querido!



En todo caso, lo recomiendo por mono.

Lo que dice la contraportada:

Paolo Giordano se ha convertido, hoy por hoy, en el fenómeno editorial más relevante de los últimos años en Italia. Con tan sólo veintiséis años, La soledad de los números primos, ópera prima de este recién licenciado en Física Teórica, ha sido galardonada con el premio Strega 2008 y ha conseguido un éxito de ventas sin precedentes para una primera novela.


Asimismo, ha despertado un gran interés internacional y será traducido a veintitrés idiomas. Como introducción a esta excepcional novela, dejemos al texto hablar por sí mismo: «En una clase de primer curso Mattia había estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y él eran así, dos primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad.»

2 comentarios:

  1. Alguien me lo recomendó muy mucho, pero no recuerdo quien.
    depalaniuk hace tiempo que quería leer algo... pero no doy abast!
    besooo

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  2. Estoy ausente de la blogosfera pero hoy he venido a buscarte porque valoro tu opinión, y quería ver si este libro te había parecido lo que a mí (me lo he leído este fin de semana, en dos ratos). ¡Y sí! Coincidimos... bonito, precioso, dos historias duras, duras, pero después de todo, bonitas.

    Un abrazo gordo,
    Nür

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