Es curioso ver las estrategias que usa cada persona para salir adelante, conseguir trabajo (s), llegar a aquello que considera éxito.
El primer grupo de triunfadores es aquel que va por la vida con la consigna de “pisaré tus huesos y desfilaré sobre tu tumba si hace falta”. Es casi mejor apartarse y que pase, porque es el tipo de persona que no tendrá miedo de destrozar a los demás si su ascenso está en juego. Es gente fría, que mide, que calcula, que va siete pasos por delante tuyo. Que te piden un favor de manera que parece que el favor te lo hacen ellos pidiéndotelo.
El segundo grupo es el del morro, ante todo y por encima de lo demás tienen mucho pero mucho morro. Es el típico que ve a alguien influyente en su profesión y van directamente a presentarse. Le dejan una tarjeta, consiguen su correo y de vez en cuando -más o menos descaradamente -mandan saludos y noticias. Los que descaradamente dicen ¿no tendrás nada para mí? y la gente les mira raro pero un día, nadie sabe cómo, acaba por llamarles a que hagan X o Y.
El tercer grupo está conformado por los motivados y esforzados, los que se pasan durante la carrera haciendo méritos académicos, porque asumen que la mejor carta de presentación es ser una persona seria, cumplidora, responsable. Sobresalir silenciosamente, con resultados evidentes. No se hacen buena prensa porque piensan que no hace falta. Son esos que creen que a punta de trabajo y constancia llegarán las oportunidades que esperan.
Antes creía que con ser del tercer grupo bastaba. Y la verdad es que no es así. En este mundo hay que combinar los tres tipos. El primero, que parece bastante malo, no es del todo así: aprendo que si bien no hace falta degollar a nadie, tampoco es bueno allanarle el terreno. Por ejemplo: nunca digas “es que Fulano tal vez más capacitado/a que yo para hacer esto”. Calla y hazlo. El segundo cuando se va al extremo es un pesado/a, sí, pero cuando sabe medirlo se le ve como emprendedor y directo. Y el tercero corre el riesgo de creerse tan valioso que espera que le lleguen a buscar a la puerta de su casa.
El problema es que me falta entrenamiento.
Muy de acuerdo con la conclusión, ya antes de leerla te iba a decir yo justo eso. Ahora tengo una amiga en paro, que lo está pasando mal, y a veces me dan ganas de abofetearla flojito. Su frase es: "si les gusta mi CV, me llamarán, y si no me llaman, es que no les gusta". Pues NO: tienes que llamarles tú, hacerte la encontradiza, mandarlo otra vez, mostrar interés... Si no, no va resaltar entre los otros 5000 CVs que han recibido. Tú lo llamas tener morro; yo lo llamo ser pesada, pero en cualquier caso me parece una cualidad primordial para encontrar trabajo.
ResponderEliminarEs difícil, pero posible, encontrar el equilibrio. Saber cuándo se necesita ser más "agresiva" o "pesada" y cuando más "discreta", hay que estar midiendo constantemente las situaciones y a las personas, para saber cómo y cuando actuar...
ResponderEliminarYo creo que también el problema es que venimos de una cultura en la que no se nos enseña a valorar nuestros propios méritos, la más mínima muestra de asertividad se interpreta como "arrogancia", entonces nos cuesta más "vender" nuestras cualidades para un brete...
La parte positiva es que ya tenés lo que es más difícil desarrollar, ahora es cuestión de echarle morro ;)
¿Y los que hacemos ritos satánicos para pedirle al demonio que se cumplan nuestros deseos en qué grupo estamos? ;P
ResponderEliminarMARTES: no tienes idea lo que me cuesta... pero al menos sé que tengo que hacerlo
ResponderEliminarMURASAKI: estoy mal acostumbrada, también... hasta ahora no me había tocado
DOCTORA: jajajajaj, estáis en el grupo de la gente lista :D
Si, totalmente de acuerdo. Hay momentos para ser una hormiga trabajadora, otros para ser un poco cabrón y sobre momentos para tejer una red de contactos, que es al final lo que te queda tras años de trabajo.
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ResponderEliminarQue tan cierto...yo tambien me incluyo en los del tercer grupo, al menos asi pense hasta hace un tiempo, pero la vida real se encarga de decirle a uno que la cosa NO es así. Hace falta tambien algo de agresividad, de maña y de ser un poquitin adulador para llegar a la meta. Yo igual sigo siendo de las que odio ser tan "lavaguevos", pero hay ratos en que uno tiene que hacerse su buena prensa, no solo esperar que los demás se den cuenta de lo que uno vale (por que no se dan cuenta a veces).
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