Yo, desde que era muy pulguita, tenía una afición por imitar. Hacía personajes variados, desde el entonces presidente de Costa Rica (Luis Alberto Monge… queridos… compatriotas) y personajes de la tele hasta las bailarinas del carnaval de Río (tiene gracia pensar en una cachetona negrita de cuatro años, con sus calzones de vuelitos metido entre las nalgas, moviéndose según ella como si bailara en una comparsa). Esto era con mis papás, pero más aún con mi hermana.
Cada noche tenía que darle función. Cuando mi mamá nos mandaba a dormir yo me subía en la cama, cantaba el jingle del “programa” (se llamaba Chistes de mal gusto) y hacía sketches para ella. Mi hermana siempre fue el mejor público, de hecho entre nosotras tenemos la broma de que ella, de lejos y con sólo mover la mano, me provoca cosquillas… y que yo, con sólo decir “caca” la puedo hacer reír.
Eventualmente, estos “numeritos” infantiles trascendieron la habitación de las hermanas Duncan y pasaron a la familia entera. En este caso, hacía sobre todo mimo (o lo que yo entendía por mimo con ocho o nueve años) con mi primo Andrés. Recuerdo como nuestros grandes cuadros el inflarlo como si fuera un globo, asomarnos por un invisible muro o tirar de una cuerda… nos la pasábamos genial haciendo estas cosas en cada fecha especial. Es más, se volvió una tradición que hiciéramos algo "teatral" en el día de la madre, del padre, navidad, el día del niño.
Cuando entré a estudiar Artes Dramáticas tuve seis cursos de expresión corporal. Confieso que siempre me dieron pereza, pero también confieso que el curso de mimo me divirtió mucho. Descubrí las posibilidades que tiene (aunque también tengo que decir que no soy muy hábil) y aún más cuando conocí a Shannon, una profe de mimo con la que coincidimos varios en un taller de Commedia dell’Arte en Venecia. Verla jugar con sus manos era un placer.
Shannon estudió con Marcel Marceau. El hombre que redefinió el mimo como una expresión importante dentro del teatro… de hecho se estudian sus ejercicios, sus ideas y probablemente ningún mimo profesional se atrevería a negar que, en esa área, Marceau era el maestro. Se murió, como cualquier ser humano… estará en el “más allá” divirtiendo a otros más, pero calladito, como siempre.
Cada noche tenía que darle función. Cuando mi mamá nos mandaba a dormir yo me subía en la cama, cantaba el jingle del “programa” (se llamaba Chistes de mal gusto) y hacía sketches para ella. Mi hermana siempre fue el mejor público, de hecho entre nosotras tenemos la broma de que ella, de lejos y con sólo mover la mano, me provoca cosquillas… y que yo, con sólo decir “caca” la puedo hacer reír.
Eventualmente, estos “numeritos” infantiles trascendieron la habitación de las hermanas Duncan y pasaron a la familia entera. En este caso, hacía sobre todo mimo (o lo que yo entendía por mimo con ocho o nueve años) con mi primo Andrés. Recuerdo como nuestros grandes cuadros el inflarlo como si fuera un globo, asomarnos por un invisible muro o tirar de una cuerda… nos la pasábamos genial haciendo estas cosas en cada fecha especial. Es más, se volvió una tradición que hiciéramos algo "teatral" en el día de la madre, del padre, navidad, el día del niño.
Cuando entré a estudiar Artes Dramáticas tuve seis cursos de expresión corporal. Confieso que siempre me dieron pereza, pero también confieso que el curso de mimo me divirtió mucho. Descubrí las posibilidades que tiene (aunque también tengo que decir que no soy muy hábil) y aún más cuando conocí a Shannon, una profe de mimo con la que coincidimos varios en un taller de Commedia dell’Arte en Venecia. Verla jugar con sus manos era un placer.
Shannon estudió con Marcel Marceau. El hombre que redefinió el mimo como una expresión importante dentro del teatro… de hecho se estudian sus ejercicios, sus ideas y probablemente ningún mimo profesional se atrevería a negar que, en esa área, Marceau era el maestro. Se murió, como cualquier ser humano… estará en el “más allá” divirtiendo a otros más, pero calladito, como siempre.
A mí nunca me gustó el curso de mimo. Hacerlo me parece aburridísimo. Pero ver a un maestro creando mundos invisibles, eso ya es otra cosa.
ResponderEliminarHabía un video de él que nos mostraron en la escuela...era buenísimo. Por lo menos tuvo la suerte de poder mantenerse activo hasta hace relativamente poco.
Lástima que queden tan pocos buenos mimos (¿quedan?) y abunden tantos "mimos-cristianos"...aaagh
JAJAJAJ, bueno la verdad eso de mimo siempre me ha parecido un poco dif�cil, y poco art�stico (perd�n por la ignorancia!)
ResponderEliminarQué bonitos recuerdos, los vuestros y los que deja Marceau :)
ResponderEliminarYo en cambio gocé como nunca en el curso de mimo...después de tantos años aún piden mi numerito para eventos familiares, ja, ja!
ResponderEliminarMarceu era toda y éstas son las horas en que me pego contra las paredes por no haberlo visto en el 98 cuando vino a C.R...pero pagar 10 000 de esa época pa quedar detrás de una columna en gallinero?? Era too much money!
Un saludo para Marcelino... lo malo es que nos estamos quedando sin genios...auch!
No sé quien es ese Señor...pero como precusor lo respeto, y más de un arte tan dificil como lo es el mimo. Los mimos cristianos...bueno, triste intento..solo eso puedo decir. A mi me pasa lo mismo con mi hermano, el con solo decir "Charlie mirá yo tambien bailo"...consigue que me ria por horas....Un saludo
ResponderEliminarP.D: ¿Eres familia de Quince Duncan?...perdón por lo personal de la pregunta, pero me lei "Kimbo" y quede extasiado...
Es una pena.. has nombrado a Marceau, y ha muerto, otro genio perdido.
ResponderEliminarMariela.
Si es que lo llevas dentro, desde que eras una pulgilla.
ResponderEliminaryo venía justamente a hacer la observación de los mimos cristianos.. me ganó murasaki!
ResponderEliminarQue linda historia!! Yo tambien tuve un amigo que fue discipulo de Marceau :o) Mi padre nos presento a Marceau -en films- a mi hermana y a mi cuando pequenhas y ambas quedamos fascinadas con el para el resto de nuestras vidas. De verdad que su fallecimiento me entristecio.
ResponderEliminarIrremplazable. Abrazos.
ResponderEliminarMURASAKI: yo vi un tipo israelí cuando trabajaba en La República que era genial, ahora no me acuerdo ni del nombre... Mimos cristianos: PUAGH.
ResponderEliminarMARIELA: jajajajaj, se te perdona, no es ignorancia, es tu opinión. La gente que lo hace bien es muy muy muy poca.
CVALDA: mi hermana todavía se ríe de cosas que hice cuando tenía cinco años, jiji.
MIGNONNE: sé que fuiste la estrella del mimo de tu generación. Y diez rojos... sí, too much.
HEROE: en el post hay un link a su biografía. Y sobre la pregunta personal... jajajaj, sí, ese señor es mi papá, o yo soy su hija menor. Y Kimbo ES GENIAL, estamos de acuerdo.
MARIELA: este año se han ido muchos geniecillos...
FANMA: lo más gracioso es que jugaba de ser YO quien mandaba en las obras... directora en ciernes.
JEN: insisto: puagh. Dan vergüenza ajena... de verdad.
LILIAN: yo creo que fui a ver videos ya en la Universidad, pero era increíble.
FGIUCICH: lo es, no conozco otro mimo con el mismo arte que él... ni uno.
Directora? ja ja ja!
ResponderEliminarFANMA: o mandona, como quieras verlo! Pero es que en teatro lo que más me gusta es dirigir... eso también viene de hace tiempo!
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