martes, septiembre 30, 2014

Los trabajos del terror

Setiembre 2006- Julio 2007

Vuelvo a Barcelona como toda una mujer casada. Un mes después, tras papeleos varios que aún no olvido, tengo un permiso de residencia y trabajo. Lo de conseguir trabajo prueba ser más complicado de lo que me pensaba: me paso meses mandando currículums, yendo a entrevistas.

Finalmente consigo un trabajo en una empresa de telefonía móvil. Por la razón que sea les parece buena idea hacerme encargada de tienda, cuando yo no tengo ninguna experiencia en el área. Me capacitan durante dos semanas, luego paso a tienda. Pasan los días y mi contrato no llega. Pasan los días y la encargada de stock desarrolla un hobbie: llamar cada día a la tienda a primera hora para gritarme por algo. Entiendo que trabajar en esto se trata de eso: la de stock me grita y me gritan los clientes. Aprendo a respetar mucho a los que trabajan en estos lugares, pero no acabo de sentirme bien. Llega fin de mes (mes y medio después de empezar, mi primer pago) y no me ingresan. Pero es que no me pueden ingresar cuando ni siquiera he firmado el contrato. Hablo un viernes con la encargada de personal y le doy un ultimátum: si el lunes a las 9 am -que me toca llegar a la tienda- no tengo mi salario depositado, puede asumir que tiene mi renuncia. Intenta convencerme de tener paciencia, le repito mis condiciones. Lunes 9 am… nada. La llamo de nuevo y le digo que, tal y como le dije, que no voy a presentarme. Luego vienen meses de ir y venir, de intentar que me paguen lo que me deben. Mi entonces exjefa me cita a la oficina de la empresa, me encuentro con cinco jefes más. Me meten bronca por irresponsable, dicen que tuvieron que cerrar la tienda dos días porque me fui y que… que siendo así, me van a pagar una octava parte de lo que correspondía. Me pagan 200 euros por mes y medio de trabajo.

Hago cástings. Uno para presentar un programa de deportes. Me va bien pero cometo el error de decir la verdad, me preguntan si alguna vez querré tener hijos, o algo así, y soy tan lista que digo que sí… en resumen, acaban por coger a una chica muy parecida a mí que ya trabajaba en tele. Hago otro. Me va bien pero cometo el error de hablar catalán mejor de lo que les interesa. Se trataba de un programa cómico y acaban por contratar a una chica china que pronuncia peor que yo las “elles” y que entiende menos. Lo intento con un cásting de teatro, al que ni siquiera me voy a referir porque cuando vi cómo iba la cosa decidí no presentarme. Hago otro de cine, un corto en el que no pagan. Cuando llego, las cuatro personas presentes miran a otra parte, me siento ridícula, expuesta, harta. Decido volver a la búsqueda de trabajo en “lo que sea”.

“Lo que sea” acaba siendo vender ropa interior en una tienda de una gran cadena. Mi jefa es más rara que la puñeta, pero lo llevo con cierta dignidad. No entiendo que mis compañeras de trabajo se gasten el 70% del salario en la cadena de ropa para la que trabajan, pero lo llevo con cierta dignidad.

En medio, una amiga me pide que le ayude a prepararse las pruebas de acceso al Institut del Teatre. Como sabe que estudié Artes Dramáticas, quiere saber si puedo sacar unas cuantas tardes para repasar el temario con ella. Gracias a eso, entre braga y braga, busco las obras que entran en las pruebas, reviso el temario y estudio, para poder explicarle a mi amiga.

El Vikingo me dice que me presente, que así durante el año que nos queda en Barcelona al menos le dedico tiempo a lo que me gusta en vez de estar muerta de asco en la tienda. Yo no acabo de verle el sentido… pienso que es incompatible con el trabajo, pero hago las pruebas téoricas.

Las apruebo y convocan a las prácticas. Son tres días, si mal no recuerdo, todo el día. Yo trabajo ocho horas diarias, así que no sé cómo lo voy a hacer. Las pruebas empiezan lunes, es sábado al mediodía y aún no sé qué hacer. Pienso en inventar alguna enfermedad, incluso en ir al médico y fingir, pero una baja de tres días… paso toda la tarde dándole vueltas al asunto, mientras cuelgo bragas y sujetadores en perchas y veo gente desfilar por el probador de ropa.

Al final del día mi jefa me llama. Me dice que soy una empleada ejemplar, que tengo la mejor actitud que pueda tener alguien… pero que no soy rápida. Me echan de la tienda de ropa por no plegar bragas rápido. Tal cual. Me voy a casa entre humillada y orgullosa. No pliego bragas rápido, eso es causal de despido... bueno... y entonces lo pienso. Me acaban de abrir la puerta para irme a las pruebas del Institut el lunes siguiente.

Cuando me admiten pienso que tengo suerte de poder pasar un año ahí. Porque planeamos irnos a Costa Rica en junio del 2008. Pero mientras tanto… mientras tanto eso del Institut del Teatre suena bien.


Hace un par de semanas fui a recoger mi título en Dirección y Dramaturgia. Con el Institut llegaría la segunda parte del reset vital. Y vaya si llegaría. Pero en julio del 2007 no sabía que lo tendría alguna vez en mis manos, porque como ya se sabe… no tenía ni idea. Ni idea de nada de lo que me estaba esperando.

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