A las tres con siete de esta madrugada encontraron a La Lealtad fría en el suelo del baño de su casa. No tenía muestras de violencia e incluso sonreía, como aliviada. El Silencio no ha querido hablar con la prensa, está en la suite presidencial, preparando el discurso que tirará por la ventana.
La Lealtad se suicidó con ansiolíticos, según fuentes confidenciales. Decía que nadie la entendía, aunque no tuvo la delicadeza de dejar una nota. El forense se rió del caso, lo declaró estúpido y por tanto cerrado y se fue a su piso de treinta metros a joder a su mujer. De todas maneras el forense no era un tipo muy astuto, no se dio cuenta de que si bien La Lealtad tomó la sobredosis de su propia mano, alguien había hecho el trabajo de llenarle la cabeza de malos humos. Algo así dijeron los detectives del caso, pero a nadie le interesa realmente si La Lealtad murió de causas naturales o si realmente se envenenó, de todas maneras eso de las muertes es bastante común.
Al funeral de La Lealtad no vino casi nadie, solo las lágrimas gemelas que vivían al lado de su casa, pero esas se asomaron por curiosidad, la verdad que nunca habían cruzado palabra con La Lealtad. Su esposo tenía que hacer doble jornada y tampoco pudo asistir, es lo que tiene ser El Silencio, hoy le tocaba plantarse en casa de Ella.
Y Ella, que sabía que era su culpa lo del suicidio, envió una corona de flores (que por supuesto se marchitó antes de llegar a su destino) y volvió a su casa de alto standing en el residencial El Engaño, a creerse tan mujer, tan mujer, tan mujer, tan dueña de su vida. Luego se atragantó con un caramelo de menta que le dio su vecina y estuvo vomitando toda la tarde, pero es que así es Ella, no soporta nada que venga de la del quinto, piensa que esa víbora de La Verdad intenta matarla.
Pero La Lealtad, antes de salir de esta tierra, miró a Ella con sorna. “El día que se dé cuenta…” pensó, “ese día tendrá ganas de venir a acompañarme, pero yo me encargaré de que El Silencio no le eche una mano”. Después pudo descansar en paz. O eso creían, porque La Lealtad es tan tonta tan tonta que renace e insiste, aunque muta. Por eso nadie se pone de acuerdo, nadie sabe de qué se trata y cada quién habla de ella como si la conociera, aunque luego no sepa cómo se le debe tratar.
La Lealtad se suicidó con ansiolíticos, según fuentes confidenciales. Decía que nadie la entendía, aunque no tuvo la delicadeza de dejar una nota. El forense se rió del caso, lo declaró estúpido y por tanto cerrado y se fue a su piso de treinta metros a joder a su mujer. De todas maneras el forense no era un tipo muy astuto, no se dio cuenta de que si bien La Lealtad tomó la sobredosis de su propia mano, alguien había hecho el trabajo de llenarle la cabeza de malos humos. Algo así dijeron los detectives del caso, pero a nadie le interesa realmente si La Lealtad murió de causas naturales o si realmente se envenenó, de todas maneras eso de las muertes es bastante común.
Al funeral de La Lealtad no vino casi nadie, solo las lágrimas gemelas que vivían al lado de su casa, pero esas se asomaron por curiosidad, la verdad que nunca habían cruzado palabra con La Lealtad. Su esposo tenía que hacer doble jornada y tampoco pudo asistir, es lo que tiene ser El Silencio, hoy le tocaba plantarse en casa de Ella.
Y Ella, que sabía que era su culpa lo del suicidio, envió una corona de flores (que por supuesto se marchitó antes de llegar a su destino) y volvió a su casa de alto standing en el residencial El Engaño, a creerse tan mujer, tan mujer, tan mujer, tan dueña de su vida. Luego se atragantó con un caramelo de menta que le dio su vecina y estuvo vomitando toda la tarde, pero es que así es Ella, no soporta nada que venga de la del quinto, piensa que esa víbora de La Verdad intenta matarla.
Pero La Lealtad, antes de salir de esta tierra, miró a Ella con sorna. “El día que se dé cuenta…” pensó, “ese día tendrá ganas de venir a acompañarme, pero yo me encargaré de que El Silencio no le eche una mano”. Después pudo descansar en paz. O eso creían, porque La Lealtad es tan tonta tan tonta que renace e insiste, aunque muta. Por eso nadie se pone de acuerdo, nadie sabe de qué se trata y cada quién habla de ella como si la conociera, aunque luego no sepa cómo se le debe tratar.
Es como el fenix.
ResponderEliminarHermoso "cuento" Denise, la lealtad ha muerto porque se le cree objeto de consumo. Te invito a desinventar pecados: www.despecador.blogspot.com
ResponderEliminaracaso la lealtad y la verdad sean de naturaleza tan diferente que, cuando una aparece, la otra se ve obligada a huir, y viceversa. O como si, ante una, la otra solo pueda aparecer entre paréntesis o entre comillas o entre algo, mezclada, impura, indecisa, ingenua, pero orgullosa y valiente... casi como un ser humano...
ResponderEliminarA veces yo me pregunto si es que muere y renace la estùpida y cretina lealtad... o si huye la muy cobarde cuando le agobia aunque sea un poquito su propia verdad.
ResponderEliminarBuenisimo post
Abrazos para que se vaya el mal sabor
(el sábado por la noche hacemos sushi en mi casa... me estaba acordando de tus rollitos ;)
Fuerte...y hermoso.
ResponderEliminarQuizá Lealtad deba aprender a ser más selectiva, por eso sigue renaciendo...claro, el problema de los "otros" que la tergiversan ya es harina de otro costal.
Un abrazo grande
“El día que se dé cuenta…” pensó, “ese día tendrá ganas de venir a acompañarme, pero yo me encargaré de que El Silencio no le eche una mano”
ResponderEliminarEso me encantó.
Totalmente deacuerdo con Murasaki, quiza deba de ser mas selectiva.
Saludos
PD. que pasó con la electromiografía?
y que "ella" tambien cuide sus neumaticos!!!
ResponderEliminarabrazos desde mi esquina...
@
lealtad ha muerto, viva la lealtad :)
ResponderEliminarFANMA: bueno, espero que al fénix le vaya mejor, me da la impresión de que La Lealtad siempre muere violentamente! :-P
ResponderEliminarDESPECADOR: gracias... te voy a visitar en un ratito.
PEZENSECO: uy. Y yo que creía que eran amigas desde tiempos inmemoriales... pero ahora que lo pienso seguro se pelearon y desde entonces se esconden de la otra.
HUMITO: para mí que se esconde y cuando no aguanta, deja que la maten. SUSHI????? AHHHHHH! Yo quieroooo, yo quierooooo, yo quieroooo. En agosto otra tanda, porfis!
MURASAKI: Lealtad tiene que pedir un transplante de cerebro... eso necesita, porque por ahora parece un caso severo de personalidades múltiples. Dos abrazos (para ganarte, jiji)
MÁRMOL: bueno, ser más selectiva... o ser más pareja (como cuando una estaba chiquilla y decía eso de "hay pa' todos o hay patadas"). La EMG... (carita sonrojada) como mi mano dejó de joder me hice la loca... (carita sonrojada)
@LE: jajajajaj, lo peor es que "ELLA" me compró mi coche, así que cuando vuelva a Costa Rica me será muy fácil identificar el objeto del ataque, si hasta la placa me sé...
CELES: ahí está. De todas maneras acabo de entenderlo todo... el problema de Lealtad es que es monárquica, y ya se sabe que esos hacen lo que les sale de la... corona.
No creo que Silencio deba dar ninguna declaración.
ResponderEliminarSi es problable que Lealtad no se suicidara por su gusto y aún así nadie fue al entierro y los que si, fueron por metiches, nada tiene silencio que declarar... Creo que nadie lo culpa ni es sospechoso de nada.
Se renueva con otras.
ResponderEliminarMIGNONNE: es verdad, el silencio tiene derecho a permanecer callado, cualquier cosa que diga será usada en su contra!
ResponderEliminarFANMA: o sea que es como el Fénix en versión mutante, Lealtad X, jiji. Ya ves, ya me lo tomo con humor!
Cito:
ResponderEliminar""Lo último que se pierde
es la esperanza"
Porque la esperanza
es un animalito verde que
aparece en los patios y
tiene muy buen sentido
de orientación."
(Luis Carlos Pineda, Guatemala)
Digo yo ¿no será también así la lealtad?
SIRENA: ojalá tengás razón, lo que pasa es que estás hablando con una nueva especialista en no creerse nada...
ResponderEliminarExtasiado! Bravo! Deliciosa crónica polical para un tema moral, me atañe, me intriga, me molesta, me fascina.
ResponderEliminarTe manda eso si a decir La Apatía, que le vale el tema.
Saludos
AMOREXIA: jijiji, habrá que decirle a La Apatía, que no sea creída, que si no la llamaron de testigo es justamente porque nunca se mete. :-)
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