Lo que digo yo:
Hice una lista mental de los fallos de “El ángel más tonto del mundo”. Aún así, me entretuvo tanto que decidí darle una segunda oportunidad al autor. Y… la verdad que diría que todos los fallos están trabajados y mejorados. Si en el primero se crean expectativas y se saca recursos de la manga, en esta novela, Moore se cuida de dosificar la información para mantener el interés y para que, aún con los recursos menos inverosímiles, acabemos entrando en el mundo ficticio que plantea.
Y no puedo decir nada más porque no tendría gracia, pero es muy muy divertido.
Lo mejor: la construcción del personaje de la niña. Lo menos currado: algunas partes del final se hacen largas. Pero es altamente recomendable para pasar un buen rato y no cansarse de descubrir el imaginario Moore.
Lo que dice la contraportada:
Charlie Asher es dueño de un edificio en San Francisco, tiene una tienda de objetos de segunda mano y está casado con una mujer guapa e inteligente que lo quiere por ser tan normal. Sí, a Charlie le van bien las cosas... hasta el día en que nace su hija, Sophie. Justo cuando se dispone a irse a casa, ve junto a la cama de su mujer a un extraño que asegura que nadie debería poder verlo. Pero Charlie lo ve y, de allí en adelante, comienzan a suceder cosas muy raras: la gente cae muerta a su alrededor, cuervos gigantes se posan en su edificio y parece que, allá donde va, oye susurros de una presencia siniestra. Sí, Charlie ha sido reclutado para un trabajo desagradable pero muy necesario: la Muerte. Es un trabajo sucio. Pero alguien tiene que hacerlo.
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