sábado, octubre 04, 2014

¡¡¡Puta!!! 10 años son muchos años.

2014


Diez años. ¡¡¡Puta!!! Diez años. Diez años son muchos años. Un huevo de años. Un cachimbal... es casi la tercera parte de mi vida. He aprendido catalán, entiendo el mallorquín (siempre y cuando no se unan más de dos mallorquines a la vez, jejeje), pasé por el gallego. He conocido fiordos, he aprendido a pedir ayuda, he dejado de pedir ayuda. Escribo como profesión. Me entusiasmo con el ejercicio. He subido de peso, he bajado de peso, me he obsesionado con el peso, he dejado en paz mi peso. He cambiado de costumbres, he descubierto que los lácteos y el trigo no son mis amigos. Soy la reina del transporte público pero sigo sin sacarme el carné de conducir. Me gusta ir en bici pero prefiero caminar. He vivido en 6 pisos en dos ciudades distintas. He hecho amigos, he perdido amigos. He estado triste, fatal, muy bien, genial. Tengo familias múltiples distribuidas en el país y en el mundo. No tengo perro en casa pero Thor, Soca, Puça y Hanna hacen las veces cuando se puede. Vivo lejos de mis padres pero he ganado tíos y tías, primos, primas, noruegos, catalanes, canarios. Tengo casa, un Vikingo que me mima tal vez más de lo debido, una vida. Una vida. ¡Puta! En diez años hay tiempo de hacer una vida. 




Gracias a internet y la distancia he ganado a perlas vitales como Iva, Ale, la Hempel y Su. Gracias a internet sigo teniendo a mis amigos de allá…esos que resisten con tesón: Álvaro, Wendy, LD. Estoy ahí aunque no esté cuando se casa mi amiga del alma MaryJoe con el pedazo de persona de Tavito. 


Estoy cuando nacen hijos, cuando se mueren familiares, cuando se gana y se pierde. Mejor sería un abrazo físico pero al menos me queda el emoticono. Comparto veinte minutos preciosos con Ile y David. Mis amigos siguen sabiéndome parte de sus vidas, los sé en la mía. Gracias a internet sigo a Gina en su propio periplo en Brasil, a Ile en Nueva York, y pienso en el machillo aquel Wayne, veo a Paula domando las velas frente a cualquier viento y me pregunto cómo está Sofi. Me siento cerca de Iva M, leo a Ale F, celebro sus postales. Y pienso a mis bichos Lil, Krons, y a Sonia. 


Y gano gente, a toda esa que no nombro pero que sabe que es parte de este viaje. Podría ser mejor amiga de mis amigos, pero empiezo a aceptar que soy así, puedo mejorar pero no cambiarme por otra. Me quieren así, parece, o al menos diez años dan fe de ello. Hay quien ha salido huyendo, varias personas de hecho, pero está bien. Y necesito recordármelo porque a veces siento que no hago más que perder, pero no es así. Gano años y gano amor. Hablo con mis padres cada fin de semana. Cuando los visito siguen tratándome como la que se fue, o como la que fui... acepto ser la pequeña y la bebé de la casa, lo seré toda la vida supongo. Y mi hermana está a un whatsapp de distancia. Nunca hemos estado tan cerca, somos dos mujeres que nos entendemos. Y todas esas personas me acompañan aunque haya escogido una vida que más bien tira a la soledad. Y conozco la soledad, pero no le tengo miedo. Nos tratamos con respeto la una a la otra y vamos tirando.


Diez años. ¡Puta! Son años... no soy la misma, me parece. Un día mi mamá me dijo que tenía que “re-conocerme” porque de repente descubría cosas nuevas en mí… y yo misma me descubro haciendo el mismo proceso. A veces me veo y no acabo de entender quién soy. Hay cosas que nunca cambiaré: el café de Costa Rica es sagrado. Pero hay otras que asumo como propias: nada como un buen aceite de oliva. No sé hablar a medias tintas (a veces incluso se me tilda de borde), me gusta mandar y lo asumo como parte de mi forma de ser (ya no me peleo, es que no soy mandona… soy la que mando). Pierdo la vergüenza y la dignidad hablando catalán, pero lo hago porque amo este lugar, y el amor es respeto. Digo más “te quiero” pero no lo fuerzo si no lo siento. Lloro menos, pero lloro si hace falta y al que no le guste que “s’hi posi fulles”. Implacable, lapidaria pero comprensiva, dice mi padre. 


Y en otras cosas soy la misma, a veces me descubro atrapada en un momento pasado, en un cruce en el que tomé el camino de la derecha y nunca sabré lo que había a la izquierda.

Veo a la distancia la que era, lo que hice antes, lo que he hecho… y a veces me parece que todo es ficción. 

¿Cómo carajos llegué aquí, aquí al 2014, así, cómo carajos? Y no sé responderme, 

Entonces me veo como si fuera un personaje que alguien más se inventó, como si esta decisión y este camino me dejaran clarísimo que hay mil maneras más y que allá afuera, a lo mejor en otro universo o en otra dimensión, hay una Denise que se quedó en Costa Rica en el 2004. Tiene otra familia y otra vida, me parece intuir. Otra Denise siguió en Coruña, tal vez sigue soltera y se dedica a actuar. Alguna Denise se fue a viajar por el mundo con su perro, un Petit Basset Griffon malhumorado pero precioso. Hay una Denise que volvió a Costa Rica hace un par de años y lleva una vida tranquila, más tranquila que esta. Y hay otra que sigue teniendo hambre de mundo, que reconoce su fortaleza pero se niega a esconder su fragilidad. 



Todas tienen días majestuosos, todas aprenden a domar la soledad. Todas reconocen sus 35 años y todas piensan en cómo sería volver a los diez. Todas son fuertes y todas, algunas veces, están cagadas de miedo.



Iba a hablar de papeleo, de lo que costó llegar a ser española. De las enfermedades, del invierno, de los lazos que se han roto irremediablemente. De cuando la vida me ha dado un par de pataditas, de mil cosas específicas. Pero ahora veo que es igual, porque al final somos esta suma. Suma azarosa, pienso, de circunstancias. Y tras diez años… la suma es tan amplia que he perdido la cuenta. Y aquí estoy. Y aquí sigo. Y ya veremos qué viene. A veces caigo en la tentación de planear el futuro, pero es casi una broma conmigo misma: vendrá cualquier otra cosa que no me estaba esperando. Y eso está bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...