Mi mamá es blanca y mi papá es negro (bueno, "color café oscuro" dijo mi prima Mariela con dos años). De ahí que mi hermana y yo salimos con una piel de un tonito intrigante en medio. Ellos siempre se han preocupado porque crezcamos con la autoestima alta y vivamos sin mayores complejos, a pesar de que la diferencia siempre te marca en relación con los demás.
De pequeñas, creo que fue idea de mi hermana pero no estoy segura, se nos ocurrió que queríamos ser blancas, como mi mamá. Y como toda su familia. Después de explicarnos racionalmente por qué eso no podía ser así, y de intentar ensalzar las ventajas de parecernos a nuestro papá, mi madre se cansó. Harta de que lloráramos todos los días con la misma cantaleta “quiero ser blancaaaa”, nos dijo que estaba bien, que nos llevaría donde un doctor que nos quitaría toda la piel con una cuchillita y luego nos pondría otra. “Mami, ¿y duele?”. Mi mamá respondió que seguro que sí dolía, que ella no sabía bien, pero que suponía que si cuando uno se raspa le duele tanto, pues sería eso mismo en todo el cuerpo.
Ya, un poco salvajona la madre, ya sé, talvez se pasó, pero fue efectivo. Al menos yo nunca más quise ser blanca, o para ser más sincera, nunca más lo acepté en público. Diría que hasta hace unos cinco años realmente no me sentía orgullosa de mi piel y que –en cuanto al pelo –todavía tengo una deuda pendiente.
Lo del cabello es más complicado, la verdad. Hasta los once años mi mamá nos andaba con el afro, casi siempre cortito… de ahí que me pasaban dos cosas. La primera es alguna vez anduve sin pendientes y me preguntaron si era chiquito o chiquita. Dije “chiquita”, me fui a mi casa aguantando las lágrimas y me encerré en mi cuarto. Desde ese día mi prenda favorita eran los vestidos: entre más llenos de encajes y vuelitos mejor, y jamás salgo sin ponerme pendientes. La segunda cosa es que el tacto de mi pelo era –digamos –divertido. La mayoría de la gente no podía evitar tocarme la cabeza, pero el comentario más oído es que parecía “un peluchito”. De ahí terminé con la costumbre de evitar que me toquen el pelo y la consecuente aversión a cualquier cariño en la cabeza.
Pero ando con una idea dándome vueltas… ¿y si me corto el pelo? ¿si vuelvo al afro que hace 17 años dejé? Ji Ji Ji. Qué tentación, yo sola en casa y una maquinilla eléctrica tan a mano…
Fotografía: Mel Yates y la 2da no sé... la saqué de google.
La reivindicación de tu afro... me gusta!!
ResponderEliminarYo no aguantaría la tentación, aún evito mantener las tijeras largo cuando quiero un cambio... aunque siempre termina siendo un desastre sigue siendo interesante la idea.
Abrazos Deni!
Pluma con tinta
ResponderEliminarem gustaría que me ayudes a descifrar que mezcla es la que me corresponde. Soy una especie confundida.
Ganaste una banana
anímate!
ResponderEliminarSi no te gusta, es uno de esos cambios que no son permanentes :)
Eso del afro suena tentador.
ResponderEliminarSi te arriesgas al menos mándame la foto para ver el resultado final.
Con o sin afro, sin duda te verás hermosa.
Un beso
Mmm, voy a caer mal, pero ¿no sería mejor guardar los cambios para después de la boda? Digo, eso dirían Trinny y Susannah, que no es para experimentar. Luego te masearían toda porque nunca he visto un episodio de "No te lo pongas" sin que alguien salga maseado. Esos ingleses raros.
ResponderEliminarSí, sí, abuchéenme, pero alguien tenía que decirlo.
ya lo dijo medea, el cambio no es permanente.
ResponderEliminarAbrazos
Vos estimada Denis reflejás lo rico que es nuestra america latina...no te avergoncés de tu color, que gracias a tu "color" Costa Rica es un país pujante, la verdad que a las personas café, les luce tanto el afro como la pelona, es tu elección, y que grande el Quince Duncan, entre los pocos escritores ticos que leo es a él, junto Rodrigo Soto, Uriel Quesada, Luis Cháves y otros...hace varios meses compré un libro suyo de cuentos que publicó la Editorial Costa Rica, vaya de verdad que me gustó, saludos, y que orgullo tener alguien como tu padre.
ResponderEliminarPD: Ya está el cuarto capitulo en el blog, saludines.
Freno...Denise, corrijo...
ResponderEliminarANA: es que me lo pienso porque si no me gusta, igual me tengo que aguantar así meses! Pero veremos... en la de menos... Abrazos para vos!
ResponderEliminarMEDEA: no me tientes, mujer... bueno, no es permanente pero puede ser un dolor de cabeza. No sé :-P
JULIO: si me arriesgo sacará once mil fotos, porque sería la primera vez en 17 años... todo un acontecimiento :-)
SARDINA: sí, tu intuición sardinil es muy correcta, pero todo esta fríamente calculado: me voy a poner extensiones para la boda y para eso necesito nada más 5 cms de cabello. (me encantó lo de salir maseado, jaja)
MARMOL: pero asusta... ;-)
LITERÓFILO: jiji, ya salió mi padre a relucir por estos lares :-) yo estoy orgullosa de él, de mi piel, de mi vida. Esa etapa estúpida de hace unos años es un recuerdo gracioso, no más! PD. Me voy a leerlo! Y sí, "Denise", estás perdonado, jeje.
Ya sé porqué odio que me toquen el pelo!!! ES EL PELUCHITO!!!
ResponderEliminarAunque mi papá es medio indio, mi mamá blanca, yo salí con afro :S
Y TAMBIÉN DETESTO CUALQUIER CARIÑO EN EL PELO. Hoy has aclarado uno de los dilemas más grandes que tenías.
EXCELENTE BLOG! FELICITACIOES
Creo que el tema no es el pelo ni el color de la piel, sino la autenticidad de uno mismo. Es decir, usa el pelo como tù quieras. Abrazos.
ResponderEliminarViste, Britney te robó la vuelta. Ojalá lo hagás, si yo tuviera una cabeza menos parecida a un huevo me encantaría andar el pelo corto. Esperamos fotos.
ResponderEliminar¡Uy que increiblemente chiva!
ResponderEliminarEn mi familia también tenemos antepasados negros, pero son lejanos, entonces el color se nos diluyó. Nos quedan algunas facciones y a mi el cabello rizado.
Sí, en un momento quise ser lacia y dejar que el viento jugara con mi cabello y que después no terminara pareciéndome al león de la Metro, pero ahora estoy super contenta con mis colochos.
Yo siempre quise poder hacerme uno de esos hermosísimos peinados afrocaribeños, aunque fuera nada más las trencitas, pero la vez que lo intentamos quedaban unos espacios enormes entre trenza y trenza... no soy lo suficientemente colocha =(
¡Saludos!
Lo has definido de las mil maravillas: ¡qué tentación! A mí me ha pasado por la cabeza un millón de veces la idea esta loca de raparme total.
ResponderEliminarPD: Talvez algún día sublime el deseo ese que frustró mi madre cuando me encontró a los cuatro años, detrás de una puerta y me arrebató las tijeras junto con un par de mechones...
:-) Cómo cuando eras una chica pequeña? Me parece genial!!! Lindo texto.
ResponderEliminarVuelven los terribles y horribles 80's ya lo veo venir... y a mi el panatalón tubo no se me ve bien!!! Me quedaré resagado en la moda!!!
ResponderEliminarBien por ti y tu reivindicación capilar!!!
QUe viva el afro...se ve lindo en las mujeres. Ademas que sorpresa que tengas el cabello y la piel asi....gusto en conocerte Denise. Por cierto, necesitamos una foto tuya. Un beso.
ResponderEliminarDANILO: ¡¡¡hola!!! :-) Ves, es cosa del pelo. Al menos yo sigo teniendo una aversión terrible por los cariños craneales! Me alegro de que pasaras por aquí!
ResponderEliminarFGIUCICH: mjm... esa reflexión es tan sabia que ahora no sé cómo llevar el pelo. Lo pensaré.
SARDINA: maldita Britney. Grrr. Lo voy a hacer... no sé cuándo, pero lo haré!
MATRIUZKA: jajaj, es que nadie está contento con lo que tiene. Mis amigas lacias me dicen "ay, qué lindos colochitos" y yo he pasado años haciéndome cosas para ser lacia. Los espacios entre las trenzas se borran en un par de días... bueno, en mi caso que tengo la maraña!
FLO: no me raparía total porque me da miedo tener la cabeza rara, como nunca me la he visto sin pelo... pero además... tus colochos son HERMOSOS! Si te los apeás algún día, deberías vender el pelo!
ALE: sí, como chiquitilla. A mí me parece genial, pero confieso que me da también un poco de miedo, es un cambio un poco drástico. :-)
AMOREXIA: jajajajajajajajajajajaja... ayayayay... jajajaja, sí, vienen con fuerza. Los pantalones tubo y las camisas aguadas tampoco me sientan bien, pero qué le vamos a hacer. la ventaja es que en la época postmoderna se vale no ir a la moda ;-)
CLAUDIA: he puesto fotos en un par de ocasiones :-) pero me hace mucha gracia que no tuvieras idea de cómo me veo. Ya la pondré, cuando tenga una buena excusa, jiji. Besotes!
Me encantan los afros....y mi pelo lacio, lacio, lacio...cuando chiquilla me ponían prensa,colas o lo que fuera, y ahí iban pa'bajo.
ResponderEliminarMmmm...y la segunda parte de esta historia???? Te lo cortaste??
Casi nadie está contento ni contenta con su apariencia.
ResponderEliminarA mi me cortaron al rape, cocolisa total a los 3 años, para que "se me pusiera el pelo bonito". Hoy tengo un pelo arrepentido que nunca ha sido nada trascendental...ahí está, a como puede.
Pero ser coca, cuando querés ser bella...cuando te entra la vanidad...fue terrible. Creo que de ahí vienen muchas de mis carencias y "taras".
Por otro lado: me encanta como contás las cosas y me cae rebién tu mamá tan práctica...jajaja
Cariños y felíz Afro.
Yo siempre admiré a Angela Davis.
vuelve al afro, es lindo!
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