Editorial Byblos
618 páginas
Lo que dice El Hubby:
Me costó sangre pasar de las 50 primeras páginas. Dan Simmons tiene la misma mala costumbre que William Gibson (el autor de Neuromancer), te habla de un mundo absolutamente foraneo para ti como si ya lo conocieras. Hace referencia tras referencia a aparatos tecnológicos desconocidos para uno, o a lugares ficticios, sin molestarse en proveer al lector de un marco de referencia. Por consiguiente, uno tiene que hacer un considerable esfuerzo por llenar huecos en el conocimiento. Digerir el principio de Hyperion es el equivalente literario a una intensa clase de spinning. Uno acaba agotado.
Pero vale la pena. La novela es una auténtica delicia. En cuanto procesas la información y te familiarizas de una vez con el mundo en el cual se desarrolla la historia el libro te atrapa y no te suelta. Simmons exprime hasta la última gota de las ventajas que le proporciona el género, exponiéndonos a paradojas de lo más sugerentes, solo posibles en la ciencia ficción. No doy ejemplos para no destripar las historias.
El final es un poco frustrante, porque te deja a medias. Resulta que Hyperion es solo la mitad de un libro. La otra mitad, La caída de Hyperion, se vende aparte por decisión de la editorial que lo publicó originalmente en Estados Unidos, decisión que fue imitada posteriormente en la mayor parte de sus posteriores publicaciones en otros idiomas. Aún así, cortado a la mitad, el libro ganó varios premios, incluido el prestigioso premio Hugo.
Me voy a tomar un respirito antes de leerme la segunda parte.
Lo que dice la contraportada:
En el mundo llamado Hyperion, más allá de la Red de la Hegemonía del hombre, aguarda el Alcaudón, una singular y temible criatura a la que los miembros de la Iglesia de la Expiación Final veneran como Señor del Dolor. En vísperas del Armageddon y bajo la amenaza de una guerra entre la Hegemonía, los ejambres éxter y las inteligencias artificiales del TecnoNúcleo, siete peregrinos acuden a Hyperion para recuperar un rito religioso. Todos son portadores de esperanzas imposibles y también de terribles secretos.
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